viernes, 23 de noviembre de 2012

Estoy a la puerta y llamo (Ap.)



Con el final del tiempo litúrgico, llega también el final de este blog. Me hubiera gustado explicar un poco a san Juan de la Cruz, y algunos otros aspectos del camino espiritual crstiano, pero viendo hacia atrás los post publicados, veo mi incapacidad para transmitir lo vivido, y el uso de un lenguaje demasiado técnico y teológico. A esto se une el poco tiempo que me deja el trabajo y el estudio, amen de otras obligaciones. También la necesidad interior de volver cada vez a un silencio más hondo, y una necesidad profunda de ser discípulo. En dos meses, termino el servicio que me habían pedido en la comunidad cristiana donde vivo la fe, y quiero/necesito volver a ser servidor desde la oración y el silencio. Estoy convencido de que hoy día sobran maestros, libros, y teorías. Como decía santa Teresa, hace ya más de quinientos años "no son tiempos de seguir a todos, sino a los que vieráis llevan la vida de Cristo".

Espero que, los que os habéis acercado a estas paginas, hayáis sentido el deseo de caminar en el seguimiento de Jesús, a través del camino de la amistad y la comunión. Encontrarse con Jesús es lo mejor que le puede pasar a cualquier hombre y mujer. Conocer su buena noticia y llevarla a la vida, es camino seguro de la felicidad. Quien se encuentra con Jesús, y participa de su amistad en la intimidad de una comunión vivida realmente,experimentará aquello que dice el Evangelio:desde el fondo de su corazón nacerán rios de agua vida, que salta hasta el infinito, y llenarán de vida nuestro mundo.

No puedo dejar de terminar con esta sentencia de santa Teresa, que aquí queda como faro, para todo el que quiera escucharla. Hablando sobre la oración Teresa nos dice: "Quien la ha comenzado no la deje. Y quien no la ha comenzado, por amor del Señor le ruego yo, no carezca de tanto bien. No hay aquí qué temer, sino qué desear".




miércoles, 21 de noviembre de 2012

El camino Espiritual


El primer acercamiento a Jesús, es devocional. De repente hay algo que me llama la atención de Cristo y empieza a  haber una sintonía que me atrae a Jesús. La devoción es la puerta, que me hace entrar en el misterio de Cristo. Todos los santos la han tenido y la han mantenido hasta el final. El primer impulso a Jesús siempre está mediado por la imagen que nos han dado de Jesús, sea en la familia, en la catequesis, o en el ambiente. No siempre este primer acercamiento es del todo sincero. Santa Teresa, por ejemplo,entró en el monasterio para no ir al purgatorio. Fue una primera decisión, pero no es una decisión válida, sino imperfecta. Pero no se puede uno quedar en la devoción, sólo es el primer paso.

El segundo momento se da en la conversión. Los ceyentes, las personas piadosas, son las más dificiles de convertir a Jesús y a su Evangelio. Viven muy seguras en sus prácticas piadosas, en su moral, y en su pertenencia a la Iglesia. Les parece que ya está todo hecho. Por eso, cuando llega el momento en que escuchan laa voz de Jesús llamando al seguimiento-discípulado, se echan para atrás. No son capaces de salir de sus seguridades. A santa Teresa, la exigencia del seguimiento le costó la salud, y solamente a los 45 años, en su segunda conversión, se da del todo a Dios. La conversión se da cuando Jesús, maestro interior, presenta las exigencias del seguimiento, y uno, en la obediencia de la fe, responde poniéndose detrás de esús. Uno ha empezado acercándose a Cristo por lo que le gusta: sea la hermosura de la liturgia, el poder moral que da el ministerio, o simplemnte la seguridad que da pertenecer a una comunidad que te da identidad en medio de una sociedad competitiva  e insegura. Pero el creyente ha de dejar que Cristo se manifieste y hable. Y escuchar su voz es caminar por sus caminos: la muerte y la Cruz.

Un tercer momento es la imitación. Imitación que ha de ser exterior y sobretodo interior. La conversión se tiene que encarnar en vivir como Jesús. Hay personas creyentes que dan mucha importancia a cosas a las que Jesús no les dió ninguna importancia. Hay creyentes que gastan muchísimas energías en discutir si hay que comulgar de rodillas o de pié, si hay que celebrar de espaldas o de cara. Y no se dan cuenta que la vida cristiana se juega en el seguimiento de Jesús, dando importancia a lo que Jesus daba importancia. Vivir por aquello por lo que Jesús entregó la vida, y por aquello por lo que lo mataron. Preferimos perder el tiempo en niñerias, porque así tenemos nuestra conciencia muy tranquila, y no nos vemos oblgados a entregar la vida como la entregó Jesús por el Reino de Dios.

Por último está la etapa esponsal: la persona en todo este proceso acaba viviendo en una total transformación en Cristo; la persona se convierte siempre en sí a Dios. "Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí", dirá Pablo. La persona se ha vaciado totalmente para dejar habitar a Cristo en él.

En definitiva, la vida cristiana, no es otra cosa, que participar en la muerte y la Resurrección de Cristo. Lo demás es accesorio. Cada cristiano en el bautismo ha muerto a una vida alejada de Dios, y ha entrado en la vida nueva del reino de Dios. Ha sido resucitado con Cristo, y convertido así en un hombre nuevo, un hombre que vive la vida y los valores de Jesús. Un hombre que en la Ascensión ha sido sentado a la derecha junto a Dios. ¿Porque los cristianos vivimos tan apegados al hombre viejo? ¿Porqué se nos nota tan poco la resurrección, la vida nueva? Todos estamos muy necesitados de revivir aquello que se nos dió en el bautismo.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Lecciones básicas del Libro de las Moradas



Ese espacioso mundo interior -el propio de cada uno- está abierto y en espera, misterioso y prometedor; pero realmente, lo que interesa no es saber la teoría, sino decidirse a entrar. Esto no es cuestión de tecnicas, ni de sabiduría, ni de planos, simplemente decidirse a recogerse y entrar, entrar adentro, a la espesura.

En la vida interior hay, cosas y moradas, al alcance de la mano, simplemente asequibles a nuestro esfuerzo; pero las más y mejores son puro regalo de Dios que nos las ofrece gratis y por amor. Ante Él, no vale alegar derechos, ni ostentar billete de entrada. El amor no se compra, se recibe.

La vida interior es una aventura en escalada, con programa secreto de más y más; siempre más. Sin otra estación terminal que Dios.Pero no se puede olvidar nunca que adentrarse en el castillo de la interioridad no es alejarse de lo de fuera, ni retirar las manos del servicio a los hermanos.

Cuando Teresa termninó este libro se acercaba a los 63 años, sufría una gran persecución tanto por parte de la Orden del Carmen como de las autoridades eclesiásticas, incluído el nuncio del Papa, y la salúd muy quebrantada.

Teresa termina el libro así: "Aunque cuando comencé a escribir esto que aquí va fue con la contradicción que al principio digo, después de acabado me ha dado mucho contento y doy por bien empleado el trabajo, aunque confieso que ha sido harto poco.
Considerando el mucho encerramiento y pocas cosas de entretenimiento que tenéis, mis hermanas, y no casas tan bastantes como conviene en algunos monasterios de los vuestros, me parece os será consuelo deleitaros en este castillo interior, pues sin licencia de las superioras podéis entrar y pasearos por él a cualquier hora. ... Acabóse esto de escribir en el monasterio de San José de Avila, año de 1577, víspera de San Andrés, para gloria de Dios, que vive y reina por siempre jamás, amén".

viernes, 16 de noviembre de 2012

Los santos del Carmelo:recuperar los ideales


Pensando hace unos días en los santos del Carmelo, meditaba en la necesidad que tenemos los cristianos de grandes ideales.  Y los grandes ideales, no son necesariamente hacer castillos en el aire o idear quimeras, sino anclar los pies en el suelo y tener las cosas claras. ¿a qué me estoy refieriendo?

Cuando santa Teresa vuelve los ojos a "aquello santos padres pasados ermitaños" y a su estilo de vida, no hace una simple copia de aquella vida ermitaña, sino que lleva a su época y las circunstancias de la Iglesia y de la España del momento, aquellos grandes ideales que movieron a los primeros ermitaños del Carmelo: la soledad que hace las relaciones fraternas más profundas, libertad frente a los bienes y poderes sociales, oración que es trato de amistad con Dios, etc.

Y es que Teresa tenía muy claro que "solo Dios basta", y porque sólo Dios basta, se lanzó al seguimiento de Jesucristo. Las soluciones que se están dado a la actual crisis de fe, no son en mi pobre entender satisfactorias. Por un lado está la asunción indiscriminada de los mal entendidos "signos de los tiempos". Una asunción de las tendencias actuales, sin examinarlas a la luz del Evangfelio, y sin hacer un discernimiento serio, lleva a un cristianismo mundanizado, y apartado de los ideales evangélicos. Así sucedía ya en tiempos teresianos, donde la vida religiosa y social vivía inmeresa en los intereses políticos del momento, fomentaba las clases sociales, incluso dentro de los monasterios, y promovía una vida religiosa insulsa y mortecina.

Un cristianismo moralizante, sea partiendo del rigorismo moral o del buenismo, que consiste en reducir la vida cristiana a ser buenas personas, llega a una vida cristiana sin contenido teológico, donde la gracia queda sustituída por el esfuerzo personal, y la vida cristiana reducida a una ética rigorista o humanista según los casos.

Un cristianismo pietista, basado en la practica sacramental como un fin: ser buen cristiano es ir a Misa, confesarse con frecuencia y rezar el Rosario, es un buen tranquilizador de la conciencia frente a las exigencias de los ideales evangélicos. Este cristianismo a veces decae incluso en la superstición o en la idolatría, usando las prácticas cristianas como usos mágicos para librarnos de nuestros problemas.

Cuando Teresa insiste en la necesidad de la humanidad de Cristo para ir a Dios, no es una simple forma pietista de oración; no es llegar a Dios de una manera sensible o más humana. Sino es la conciencia radical de que sólo se llega a Dios siguiendo al Jesús histórico, de carne y hueso, que recorrió los camino de Galilea, y que nos dió ejemplo de vida con su vida, su palabra y sus ideales. Si queremos un cristianismo vivo, tenemos necesidad de comprender que creer en Jesús, conlleva vivir como vivió Él, pues como dice Juan todo aquel que dice: «Yo permanezco en él», debe andar como él anduvo. El camino místico nos lleva a recuperar el seguimiento de Jesús como único cámino para todo cristiano. Y por supuesto que ser cristiano conlleva una moral, los sacramentos, y el humanismo,pero como medio, no como fin. La obediencia de Jesús al Padre lo llevó a la muerte, ¿a qué nos lleva nuestro cómodo cristianismo?

La vitalidad de la vida cristiana está en recuperar el segumiento radical de Jesús, según el Evangelio. Salir de nuestro cómodo cristianismo, para entrar en la vida de Dios, siguiendo a Jesús con todas las consecuencias. Hoy como ayer deben de resonar en los cristianos las exigencias evangelicas: "dejar al padre y a la madre, renunciar a los bienes, a uno mismo, dejarlo todo por el Reino, y vivir en una obediencia absoluta al Padre" como Jesús vivió. Sólo recuperando los grandes ideales evangélico pondremos nuestro granito de arena para no entorpecer la irrupción del Reino de Dios en nuestro mundo. En esto consiste la mística, la mística verdadera, la que vivieron Teresa y Juan de la Cruz.

jueves, 15 de noviembre de 2012

14 de Noviembre: todos los santos carmelitas


Los Santos del Carmelo son una inmensa muchedumbre de hermanos nuestros que consagraron su vida a Dios,  abrazando las enseñanzas del divino Maestro e imitando su vida,  y se entregaron al servicio de la Virgen María en la oración, la abnegación evangélica y el amor, sellado a veces con su sangre. Ermitaños del Carmelo, mendicantes de la Edad media, doctores y predicadores, misioneros y mártires; monjas que dilataron el pueblo de Dios con la misteriosa fecundidad de su vida contemplativa; religiosas que descubrieron el rostro de Cristo a sus hermanos con el apostolado sanitario o docente, sobre todo en tierras de misión; seglares que en medio de la sociedad supieron encarnar el espíritu de la Orden. Toda la familia del Carmelo de la patria con María, su madre, a la cabeza constituye en este día el motivo de nuestro gozo y nuestra alabanza al Padre. Recordamos a nuestros hermanos que ayer se dedicaban a la asidua oración en la tierra y hoy participan en la liturgia del cielo, y nos unimos espiritualmente a su gloria, mientras peregrinamos por los caminos que ellos, animosos, recorrieron, viviendo en obsequio de Cristo e imitando a María.
Caminemos para el cielo,
Monjas del Carmelo.


Vamos muy mortificadas,
Humildes y despreciadas
Dejando la honra en el suelo,
Monjas del Carmelo

Al voto de obediencia
Vamos, no haya resistencia
Que es nuestro blanco y consuelo
Monjas del Carmelo

La pobreza es el camino,
El mesmo por donde vino
Nuestro Emperador del cielo,
Monjas del Carmelo

No deja de nos amar
Nuestro Dios, y nos llamar
Sigámosle sin recelo,
Monjas del Carmelo.

En amor se está abrasando
Aquel que nació temblando
Envuelto en humano velo,
Monjas del Carmelo

Vámonos a enriquecer
a donde nunca ha de haver
Pobreza ni desconsuelo
Monjas del Carmelo

A el padre Elías siguiendo
Nos vamos contradiciendo
Con su fortaleza y celo,
Monjas del Carmelo

Nuestro querer renunciado,
Procuremos el doblado
Espíritu de Eliseo,
Monjas del Carmelo

martes, 13 de noviembre de 2012

A vueltas con Marta y María (II)


Hoy os propongo este otro texto donde Teresa vuelve a la carga con Marta y María. Aquí Teresa parece tener especial predilección por Marta; y es que no hay que olvidar que para Teresa la oración no es para gozar sino para servir. El camino de la oración es un camino para configurarse con Cristo, que se hizo hermano y servidor de todos, como dijo en la cena última: "yo estoy en medio de vosotros como el que sirve".

No quiero dejar de recalcar el consejo que da Teresa, acercándonos ya al final del texto: los grandes deseos son buenos, pero a veces hacemos castillos en el aire, y olvidándonos hacer lo poquito que podemos hacer, esparando a que lleguen las grandes ocasiones. La vida cristiana está llena de esos pequeñitos actos de amor y de servicio, que muchas veces pasan desapercibidos y casi nadie es capaz de valorar, pero que nacen del verdadero amor, y son grandes a los ojos de Dios.

 "Esto quiero yo, mis hermanas, que procuremos alcanzar, y no para gozar, sino para tener estas fuerzas para servir: deseemos y nos ocupemos en la oración; no queramos ir por camino no andado, que nos perderemos al mejor tiempo; y sería bien nuevo pensar tener estas mercedes de Dios por otro que el que El fue y han ido todos sus santos; no nos pase por pensamiento; creedme, que Marta y María han de andar juntas para hospedar al Señor y tenerle siempre consigo, y no le hacer mal hospedaje no le dando de comer . ¿Cómo se lo diera María, sentada siempre a sus pies, si su hermana no le ayudara? Su manjar es que de todas las maneras que pudiéremos lleguemos almas para que se salven y siempre le alaben.
 Decirme heis dos cosas: la una, que dijo que María había escogido la mejor parte. Y es que ya había hecho el oficio de Marta, regalando al Señor en lavarle los pies y limpiarlos con sus cabellos , y ¿pensáis que le sería poca mortificación a una señora como ella era, irse por esas calles, y por ventura sola, porque no llevaba hervor para entender cómo iba, y entrar adonde nunca había entrado, y después sufrir la murmuración del fariseo y otras muy muchas que debía sufrir? Porque ver en el pueblo una mujer como ella hacer tanta mudanza, y como sabemos, entre tan mala gente, que bastaba ver que tenía amistad con el Señor, a quien ellos tenían tan aborrecido, para traer a la memoria la vida que había hecho, y que se quería ahora hacer santa, porque está claro que luego mudaría vestido y todo lo demás; pues ahora se dice a personas, que no son tan nombradas, ¿qué sería entonces? Yo os digo, hermanas, que venía "la mejor parte" sobre hartos trabajos y mortificación, que aunque no fuera sino ver a su Maestro tan aborrecido, era intolerable trabajo. Pues los muchos que después pasó en la muerte del Señor y en los años que vivió, en verse ausente de El, que serían de terrible tormento, se verá que no estaba siempre con regalo de contemplación a los pies del Señor. Tengo para mí que el no haber recibido martirio fue por haberle pasado en ver morir al Señor.
 La otra, que no podéis vosotras, ni tenéis cómo allegar almas a Dios; que lo haríais de buena gana, mas que no habiendo de enseñar ni de predicar, como hacían los apóstoles, que no sabéis cómo. A esto he respondido por escrito algunas veces, y aun no sé si en este Castillo; mas porque es cosa que creo os pasa por pensamiento, con los deseos que os da el Señor, no dejaré de decirlo aquí: ya os dije en otra parte que algunas veces nos pone el demonio deseos grandes, porque no echemos mano de lo que tenemos a mano para servir a nuestro Señor en cosas posibles, y quedemos contentas con haber deseado las imposibles. Dejado que en la oración ayudaréis mucho, no queráis aprovechar a todo el mundo, sino a las que están en vuestra compañía, y así será mayor la obra, porque estáis a ellas más obligada. ¿Pensáis que es poca ganancia que sea vuestra humildad tan grande, y mortificación, y el servir a todas, y una gran caridad con ellas, y un amor del Señor, que ese fuego las encienda a todas, y con las demás virtudes siempre las andéis despertando? No será sino mucha, y muy agradable servicio al Señor, y con esto que ponéis por obra que podéis, entenderá Su Majestad que haríais mucho más; y así os dará premio como si le ganaseis muchas".(7M 4, 12)

domingo, 11 de noviembre de 2012

A vueltas con Marta y María(I)


En uno de los últimos post, hablábamos de como Teresa usa los símiles de Marta y María en la vida del creyente. No me resisto a poner alguno de los textos más significativos. Teresa "acabará" con la ruptura que hasta ese momento había en la teoría sobre la contemplación de una esquizofrenia espiritual. Unos eran activos y otros contemplativos. Pero Teresa dirá que Marta y María han de andar juntas, porque todo es servir al Señor. Otra cosa es la gracia de la contemplación, que aunuqe el hombre se pueda disponer, es como decíamos, una gracia que Dios regala.

Unos siglos después, una hija de Teresa, santa Teresa de Lisieux, perfeccionará incluso a la propia Teresa, experimentando que ya no se trata de dividir acción ni contemplación, ni siquiera que la acción y la contemplació caminen juntas, sino que a lo que realmente está llamado el cristiano, es a unificarse en el amor. Es la puesta en práctica de la intiución Teresiana de que sea Marta o María, "todo es servir al Señor", y no olvidemos que en el lenguaje Teresiano, "servir" es un sinónimo de amar.

No me entretengo más y aquí os dejo los textos:

"Santa era santa Marta, aunque no dicen era contemplativa. Pues ¿qué más queréis que poder llegar a ser como esta bienaventurada, que mereció tener a Cristo nuestro Señor tantas veces en su casa y darle de comer y servirle y comer a su mesa?  Si se estuviera como la Magdalena, embebidas, no hubiera quien diera de comer a este divino Huésped. Pues pensad que es esta congregación la casa de santa Marta y que ha de haber de todo. Y las que fueren llevadas por la vida activa, no murmuren a las que mucho se embebieren en la contemplación, pues saben ha de tornar el Señor de ellas, aunque callen, que, por la mayor parte, hace descuidar de sí y de todo .
Acuérdense que es menester quien le guise la comida, y ténganse por dichosas en andar sirviendo con Marta. Miren que la verdadera humildad está mucho en estar muy prontos en contentarse con lo que el Señor quisiere hacer de ellos, y siempre hallarse indignos de llamarse sus siervos. Pues si contemplar y tener oración mental y vocal y curar enfermos y servir en las cosas de casa y trabajar -sea en lo más bajo-, todo es servir al Huésped que se viene con nosotras a estar y a comer y recrear, ¿qué más se nos da en lo uno que en lo otro?" (CV 17,5)

jueves, 8 de noviembre de 2012

Isabel de la Trinidad


Hoy celebramos en el Carmelo la memoria de Isabel de la Trinidad. Isabel Catez de la Trinidad nació el 18 de julio de 1880 en el campo militar de Avor, diócesis de Bourges (Francia). El 1901, ingresó en el Carmelo de Dijon, donde profesó en 1903. Allí falleció el 9 de noviembre de 1906 para irse -como dijo ella «a la luz, a la vida, al amor». Adoradora auténtica en espíritu y verdad, llevó una vida humilde, acrisolada por intensos sufrimientos físicos y morales, en alabanza de gloria de la Trinidad, huésped del alma, hallando en este misterio el cielo en la tierra y teniendo clara conciencia de que él constituía su carisma y su misión en la Iglesia.

Isabel vivió la experiencia del amor de Dios, un Dios cercano, del que se sabía habitada. El día de su primera comunión, la priora del Carmelo, le dijo que su nombre significaba "casa de Dios". Esto fue para Isabel una auténtica revelación. Desde ese momento, no buscará otra cosa que vivir en una intimidad profunda con ese Dios que la habita. Querrá permanecer siempre, en medio de todas las cosas, inmovil y tranquila, junto a ese Dios Padre, Hijo y Espíritu, que vive en ella.

Cercana ya a su muerte escribe a su priora: "«El Señor la ama enormemente». La ama con aquel amor de predilección que el Maestro tuvo aquí en la tierra a algunas personas y que las llevó tan alto. El no le dice como a Pedro: «¿Me amas más que éstos?» [Jn 21,15]. Madre, escuche lo que a usted le dice: «Déjate amar más que éstos!». Es decir, sin temer que algún obstáculo pueda ser obstáculo para ello, pues yo soy libre de derramar mi amor sobre quien me plazca. Déjate amar más que éstos»: ésta es tu vocación. Siendo fiel a ella, me harás feliz, pues así ensalzarás el poder de mi amor. Y ese amor podrá rehacer lo que tú hayas deshecho. «Déjate amar más que éstos».

Madre, «déjese amar más que éstos». Así quiere su Maestro que usted sea alabanza de gloria. Él se alegra de poder construir en usted, mediante Su amor, para Su gloria. Y quiere hacerlo Él solo, aunque usted no haga nada para merecer esa gracia, a no ser lo que sabe hacer la criatura: obras de pecado y de miseria... Él la ama así. Él la ama «más que a éstos». Él lo hará todo en usted y llegará hasta el final. Pues cuando Él ama a un alma hasta ese punto y de esa manera, cuando la ama con un amor inmutable y creador, con un amor libre que todo lo transforma según su beneplácito, ¡entonces esa alma volará muy alto.

Madre, la fidelidad que el Maestro le pide consiste en vivir en comunión con el Amor, en desaparecer y arraigarse en ese Amor que quiere sellar su alma con el sello de su poder y de su grandeza.
Usted nunca será una del montón si vive alerta al Amor. Y en las horas en que lo único que sienta sea abatimiento y cansancio, aún le seguirá agradando si permanece fiel en creer que Él sigue actuando, que Él la ama a pesar de todo, e incluso más, porque su amor es libre y es as( como quiere ser ensalzado en usted. Y entonces usted se dejará amar «más que éstos».

 

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Marta y María andan juntas


En la última estancia del castillo "andan juntas Marta y María". Las dos hermanas de Betania son dos símbolos alternativos de la vida humana. Marta es la acción,  la imagen del hombre obrero, artesano de la propia vida. María es la contemplación, con todo el sustrato de anhelos, ideales, pulsiones de trascendencia, imagen del hombre artista, filósofo, místico. Llegar a la fusión de Marta y María, de acción y contemplación, será lograr la unificación de los dos planos de la persona.

Teresa ha sido enseñada que existen dos formas de vida cristiana, la activa y la contemplativa. A ella le habían enseñado que la contemplación está por encima de la acción, pero su experiencia le lleva a la unidad de la persona. Contemplación y acción están intimamente unidas. El contemplativo no se retira de todo, para gozar de la contemplación, sino para batallar, para servir. Lo mismo que la persona activa, si no se fundamenta en la intimidad con Jesús, si su obrar no nace de la comunión con Dios, se puede sólo buscar a sí mismo, hacer ruído.

Contemplación y acción, no son en la experiencia de Teresa, dos actitudes incompatibles, sino necesariamente juntas. La comunión con Dios, nunca encierra en uno mismo, sino que abre a los demás, porque es comunión con Dios trinidad, que es relación, apertura , comunión de personas. Así como Dios no está encerrado en sí mismo, también el cristiano que se abre a una comunión de amor con el Dios trinitario, abre su vida a la comunión.

Betania es el lugar natural de un Carmelita, y también de todo aquel creyente que quiera vivir en plenitud su fe. Betania es el símbolo de la comunidad en el Eangelio de Juan, donde viven todo aquellos que han sido llamados por Jesús a la amistad personal con Él. Es esta la congregación de santa Marta, gustaba decir Teresa en una de sus muchas, geniales, intuiciones evangélicas, "Marta y María han de andar siempre juntas para hospedar al Señor y tenerle siempre consigo" (cf. CV 17,5; 7M 4,12)


lunes, 5 de noviembre de 2012

7Moradas (II)


Para Teresa la santidad cristiana es la plena comunión del hombre con Dios. Un hombre que por desobediencia, engañado por su propio ego, se ha ido alejando cada vez más de este diálogo abierto y libre con el Creador, que a través de su historia no deja de llamarlo a una vida de intimidad con Él.Teresa sabe que sólo Dios es santo. Y por lo tanto, toda posible santidad humana es derivación de, y comunión con la santidad de Él.

En última instancia, la vida cristiana no consiste en imitación o seguimimiento de Jesús, sino en la compenetración de las dos vidas, la de Él y la nuestra; y eso, no por simple empatía, sino por la unión misteriosa de ambas vidas y de ambas personas.

Para Teresa, el talante de quien ha llegado a esta última étapa de la vida cristiana es el resultado de lo que en Él brota de la Trinidad que lo habita y la Humanidad de Cristo que lo santifica. La etapa final consiste en el sumo grado de relación del hombre con Dios en Cristo.

La vida del cristiano, o de todo hombre, no es una jornada a la aventura de lo que en ella suceda, sino que lleva inscrita una tácita pretensión de Dios. Y que al final, tras la suma de grandes mercedes recibidas por el hombre, resulta patente que es lo que Dios pretendió al otorgarle la vida. N se trata de la exposición de un derrotero programado, sino la misteriosa presencia de lo divino en la entraña mismo de lo humano. Esto es lo que ha vivido y experimentado Teresa.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Santos y santas de Dios


Entramos en una fiesta popular y entrañable, la fiesta de Todos los Santos; la ha preparado Dios para los que lo aman. Hay alegría, mucha alegría. Todo es de todos. Dios está en medio, como una fuente, y nos da sus dones para caminar mejor el camino.

La fiesta está muy concurrida. Multitud de hombres y mujeres llevan palmas y vestiduras blancas. Todos visibilizan lo admirable que es el nombre de Dios en toda la tierra. ¿Quiénes son éstos? Son los verdaderos vencedores de la historia, que han hecho presente en medio de las crisis la ternura de Dios. En algún momento pareció que eran vencidos por el mal y borrados de la historia, -¡metía éste tanto ruido!-, pero ahora no, ahora las voces de los pequeños de la tierra retumban como trompetas para proclamar un milagro patente: Es el Señor quien lo ha hecho. A Él la alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias para nuestro Dios. Amén al tres veces Santo.

La santidad es el adorno de la casa de Dios. Creados para el amor, ahora, en todos, se hace patente el amor con que Dios los ha mirado. Cuando se encuentran, unos a otros se dicen con alborozo: “Mirad qué amor nos ha tenido”. Y cantan mientras danzan la hermosura con que Jesús los ha dejado vestidos. ¡Todos hijos en el Hijo! ¡Todos amados en el Amado! ¡Todos bautizados en Cristo! La santidad, como sentido de la vida; la santidad para el camino, con la afirmación teológica más esperanzadora: “Lo veremos tal cual es”.

Un gran cartel está a la entrada de la fiesta. En él se puede leer una pregunta: “¿Quién puede hospedarse en tu tienda?” La respuesta la tienen todos en los labios: ¡Las bienaventuranzas! Entran los que viven las bienaventuranzas, que son la carta magna de la nueva humanidad. Don de Dios y tarea para el día a día. La dicha se asoma en los que han elegido ser pobres, limpios, verdaderos, justos, solidarios, sencillos. De esa forma se han dejado abrazar por el Dios que abraza toda la realidad humana.

En la fiesta de la gran familia de los hijos de Dios se respira comunión. “Creemos en la comunión de los santos”, en el intercambio de dones para que nadie se quede sin su ración de pan y gozo para el camino. La comunión fortalece toda debilidad, alienta toda desesperanza. Muchos hermanos y hermanas, que nos han precedido en el signo de la fe y han vivido el Evangelio, cruzan sin pudor toda frontera para seguir haciendo el bien en la tierra. Todos juntos, en el amor, en la santidad, hacemos visible a Dios, porque Dios es la fuente de toda santidad. Seamos santos porque Él es santo. (cipecar)