miércoles, 22 de agosto de 2012

1 Moradas (III)



Santa Teresa nos da unos consejos prácticos para acompañarnos en este camino hacía la morada más interior del Castillo, donde mora Dios.

Lo primero que nos dice es "poner los ojos en Cristo nuestro bien". Esta es la quintaesencia de su "Evangelio", y tiene que ser el "abc" del principiante. Y unido a esto "poner  a su bendita Madre por intercesora". No hacemos solos este camino, Jesús nos acompaña siempre en el camino de la oración, como modelo y como consolador. Teresa nos invita a comtemplar su vida, sus acciones para despertarnos a amar y para conocer el corazón del que habita en el Castillo interior, de Dios. Ver y contemplar la vida de Jesús para saberlo imitar en el amor.

Sata Teresa nos invita también al realismo en estos primeros pasos. A pesar de los buenos deseos fácilmente seremos vencidos. Las malas costumbres e inclinaciones, el egoismo fuertemente afincado en nosotros, son malos consejeros. Santa Teresa nos dice que "si ha comenzado ya la oración, no la deje","viniera lo que viniere, y pasare lo que pasare", pues por ella nos vendrá todos los bienes.

Pero también nos avisa que este camino nos es para espíritus mediocres y flojos. La oración es un camino de lucha y se necesita un temple y un espíritu combativo. Por eso, nos habla de la "determinada determinación" para seguir adelante.

Desde el principio es necesario tener muy en cuenta el ideal del camino y qué es la santidad: "la perfección verdadera es amor de Dios y del prójimo". Esto aunque parece obvio es muy importante tenerlo claro, porque el principiante suele quedarse en lo exterior, en las formas, aunque estas sean religiosas. Muchas veces una falsa espiritualidad, que no va a lo nuclear, al camino del Evangelio, esconde el miedo y la mediocridad, del cristiano que prefiere andarse por la ramas, entretenido en ideas, formas, e inciensos, sin atreverse por el camino del Evangelio, que es amor de Dios y del prójimo.

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