viernes, 23 de noviembre de 2012

Estoy a la puerta y llamo (Ap.)



Con el final del tiempo litúrgico, llega también el final de este blog. Me hubiera gustado explicar un poco a san Juan de la Cruz, y algunos otros aspectos del camino espiritual crstiano, pero viendo hacia atrás los post publicados, veo mi incapacidad para transmitir lo vivido, y el uso de un lenguaje demasiado técnico y teológico. A esto se une el poco tiempo que me deja el trabajo y el estudio, amen de otras obligaciones. También la necesidad interior de volver cada vez a un silencio más hondo, y una necesidad profunda de ser discípulo. En dos meses, termino el servicio que me habían pedido en la comunidad cristiana donde vivo la fe, y quiero/necesito volver a ser servidor desde la oración y el silencio. Estoy convencido de que hoy día sobran maestros, libros, y teorías. Como decía santa Teresa, hace ya más de quinientos años "no son tiempos de seguir a todos, sino a los que vieráis llevan la vida de Cristo".

Espero que, los que os habéis acercado a estas paginas, hayáis sentido el deseo de caminar en el seguimiento de Jesús, a través del camino de la amistad y la comunión. Encontrarse con Jesús es lo mejor que le puede pasar a cualquier hombre y mujer. Conocer su buena noticia y llevarla a la vida, es camino seguro de la felicidad. Quien se encuentra con Jesús, y participa de su amistad en la intimidad de una comunión vivida realmente,experimentará aquello que dice el Evangelio:desde el fondo de su corazón nacerán rios de agua vida, que salta hasta el infinito, y llenarán de vida nuestro mundo.

No puedo dejar de terminar con esta sentencia de santa Teresa, que aquí queda como faro, para todo el que quiera escucharla. Hablando sobre la oración Teresa nos dice: "Quien la ha comenzado no la deje. Y quien no la ha comenzado, por amor del Señor le ruego yo, no carezca de tanto bien. No hay aquí qué temer, sino qué desear".




miércoles, 21 de noviembre de 2012

El camino Espiritual


El primer acercamiento a Jesús, es devocional. De repente hay algo que me llama la atención de Cristo y empieza a  haber una sintonía que me atrae a Jesús. La devoción es la puerta, que me hace entrar en el misterio de Cristo. Todos los santos la han tenido y la han mantenido hasta el final. El primer impulso a Jesús siempre está mediado por la imagen que nos han dado de Jesús, sea en la familia, en la catequesis, o en el ambiente. No siempre este primer acercamiento es del todo sincero. Santa Teresa, por ejemplo,entró en el monasterio para no ir al purgatorio. Fue una primera decisión, pero no es una decisión válida, sino imperfecta. Pero no se puede uno quedar en la devoción, sólo es el primer paso.

El segundo momento se da en la conversión. Los ceyentes, las personas piadosas, son las más dificiles de convertir a Jesús y a su Evangelio. Viven muy seguras en sus prácticas piadosas, en su moral, y en su pertenencia a la Iglesia. Les parece que ya está todo hecho. Por eso, cuando llega el momento en que escuchan laa voz de Jesús llamando al seguimiento-discípulado, se echan para atrás. No son capaces de salir de sus seguridades. A santa Teresa, la exigencia del seguimiento le costó la salud, y solamente a los 45 años, en su segunda conversión, se da del todo a Dios. La conversión se da cuando Jesús, maestro interior, presenta las exigencias del seguimiento, y uno, en la obediencia de la fe, responde poniéndose detrás de esús. Uno ha empezado acercándose a Cristo por lo que le gusta: sea la hermosura de la liturgia, el poder moral que da el ministerio, o simplemnte la seguridad que da pertenecer a una comunidad que te da identidad en medio de una sociedad competitiva  e insegura. Pero el creyente ha de dejar que Cristo se manifieste y hable. Y escuchar su voz es caminar por sus caminos: la muerte y la Cruz.

Un tercer momento es la imitación. Imitación que ha de ser exterior y sobretodo interior. La conversión se tiene que encarnar en vivir como Jesús. Hay personas creyentes que dan mucha importancia a cosas a las que Jesús no les dió ninguna importancia. Hay creyentes que gastan muchísimas energías en discutir si hay que comulgar de rodillas o de pié, si hay que celebrar de espaldas o de cara. Y no se dan cuenta que la vida cristiana se juega en el seguimiento de Jesús, dando importancia a lo que Jesus daba importancia. Vivir por aquello por lo que Jesús entregó la vida, y por aquello por lo que lo mataron. Preferimos perder el tiempo en niñerias, porque así tenemos nuestra conciencia muy tranquila, y no nos vemos oblgados a entregar la vida como la entregó Jesús por el Reino de Dios.

Por último está la etapa esponsal: la persona en todo este proceso acaba viviendo en una total transformación en Cristo; la persona se convierte siempre en sí a Dios. "Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí", dirá Pablo. La persona se ha vaciado totalmente para dejar habitar a Cristo en él.

En definitiva, la vida cristiana, no es otra cosa, que participar en la muerte y la Resurrección de Cristo. Lo demás es accesorio. Cada cristiano en el bautismo ha muerto a una vida alejada de Dios, y ha entrado en la vida nueva del reino de Dios. Ha sido resucitado con Cristo, y convertido así en un hombre nuevo, un hombre que vive la vida y los valores de Jesús. Un hombre que en la Ascensión ha sido sentado a la derecha junto a Dios. ¿Porque los cristianos vivimos tan apegados al hombre viejo? ¿Porqué se nos nota tan poco la resurrección, la vida nueva? Todos estamos muy necesitados de revivir aquello que se nos dió en el bautismo.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Lecciones básicas del Libro de las Moradas



Ese espacioso mundo interior -el propio de cada uno- está abierto y en espera, misterioso y prometedor; pero realmente, lo que interesa no es saber la teoría, sino decidirse a entrar. Esto no es cuestión de tecnicas, ni de sabiduría, ni de planos, simplemente decidirse a recogerse y entrar, entrar adentro, a la espesura.

En la vida interior hay, cosas y moradas, al alcance de la mano, simplemente asequibles a nuestro esfuerzo; pero las más y mejores son puro regalo de Dios que nos las ofrece gratis y por amor. Ante Él, no vale alegar derechos, ni ostentar billete de entrada. El amor no se compra, se recibe.

La vida interior es una aventura en escalada, con programa secreto de más y más; siempre más. Sin otra estación terminal que Dios.Pero no se puede olvidar nunca que adentrarse en el castillo de la interioridad no es alejarse de lo de fuera, ni retirar las manos del servicio a los hermanos.

Cuando Teresa termninó este libro se acercaba a los 63 años, sufría una gran persecución tanto por parte de la Orden del Carmen como de las autoridades eclesiásticas, incluído el nuncio del Papa, y la salúd muy quebrantada.

Teresa termina el libro así: "Aunque cuando comencé a escribir esto que aquí va fue con la contradicción que al principio digo, después de acabado me ha dado mucho contento y doy por bien empleado el trabajo, aunque confieso que ha sido harto poco.
Considerando el mucho encerramiento y pocas cosas de entretenimiento que tenéis, mis hermanas, y no casas tan bastantes como conviene en algunos monasterios de los vuestros, me parece os será consuelo deleitaros en este castillo interior, pues sin licencia de las superioras podéis entrar y pasearos por él a cualquier hora. ... Acabóse esto de escribir en el monasterio de San José de Avila, año de 1577, víspera de San Andrés, para gloria de Dios, que vive y reina por siempre jamás, amén".

viernes, 16 de noviembre de 2012

Los santos del Carmelo:recuperar los ideales


Pensando hace unos días en los santos del Carmelo, meditaba en la necesidad que tenemos los cristianos de grandes ideales.  Y los grandes ideales, no son necesariamente hacer castillos en el aire o idear quimeras, sino anclar los pies en el suelo y tener las cosas claras. ¿a qué me estoy refieriendo?

Cuando santa Teresa vuelve los ojos a "aquello santos padres pasados ermitaños" y a su estilo de vida, no hace una simple copia de aquella vida ermitaña, sino que lleva a su época y las circunstancias de la Iglesia y de la España del momento, aquellos grandes ideales que movieron a los primeros ermitaños del Carmelo: la soledad que hace las relaciones fraternas más profundas, libertad frente a los bienes y poderes sociales, oración que es trato de amistad con Dios, etc.

Y es que Teresa tenía muy claro que "solo Dios basta", y porque sólo Dios basta, se lanzó al seguimiento de Jesucristo. Las soluciones que se están dado a la actual crisis de fe, no son en mi pobre entender satisfactorias. Por un lado está la asunción indiscriminada de los mal entendidos "signos de los tiempos". Una asunción de las tendencias actuales, sin examinarlas a la luz del Evangfelio, y sin hacer un discernimiento serio, lleva a un cristianismo mundanizado, y apartado de los ideales evangélicos. Así sucedía ya en tiempos teresianos, donde la vida religiosa y social vivía inmeresa en los intereses políticos del momento, fomentaba las clases sociales, incluso dentro de los monasterios, y promovía una vida religiosa insulsa y mortecina.

Un cristianismo moralizante, sea partiendo del rigorismo moral o del buenismo, que consiste en reducir la vida cristiana a ser buenas personas, llega a una vida cristiana sin contenido teológico, donde la gracia queda sustituída por el esfuerzo personal, y la vida cristiana reducida a una ética rigorista o humanista según los casos.

Un cristianismo pietista, basado en la practica sacramental como un fin: ser buen cristiano es ir a Misa, confesarse con frecuencia y rezar el Rosario, es un buen tranquilizador de la conciencia frente a las exigencias de los ideales evangélicos. Este cristianismo a veces decae incluso en la superstición o en la idolatría, usando las prácticas cristianas como usos mágicos para librarnos de nuestros problemas.

Cuando Teresa insiste en la necesidad de la humanidad de Cristo para ir a Dios, no es una simple forma pietista de oración; no es llegar a Dios de una manera sensible o más humana. Sino es la conciencia radical de que sólo se llega a Dios siguiendo al Jesús histórico, de carne y hueso, que recorrió los camino de Galilea, y que nos dió ejemplo de vida con su vida, su palabra y sus ideales. Si queremos un cristianismo vivo, tenemos necesidad de comprender que creer en Jesús, conlleva vivir como vivió Él, pues como dice Juan todo aquel que dice: «Yo permanezco en él», debe andar como él anduvo. El camino místico nos lleva a recuperar el seguimiento de Jesús como único cámino para todo cristiano. Y por supuesto que ser cristiano conlleva una moral, los sacramentos, y el humanismo,pero como medio, no como fin. La obediencia de Jesús al Padre lo llevó a la muerte, ¿a qué nos lleva nuestro cómodo cristianismo?

La vitalidad de la vida cristiana está en recuperar el segumiento radical de Jesús, según el Evangelio. Salir de nuestro cómodo cristianismo, para entrar en la vida de Dios, siguiendo a Jesús con todas las consecuencias. Hoy como ayer deben de resonar en los cristianos las exigencias evangelicas: "dejar al padre y a la madre, renunciar a los bienes, a uno mismo, dejarlo todo por el Reino, y vivir en una obediencia absoluta al Padre" como Jesús vivió. Sólo recuperando los grandes ideales evangélico pondremos nuestro granito de arena para no entorpecer la irrupción del Reino de Dios en nuestro mundo. En esto consiste la mística, la mística verdadera, la que vivieron Teresa y Juan de la Cruz.

jueves, 15 de noviembre de 2012

14 de Noviembre: todos los santos carmelitas


Los Santos del Carmelo son una inmensa muchedumbre de hermanos nuestros que consagraron su vida a Dios,  abrazando las enseñanzas del divino Maestro e imitando su vida,  y se entregaron al servicio de la Virgen María en la oración, la abnegación evangélica y el amor, sellado a veces con su sangre. Ermitaños del Carmelo, mendicantes de la Edad media, doctores y predicadores, misioneros y mártires; monjas que dilataron el pueblo de Dios con la misteriosa fecundidad de su vida contemplativa; religiosas que descubrieron el rostro de Cristo a sus hermanos con el apostolado sanitario o docente, sobre todo en tierras de misión; seglares que en medio de la sociedad supieron encarnar el espíritu de la Orden. Toda la familia del Carmelo de la patria con María, su madre, a la cabeza constituye en este día el motivo de nuestro gozo y nuestra alabanza al Padre. Recordamos a nuestros hermanos que ayer se dedicaban a la asidua oración en la tierra y hoy participan en la liturgia del cielo, y nos unimos espiritualmente a su gloria, mientras peregrinamos por los caminos que ellos, animosos, recorrieron, viviendo en obsequio de Cristo e imitando a María.
Caminemos para el cielo,
Monjas del Carmelo.


Vamos muy mortificadas,
Humildes y despreciadas
Dejando la honra en el suelo,
Monjas del Carmelo

Al voto de obediencia
Vamos, no haya resistencia
Que es nuestro blanco y consuelo
Monjas del Carmelo

La pobreza es el camino,
El mesmo por donde vino
Nuestro Emperador del cielo,
Monjas del Carmelo

No deja de nos amar
Nuestro Dios, y nos llamar
Sigámosle sin recelo,
Monjas del Carmelo.

En amor se está abrasando
Aquel que nació temblando
Envuelto en humano velo,
Monjas del Carmelo

Vámonos a enriquecer
a donde nunca ha de haver
Pobreza ni desconsuelo
Monjas del Carmelo

A el padre Elías siguiendo
Nos vamos contradiciendo
Con su fortaleza y celo,
Monjas del Carmelo

Nuestro querer renunciado,
Procuremos el doblado
Espíritu de Eliseo,
Monjas del Carmelo

martes, 13 de noviembre de 2012

A vueltas con Marta y María (II)


Hoy os propongo este otro texto donde Teresa vuelve a la carga con Marta y María. Aquí Teresa parece tener especial predilección por Marta; y es que no hay que olvidar que para Teresa la oración no es para gozar sino para servir. El camino de la oración es un camino para configurarse con Cristo, que se hizo hermano y servidor de todos, como dijo en la cena última: "yo estoy en medio de vosotros como el que sirve".

No quiero dejar de recalcar el consejo que da Teresa, acercándonos ya al final del texto: los grandes deseos son buenos, pero a veces hacemos castillos en el aire, y olvidándonos hacer lo poquito que podemos hacer, esparando a que lleguen las grandes ocasiones. La vida cristiana está llena de esos pequeñitos actos de amor y de servicio, que muchas veces pasan desapercibidos y casi nadie es capaz de valorar, pero que nacen del verdadero amor, y son grandes a los ojos de Dios.

 "Esto quiero yo, mis hermanas, que procuremos alcanzar, y no para gozar, sino para tener estas fuerzas para servir: deseemos y nos ocupemos en la oración; no queramos ir por camino no andado, que nos perderemos al mejor tiempo; y sería bien nuevo pensar tener estas mercedes de Dios por otro que el que El fue y han ido todos sus santos; no nos pase por pensamiento; creedme, que Marta y María han de andar juntas para hospedar al Señor y tenerle siempre consigo, y no le hacer mal hospedaje no le dando de comer . ¿Cómo se lo diera María, sentada siempre a sus pies, si su hermana no le ayudara? Su manjar es que de todas las maneras que pudiéremos lleguemos almas para que se salven y siempre le alaben.
 Decirme heis dos cosas: la una, que dijo que María había escogido la mejor parte. Y es que ya había hecho el oficio de Marta, regalando al Señor en lavarle los pies y limpiarlos con sus cabellos , y ¿pensáis que le sería poca mortificación a una señora como ella era, irse por esas calles, y por ventura sola, porque no llevaba hervor para entender cómo iba, y entrar adonde nunca había entrado, y después sufrir la murmuración del fariseo y otras muy muchas que debía sufrir? Porque ver en el pueblo una mujer como ella hacer tanta mudanza, y como sabemos, entre tan mala gente, que bastaba ver que tenía amistad con el Señor, a quien ellos tenían tan aborrecido, para traer a la memoria la vida que había hecho, y que se quería ahora hacer santa, porque está claro que luego mudaría vestido y todo lo demás; pues ahora se dice a personas, que no son tan nombradas, ¿qué sería entonces? Yo os digo, hermanas, que venía "la mejor parte" sobre hartos trabajos y mortificación, que aunque no fuera sino ver a su Maestro tan aborrecido, era intolerable trabajo. Pues los muchos que después pasó en la muerte del Señor y en los años que vivió, en verse ausente de El, que serían de terrible tormento, se verá que no estaba siempre con regalo de contemplación a los pies del Señor. Tengo para mí que el no haber recibido martirio fue por haberle pasado en ver morir al Señor.
 La otra, que no podéis vosotras, ni tenéis cómo allegar almas a Dios; que lo haríais de buena gana, mas que no habiendo de enseñar ni de predicar, como hacían los apóstoles, que no sabéis cómo. A esto he respondido por escrito algunas veces, y aun no sé si en este Castillo; mas porque es cosa que creo os pasa por pensamiento, con los deseos que os da el Señor, no dejaré de decirlo aquí: ya os dije en otra parte que algunas veces nos pone el demonio deseos grandes, porque no echemos mano de lo que tenemos a mano para servir a nuestro Señor en cosas posibles, y quedemos contentas con haber deseado las imposibles. Dejado que en la oración ayudaréis mucho, no queráis aprovechar a todo el mundo, sino a las que están en vuestra compañía, y así será mayor la obra, porque estáis a ellas más obligada. ¿Pensáis que es poca ganancia que sea vuestra humildad tan grande, y mortificación, y el servir a todas, y una gran caridad con ellas, y un amor del Señor, que ese fuego las encienda a todas, y con las demás virtudes siempre las andéis despertando? No será sino mucha, y muy agradable servicio al Señor, y con esto que ponéis por obra que podéis, entenderá Su Majestad que haríais mucho más; y así os dará premio como si le ganaseis muchas".(7M 4, 12)

domingo, 11 de noviembre de 2012

A vueltas con Marta y María(I)


En uno de los últimos post, hablábamos de como Teresa usa los símiles de Marta y María en la vida del creyente. No me resisto a poner alguno de los textos más significativos. Teresa "acabará" con la ruptura que hasta ese momento había en la teoría sobre la contemplación de una esquizofrenia espiritual. Unos eran activos y otros contemplativos. Pero Teresa dirá que Marta y María han de andar juntas, porque todo es servir al Señor. Otra cosa es la gracia de la contemplación, que aunuqe el hombre se pueda disponer, es como decíamos, una gracia que Dios regala.

Unos siglos después, una hija de Teresa, santa Teresa de Lisieux, perfeccionará incluso a la propia Teresa, experimentando que ya no se trata de dividir acción ni contemplación, ni siquiera que la acción y la contemplació caminen juntas, sino que a lo que realmente está llamado el cristiano, es a unificarse en el amor. Es la puesta en práctica de la intiución Teresiana de que sea Marta o María, "todo es servir al Señor", y no olvidemos que en el lenguaje Teresiano, "servir" es un sinónimo de amar.

No me entretengo más y aquí os dejo los textos:

"Santa era santa Marta, aunque no dicen era contemplativa. Pues ¿qué más queréis que poder llegar a ser como esta bienaventurada, que mereció tener a Cristo nuestro Señor tantas veces en su casa y darle de comer y servirle y comer a su mesa?  Si se estuviera como la Magdalena, embebidas, no hubiera quien diera de comer a este divino Huésped. Pues pensad que es esta congregación la casa de santa Marta y que ha de haber de todo. Y las que fueren llevadas por la vida activa, no murmuren a las que mucho se embebieren en la contemplación, pues saben ha de tornar el Señor de ellas, aunque callen, que, por la mayor parte, hace descuidar de sí y de todo .
Acuérdense que es menester quien le guise la comida, y ténganse por dichosas en andar sirviendo con Marta. Miren que la verdadera humildad está mucho en estar muy prontos en contentarse con lo que el Señor quisiere hacer de ellos, y siempre hallarse indignos de llamarse sus siervos. Pues si contemplar y tener oración mental y vocal y curar enfermos y servir en las cosas de casa y trabajar -sea en lo más bajo-, todo es servir al Huésped que se viene con nosotras a estar y a comer y recrear, ¿qué más se nos da en lo uno que en lo otro?" (CV 17,5)

jueves, 8 de noviembre de 2012

Isabel de la Trinidad


Hoy celebramos en el Carmelo la memoria de Isabel de la Trinidad. Isabel Catez de la Trinidad nació el 18 de julio de 1880 en el campo militar de Avor, diócesis de Bourges (Francia). El 1901, ingresó en el Carmelo de Dijon, donde profesó en 1903. Allí falleció el 9 de noviembre de 1906 para irse -como dijo ella «a la luz, a la vida, al amor». Adoradora auténtica en espíritu y verdad, llevó una vida humilde, acrisolada por intensos sufrimientos físicos y morales, en alabanza de gloria de la Trinidad, huésped del alma, hallando en este misterio el cielo en la tierra y teniendo clara conciencia de que él constituía su carisma y su misión en la Iglesia.

Isabel vivió la experiencia del amor de Dios, un Dios cercano, del que se sabía habitada. El día de su primera comunión, la priora del Carmelo, le dijo que su nombre significaba "casa de Dios". Esto fue para Isabel una auténtica revelación. Desde ese momento, no buscará otra cosa que vivir en una intimidad profunda con ese Dios que la habita. Querrá permanecer siempre, en medio de todas las cosas, inmovil y tranquila, junto a ese Dios Padre, Hijo y Espíritu, que vive en ella.

Cercana ya a su muerte escribe a su priora: "«El Señor la ama enormemente». La ama con aquel amor de predilección que el Maestro tuvo aquí en la tierra a algunas personas y que las llevó tan alto. El no le dice como a Pedro: «¿Me amas más que éstos?» [Jn 21,15]. Madre, escuche lo que a usted le dice: «Déjate amar más que éstos!». Es decir, sin temer que algún obstáculo pueda ser obstáculo para ello, pues yo soy libre de derramar mi amor sobre quien me plazca. Déjate amar más que éstos»: ésta es tu vocación. Siendo fiel a ella, me harás feliz, pues así ensalzarás el poder de mi amor. Y ese amor podrá rehacer lo que tú hayas deshecho. «Déjate amar más que éstos».

Madre, «déjese amar más que éstos». Así quiere su Maestro que usted sea alabanza de gloria. Él se alegra de poder construir en usted, mediante Su amor, para Su gloria. Y quiere hacerlo Él solo, aunque usted no haga nada para merecer esa gracia, a no ser lo que sabe hacer la criatura: obras de pecado y de miseria... Él la ama así. Él la ama «más que a éstos». Él lo hará todo en usted y llegará hasta el final. Pues cuando Él ama a un alma hasta ese punto y de esa manera, cuando la ama con un amor inmutable y creador, con un amor libre que todo lo transforma según su beneplácito, ¡entonces esa alma volará muy alto.

Madre, la fidelidad que el Maestro le pide consiste en vivir en comunión con el Amor, en desaparecer y arraigarse en ese Amor que quiere sellar su alma con el sello de su poder y de su grandeza.
Usted nunca será una del montón si vive alerta al Amor. Y en las horas en que lo único que sienta sea abatimiento y cansancio, aún le seguirá agradando si permanece fiel en creer que Él sigue actuando, que Él la ama a pesar de todo, e incluso más, porque su amor es libre y es as( como quiere ser ensalzado en usted. Y entonces usted se dejará amar «más que éstos».

 

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Marta y María andan juntas


En la última estancia del castillo "andan juntas Marta y María". Las dos hermanas de Betania son dos símbolos alternativos de la vida humana. Marta es la acción,  la imagen del hombre obrero, artesano de la propia vida. María es la contemplación, con todo el sustrato de anhelos, ideales, pulsiones de trascendencia, imagen del hombre artista, filósofo, místico. Llegar a la fusión de Marta y María, de acción y contemplación, será lograr la unificación de los dos planos de la persona.

Teresa ha sido enseñada que existen dos formas de vida cristiana, la activa y la contemplativa. A ella le habían enseñado que la contemplación está por encima de la acción, pero su experiencia le lleva a la unidad de la persona. Contemplación y acción están intimamente unidas. El contemplativo no se retira de todo, para gozar de la contemplación, sino para batallar, para servir. Lo mismo que la persona activa, si no se fundamenta en la intimidad con Jesús, si su obrar no nace de la comunión con Dios, se puede sólo buscar a sí mismo, hacer ruído.

Contemplación y acción, no son en la experiencia de Teresa, dos actitudes incompatibles, sino necesariamente juntas. La comunión con Dios, nunca encierra en uno mismo, sino que abre a los demás, porque es comunión con Dios trinidad, que es relación, apertura , comunión de personas. Así como Dios no está encerrado en sí mismo, también el cristiano que se abre a una comunión de amor con el Dios trinitario, abre su vida a la comunión.

Betania es el lugar natural de un Carmelita, y también de todo aquel creyente que quiera vivir en plenitud su fe. Betania es el símbolo de la comunidad en el Eangelio de Juan, donde viven todo aquellos que han sido llamados por Jesús a la amistad personal con Él. Es esta la congregación de santa Marta, gustaba decir Teresa en una de sus muchas, geniales, intuiciones evangélicas, "Marta y María han de andar siempre juntas para hospedar al Señor y tenerle siempre consigo" (cf. CV 17,5; 7M 4,12)


lunes, 5 de noviembre de 2012

7Moradas (II)


Para Teresa la santidad cristiana es la plena comunión del hombre con Dios. Un hombre que por desobediencia, engañado por su propio ego, se ha ido alejando cada vez más de este diálogo abierto y libre con el Creador, que a través de su historia no deja de llamarlo a una vida de intimidad con Él.Teresa sabe que sólo Dios es santo. Y por lo tanto, toda posible santidad humana es derivación de, y comunión con la santidad de Él.

En última instancia, la vida cristiana no consiste en imitación o seguimimiento de Jesús, sino en la compenetración de las dos vidas, la de Él y la nuestra; y eso, no por simple empatía, sino por la unión misteriosa de ambas vidas y de ambas personas.

Para Teresa, el talante de quien ha llegado a esta última étapa de la vida cristiana es el resultado de lo que en Él brota de la Trinidad que lo habita y la Humanidad de Cristo que lo santifica. La etapa final consiste en el sumo grado de relación del hombre con Dios en Cristo.

La vida del cristiano, o de todo hombre, no es una jornada a la aventura de lo que en ella suceda, sino que lleva inscrita una tácita pretensión de Dios. Y que al final, tras la suma de grandes mercedes recibidas por el hombre, resulta patente que es lo que Dios pretendió al otorgarle la vida. N se trata de la exposición de un derrotero programado, sino la misteriosa presencia de lo divino en la entraña mismo de lo humano. Esto es lo que ha vivido y experimentado Teresa.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Santos y santas de Dios


Entramos en una fiesta popular y entrañable, la fiesta de Todos los Santos; la ha preparado Dios para los que lo aman. Hay alegría, mucha alegría. Todo es de todos. Dios está en medio, como una fuente, y nos da sus dones para caminar mejor el camino.

La fiesta está muy concurrida. Multitud de hombres y mujeres llevan palmas y vestiduras blancas. Todos visibilizan lo admirable que es el nombre de Dios en toda la tierra. ¿Quiénes son éstos? Son los verdaderos vencedores de la historia, que han hecho presente en medio de las crisis la ternura de Dios. En algún momento pareció que eran vencidos por el mal y borrados de la historia, -¡metía éste tanto ruido!-, pero ahora no, ahora las voces de los pequeños de la tierra retumban como trompetas para proclamar un milagro patente: Es el Señor quien lo ha hecho. A Él la alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias para nuestro Dios. Amén al tres veces Santo.

La santidad es el adorno de la casa de Dios. Creados para el amor, ahora, en todos, se hace patente el amor con que Dios los ha mirado. Cuando se encuentran, unos a otros se dicen con alborozo: “Mirad qué amor nos ha tenido”. Y cantan mientras danzan la hermosura con que Jesús los ha dejado vestidos. ¡Todos hijos en el Hijo! ¡Todos amados en el Amado! ¡Todos bautizados en Cristo! La santidad, como sentido de la vida; la santidad para el camino, con la afirmación teológica más esperanzadora: “Lo veremos tal cual es”.

Un gran cartel está a la entrada de la fiesta. En él se puede leer una pregunta: “¿Quién puede hospedarse en tu tienda?” La respuesta la tienen todos en los labios: ¡Las bienaventuranzas! Entran los que viven las bienaventuranzas, que son la carta magna de la nueva humanidad. Don de Dios y tarea para el día a día. La dicha se asoma en los que han elegido ser pobres, limpios, verdaderos, justos, solidarios, sencillos. De esa forma se han dejado abrazar por el Dios que abraza toda la realidad humana.

En la fiesta de la gran familia de los hijos de Dios se respira comunión. “Creemos en la comunión de los santos”, en el intercambio de dones para que nadie se quede sin su ración de pan y gozo para el camino. La comunión fortalece toda debilidad, alienta toda desesperanza. Muchos hermanos y hermanas, que nos han precedido en el signo de la fe y han vivido el Evangelio, cruzan sin pudor toda frontera para seguir haciendo el bien en la tierra. Todos juntos, en el amor, en la santidad, hacemos visible a Dios, porque Dios es la fuente de toda santidad. Seamos santos porque Él es santo. (cipecar)

lunes, 29 de octubre de 2012

Séptimas moradas


"Pareceros ha, hermanas, que está dicho tanto en este camino espiritual, que no es posible quedar nada por decir. Harto desatino sería pensar esto; pues la grandeza de Dios no tiene término, tampoco le tendrán sus obras. ¿Quién acabará de contar sus misericordias y grandezas?" Así comienza Santa Teresa las séptimas moradas, centro del castillo, del alma, centro de uno mismo. Y es que por mucho que Teresa intente expresar lo que ella ha vivido, las palabras se le quedan pequeñas, para expresar este auténtico matrimonio espiritual entre Dios y la persona.

Hay algunas notas psicológicas y éticas, que caracterizan estas moradas: "Olvido de lo criado", "gran gozo interior, "deseo de servir, paz profunda" "Cesan los arrebatos místicos. Y sí, cesan, porque aquí, el hombre se ha hecho ya a la acción de Dios en él, y ni la psique, ni la naturaleza ponen ya obstáculo, a esta auténtica recreación.. En estas moradas: " se comunica el alma con las tres divinas personas" pues "nunca más se fueron de con ella".

¿Qué es para Teresa la santidad de un cristiano? Primero es un hecho trinitario, porque Dios es Padre, Hijo y Espíritu, un diálogo trinitario, que no se encierra en sí mismo, sino que entra en diálogo con el hombre que acoge este amor compartido. Pero la santdad es un hecho de plenitud humana: es la adultez y el desarrollo del hombre nuevo. La santidad es algo que desborda los estrechos límites del sujeto: es gracia para los otros, para la comunidad humana, para asumir en pleno la condición de "Siervo de Yahvé" que caracterizó la existencia de Jesús, que fue el hombre para los otros, que "pasó haciendo el bien, y liberando a los oprimidos por el mal". Es decir, la santidad cristiana, no es para uno mismo, sino que entraña un carisma de servicio a los hermanos: "¡Oh hermanas mías, qué olvidado debe tener su descanso, y qué poco se le debe de dar de honra, y qué fuera debe estar de querer ser tenida en nada el alma adonde está el Señor tan particularmente! Porque si ella está mucho con El, como es razón, poco se debe de acordar de sí; toda la memoria se le va en cómo más contentarle, y en qué o por dónde mostrará el amor que le tiene.
Para esto es la oración, hijas mías; de esto sirve este matrimonio espiritual: de que nazcan siempre obras, obras
". (7M 4,6)

jueves, 25 de octubre de 2012

No quedarse enanos


Hace unos días dialogaba con la comunidad de hermanos donde vivo la fe, y en un momento, salió a relucir que una cosa era lo litúrgico y otro la vida, en un sentido amplio. Era una explicación que venía a decir que una cosa es la oración y otra cosa compartir vida, la vida profana, se entiende. La verdad que me llenó de estupefacción.

Y es que para algunas personas, llevar una vida espiritual dependería del tiempo que dedico a los valores religiosos, aquellos que directamente hacen referencia al mundo de la interioridad o de Dios, en contraposición a lo profano. Pero la vida en el Espíritu de Dios es toda la vida Un cristiano ha de vivir los valores religiosos y profanos impregnados del Espíritu de Dios. Santa Teresa en las séptimas moradas habla de qué es ser espirituales de veras; y dice que no hay que poner el fundamento en sólo contemplar y rezar, porque si no se procuran virtudes (también las humanas), nos quedaremos enanos.

Espiritualidad se entiende, no una parte de la vida, sino toda la vida guiada por el Espíritu Santo. Y cuando uno se toma en serio la oración, se hace más consciente de las necesidades de los hermanos. El cristianismo es entrar en todas las realidades, en Cristo y con Él.

El problema de la división entre sagrado y profano, es que con esa visión, sólo los más "espirituales", los que pueden dedicar mucho tiempo a las "cosas de Dios", podrían tener vida mística. Y a esto, rotundamente hay que decir que no. No nos hacemos espirituales cuando huímos de la carne y de lo profano, sino cuando en toda nuestra vida nos dejamos llevar por el Espíritu de Dios. Ser mísitico es vivir hacia dentro y hacia fuera. Y la consecuencia de no guardar este equilibrio es muy negativa.

La vida cristiana sin mística se queda pequeña. La vida cristiana no es conseguir una perfección moral, cumplir unas normas para ser buenos. La vida cristiana es vivir ya ahora, en nuestra tierra, en nuestra cuerpo, en el ruído de las ciudades, y en el stress del trabajo, la comunión con Dios, una comunión con Dios vivida y experimentada, en la oración, pero también en la vida diaria, en todos los momentos. Lo que venimos describiendo en las moradas teresianas, no es algo reservado para unos privilegiados, sino que es el camino normal a que todo cristiano está llamado, cada uno en sus circunstancias.Y si uno es laicos, no ha de pasarse todo el día Domingo dedicado a asuntos religiosos, sino que ha de poder encontrarse con Dios en la dedicación a la familia, en el descanso y en el disfrute del tiempo libre.

Todos, todos, todos, estamos llamados a una vida de intimidad con Dios en Jesucristo. No sólo estamos llamados a ser buenos cristianos, en el sentido moral, sino a una comunión de amor, con la fuente misma del amor, que es Dios.

domingo, 21 de octubre de 2012

La Verdad de Dios


En la historia personal de Teresa, hay un momento en que ella misma tuvo la sensación de haber llegado a la verdad de Dios. Pues para entrar en las moradas séptimas, hay que liberarse de la mentira. Porque en el fondo de todo hombre anida algo de mentira y debe de caer en la cuenta de que Dios es la verdad donde no cabe lugar la mentira. Por eso, el allegarnos a Dios, en ente camino interior no sólo nos libera de nuestras mentiras e ilumina nuestras oscuridades, sino que nos introduce en el espacio focal de la verdad divina. Mentiras y males nuestros deben de quedar aniquilados por esa luz de la verdad que es Él.

De esta iluminación por la verdad de Dios, viene esa oscuridad, que experimenta el creyente. Es la noche oscura sanjuanista, y la noche de la fe que han experimentado muchos de los grandes seguidores de Jesús. A veces parece incluso que se ha perdido la fe, porque la verdad de Dios derrumba nuestras pobres imágenes de Dios, nuestras verdades sobre Él, el mundo y nosotros mismos.

La experiencia radical de la verdad de Dios, que hace libre al hombre, culmina en la humildad. Humildad es el gesto existencial de caminar en la verdad delante de Dios y de los otros, no queriendo que nos tengan en lo que no somos. Ser nada es nuestra radical condición de origen.Nuestro ser es pura deuda: lo hemos recibido. Por eso, Dios está tan implicado en el conocimiento verdadero del hombre. Por eso, la luz de su verdad es indispensable para librarnos de la mentira y andar en verdad.

Santa Teresa lo describe así: "También acaece, así muy de presto y de manera que no se puede decir, mostrar Dios en sí mismo una verdad, que parece deja oscurecidas todas las que hay en las criaturas, y muy claro dado a entender que El solo es verdad que no puede mentir; y dase bien a entender lo que dice David en un salmo, que todo hombre es mentiroso, lo que no se entendiera jamás así, aunque muchas veces se oyera. Es verdad que no puede faltar. Acuérdaseme de Pilatos lo mucho que preguntaba a nuestro Señor cuando en su Pasión le dijo qué era verdad , y lo poco que entendemos acá de esta suma Verdad.
Yo quisiera poder dar más a entender en este caso, mas no se puede decir. Saquemos de aquí, hermanas, que para conformarnos con nuestro Dios y Esposo en algo, será bien que estudiemos siempre mucho de andar en esta verdad. No digo sólo que no digamos mentira, que en eso, gloria a Dios, ya veo que traéis gran cuenta en estas casas con no decirla por ninguna cosa; sino que andemos en verdad delante de Dios  y de las gentes de cuantas maneras pudiéremos, en especial no queriendo nos tengan por mejores de lo que somos, y en nuestras obras dando a Dios lo que es suyo y a nosotras lo que es nuestro, y procurando sacar en todo la verdad, y así tendremos en poco este mundo, que es todo mentira y falsedad, y como tal no es durable"(6M 10, 5-7).

viernes, 19 de octubre de 2012

María de san José


El 19 de Octubre de 1603 murió en Cuerva (Toledo), dicen que de pena, desterrada del convento de Lisboa y en la carcel, María de san José, defensora del espíritu teresiano, en los díficiles tiempos en los años posteriores a la muerte de santa Teresa, donde el rigorismo y una observancia sin el humanismo y el equilibrio que santa Teresa había querido imprimir en la reforma del Carmelo, amenazaban esta obra de Dios y la herencia de santa Teresa.

Santa Teresa la tuvo en singular aprecio, y en una de sus cartas llega a afirmar: "Vuestra reverencia lo dice tan bien todo que, si mi parecer se hubiera de tomar, despues de muerta la eligieran por fundadora, y aun en vida muy de buena gana, que harto más sabe que yo y es mejor; esto es decir verdad. Un poco de experiencia le hago de ventaja; más de mí hay ya que hacer poco caso, porque se espantaría cuan vieja estoy, y cuán para poco..."(Carta 420). Por eso el gobierno de la Orden, le creó desde muy pronto un terreno artificioso, interesado en comprometerla, para retirarla de escena, pues se había vuelto incómoda para los que pretendían torcer el pensamiento y el espíritu de santa Teresa.

En vida, santa Teresa, mujer profundamente humana que desbordaba afectividad y ternura por los cuatro costados, le demuestra en sus cartas y se lo dice, el mucho amor que la tenía: "La quiero más de lo que piensa... que es con ternura...". "Con verdad le digo que ninguna priora que faltase sentiría lo que de vuestra reverencia; no sé como la quiero tanto" "Bien se le parece el amor que me tiene, según me da contento en todo. Ya lo tengo bien creído y yo le digo que aun me debe más, que yo me espanto de lo que la quiero. No tiene que pensar la hace en esto ninguna ventaja, porque no son todas tan para mi condición"." Auqnue yo la quería mucho, es ahora tanto más que me espanta, y así me dan deseos de verla y abrazarla mucho". Y es que los santos, nunca han tenido miedo de amar y de amar profundamente.

De hecho, María de san José es una de las grandes místicas en los orígenes de la reforma teresiana. ¿Qué le atraía más a santa Teresa de las muchas virtudes que tenía la Madre María? Posiblemente  algo que la hacía alma gemela a la suya: sus esperiencias místicas, y la "caridad y condición", que ha descubierto en ella. Quizá la condición no incluye sólo la inteligencia y demás valores humanos de la que estaba llena, sino en la bondad natural, la sencillez en el trato, la comprensión de las debilidades humanas, el rigor y la suavidad bien conjuntados, la discreción y la prudencia en el uso de la autoridad, maternal más que jurídica.

Frailes rigoristas, de mente estrecha, no se atrevieron a hacer la guerra contra una mujer grande, Teresa de Jesús, porque se imponía con su enorme, arroladora personalidad, con su sabiduría y santidad. Si contra ella no, entraron a saco en la herencia teresiana para hacerla suya, para reformar la reforma, pero en el campo de batalla se encontraron con mujeres de un temple extraordinario como dicípulas de la gran capitana: Ana de Jesús, María de san José, y una serie ilustre de hijas y discípulas.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Días de retiro


El que esto escribe, tiene unos días de vacaciones, y se va de retiro al desierto de las batuecas. Allí en la soledad de la ermita de san Elías, va a poner por obra, aquello de lo que predica: estar y vivir en la presencia del Dios vivo.

Por lo tanto hasta dentro de 10 días no actualizaré el blog.





Los santos, también han necesitado descansar, por eso os dejo, con un texto de santa Teresa, donde ella, ya mayor y enferma, expresa su deseo, y lo hace descansar "ocho días y más": " Había necesidad que yo fuese al monasterio de San José de Ávila, y así me partí luego (de Soria) con harta gran calor. Y el camino que había era muy malo para carro (...). Aunque quien iba con nosotras sabía el camino hasta Segovia, no el camino de carro. Y así nos llevaba este mozo por partes que veníamos a apearnos muchas veces, y llevaban el carro casi en peso por unos despeñaderos grandes (...). Yo tenía pena por el que iba con nosotras, porque ya que nos habían dicho que íbamos bien, era menester tornar a desandar lo andado (...). Llegamos a San José de Segovia víspera de San Bartolomé, adonde estaban nuestras monjas penadas por lo que tardaba, que, como el camino era tal, fue mucho. Allí nos regalaron, que nunca Dios me da trabajo que no le pague luego, y descansé ocho y más días".




15 de Octubre: Santa Teresa de Jesús, nuestra Madre


¡Santa Madre Teresa de Jesús!
tú te pusiste totalmente al servicio del amor:
enséñanos a caminar con determinación
y fidelidad
en el camino de la oración interior
con la atención puesta en el Señor Dios Amor
siempre presente en lo más íntimo de nuestro ser.
Fortalece en nosotros el fundamento
de la verdadera humildad,
de un renovado desprendimiento,
del amor fraterno incondicional,
en la escuela de María, nuestra Madre.
Comunícanos tu ardiente amor apostólico
 y el deseo de entrega a los demás
Que Jesús sea nuestra alegría,
nuestra esperanza y nuestro dinamismo,
Fuente inagotable
de la más profunda intimidad.
Enséñanos a orar de todo corazón contigo:
«Vuestra soy, Señor, para Vos nací
¿qué mandáis hacer de mí?» Amén.

¿Qué hacer en las sextas moradas?

Una vez pasada esta prueba será necesario escuchar de nuevo su Palabra. Su llamada será luz que estalla en nuestro interior y lo ilumina para conocer más al Jesús histórico y experimentar su Humanidad. La consigna será “Poner los ojos en Cristo” y esto requiere atención, cuidado, empeño, afición y cariño. Necesitamos una compañía estable en las pruebas de nuestra vida. Dejó que Dios aumente mi amor y mis deseos de Él. Sentirme profundamente amado por Dios. “Te quiero entrañablemente. Te quiero siempre. Hagas lo que hagas en mi compañía y mi amor nunca se separaran de Ti”. Dios nos enseña a amar amándonos. Todo lo anterior ha sido una preparación para esto. Cuando alguien se siente tan profundamente amado le dan ganas de lanzarse a los brazos del Amado con profundo agradecimiento.

Mirando lo que Su Majestad hace con ella y tornándose a mirar así, cuán poco sirve para lo que está obligada, y eso poquillo que hace lleno de faltas y quiebras y flojedad, que por no se acordar de cuán imperfectamente hace alguna obra, si la hace, tiene por mejor procurar que se le olvide y traer delante sus pecados y meterse en la misericordia de Dios, que, pues no tiene con qué pagar, supla la piedad y misericordia que siempre tuvo con los pecadores.(6 M, 5, 5)
Creedme que es lo más seguro no querer sino lo que quiere Dios, que nos conoce más que nosotros mismos y nos ama. Pongámonos en sus manos, para que sea hecha su voluntad en nosotras, y no podemos errar, si con determinada voluntad nos estamos siempre en esto. (6,M, 9, 10)

Recuerdo las Palabras de Dios más fuertes escuchadas en mi vida y me pregunto: ¿Qué me revelan de mí misma, de mi identidad, de Dios, de la misión que me encomienda? ¿Quién es Jesús para mí? Tomo conciencia de mis deseos más profundos ¿Estos se centran y apuntan al deseo de Dios? Le doy gracias porque pone en mí sed de Él.

lunes, 8 de octubre de 2012

La humanidad de Jesús


En tiempos de Teresa, había entre los espirituales una corriente muy fuerte y muy influyente, que decía que para llenar a la unión con la divinad en los estados más superiores, había que prescindir de los corpóreo, e incluso de la humanidad de Jesús. Teresa, que los leyó con fluidez, siguió este camino al comienzo, pero pronto se dió cuenta que ese camino era errado.

¿Qué entiende Teresa por humanidad de Cristo? Humanidad de Jesús para ella, es el Jesús de la historia de la Salvación. Ante todo, el Jesús histórico, enmarcado en tiempo y lugar, y personas y modales: su ser, su hacer, su padecer. Sentimientos interiores y acontecimientos exteriores. Sus palabras y su amor. Su cercanía a los pobres, y su intimidad con los discípulos.

Presta atención especial al misterio Pascual de Jesús, que sufre la Pasión y Resucita glorioso. Y también con expresa ampliación al Jesús del Sacramento Eucarístico. Pero a la vez, humanidad que se integra en el misterio de su persona, en la que "divino y humano junto" constituyen el entramado misterioso de su ser y de su historia.

Para ella, la humanidad de Jesús constituye el centro insuplantable de la vida cristiana. Por eso, sostendrá que  la más alta contemplación mística tiene por objeto normal los misterios de Jesús y de su humanidad. Por eso, el creyente, lo mismo que el orante contemplativo, llega a las gracias sumas de la experiencia cristiana, a través de la humanidad de Cristo, sacramento frontal de todas las gracias, único camino hacia Dios.

Teresa no tuvo miedo a la humanidad de Cristo. Cristo era para ella "buen amigo", "Esposo", "modelo", "consuelo en los trabajos". Y por eso, unvitará una y otra vez a mirararle, a contemplar su vida para saber imitarlo.


jueves, 4 de octubre de 2012

Muerte de santa Teresa


La noche del 4 de Octubre de 1582 terminaba Teresa su vida en la villa ducal de Alba de Tormes. Al día siguiente, debido a la reforma gregoriana del calendario amanecía el día 15 de Octubre, en cuyo día, celebramos su fiesta.

LLega Teresa a Alba de Tormes cansada de la última fundación de Burgos. Una fundación dificil con muchos contratiempos, e inundación incluída. Allí en Burgos había terminado el libro de las Fundaciones, cuando todavía no era consciente que esa era su última fundación.

Atras quedan 17 conventos de Carmelitas Descalzas levantada por la santa andariega. Una monja contemplativa, que recorrió los caminos de España, sembrando nuestro paises de pequeñas comunidades evangélicas, fraternas, todas ellas orientadas a la oración y contemplación.

Saliendo de Burgos pasó por Palencia, Valladolid, cuya priora y sobrina la echó del convento, Medina del Campo, cuya priora también la despreció. LLega a Alba de Tormes, el 20 de Septiembre, con la salud muy deteriorada, y va empeorando lentamente.

Teresa tiene en su mente regresar a Ávila, el primer palomarcito teresiano y el más querido, donde ha decaído el fervor. También quiere fundar en Madrid, en la corte, cuyo rey Felipe II tanto ha favorecido la reforma. La santa, que tanto había deseado la muerte para estar con Cristo, tiene mil proyectos en su cabeza y no percibe que el invierno ya ha pasado y que es hora que la paloma remonte el vuelo.

Pero la evidencia se impone. Teresa se acaba. Cuando se da cuenta, Teresa no deja de tener en sus labios, versículos del salmo Miserere. Se sabe una pecadora, que va a cantar las misericordias del Señor para siempre.

Ella que había sufrido la persecución de su Orden del Carmen, de la inquisición,  e incluso del nuncio del Papa, al fin, muere hija de la Iglesia.

Termina la vida de una mujer, que entro al convento para no ir al purgatorio, y para no tener que soportar a un marido. Pero que terminó enamorada de Cristo con tanta pasión, que no quiso la vida para otra cosa que para imitarle. Pero Teresa sigue viva. Esta santa andariega, continúa alentando la vida de los creyentes invitándolos a la amistad con Jesucristo, una amistad viva, que transforma la propia vida. Teresa sigue viva, sí, como decía fray Luis de León, en sus hijas y en sus escritos.

martes, 2 de octubre de 2012

6 moradas (I)


En este periodo el místico vive intensamente las realidades terrestres, pero en vigilante espera del encuentro definitivo con Cristo; por eso, podemos hablar de un periodo de tensión escatológica. En las sextas moradas, hay un predominio claro de la vida teologal, con grandes impulsos de amor.

Cristo se hace presente de una manera admirable "adonde divino y humano junto es siempre compañía". Estas moradas sextas son las vividas por Teresa en el castillo de su propia alma. Por eso, nos dará todo un arsenal de datos de alta vida espiritual: heridas de amor, éxtasis y otros fenómenos místicos.

El ingreso en las sextas moradas trae consigo la noche: entrada y travesía de una larga escalada de "grandes trabajos" y pruebas purificadoras. La noche es para Teresa una prueba dolorosa y total, a que es sometido el místico de forma exhaustiva: desde fuera y desde dentro de sí mismo. La relación con Dios se vuelve un sentimiento de ausencia y desamparo.

Pero la función de la noche es aquilatra los ojos para entrar en la luz del amanecer. El hombre viejo no puede ver a Dios y quedar con vida. Teresa está convencida que para recibir las joyas que al alma se le han de dar indipensable un lavado profundo del espíritu, desarraigándolo de tanta escoria como normalmente le aqueja.

"Por cierto que algunas veces lo considero y que temo que si se entendiesen antes, sería dificultosísimo determinarse la flaqueza natural para poderlo sufrir, ni determinarse a pasarlo, por bienes que se le representasen, salvo si no hubiese llegado a la séptima morada, que ya allí nada no se teme de arte que no se arroje muy de raíz el alma a pasarlo por Dios. Y es la causa que está casi siempre tan junta a Su Majestad, que de allí le viene la fortaleza. Creo será bien contaros algunos de los que yo sé que se pasan con certidumbre. Quizá no serán todas las almas llevadas por este camino, aunque dudo mucho que vivan libres de trabajos de la tierra de una manera o de otra las almas que a tiempos gozan tan de veras de cosas del cielo". (6M 1, 2)

miércoles, 26 de septiembre de 2012

5Moradas: Peligros


El gran espejismo que, en estas moradas, puede ocurrirle al espiritual, es pensar que tiene verdadero amor a Dios, sin mojarse las manos en el amor a los hermanos. Es algo que fácimente puede ocurrirle al hombre espiritual, o, al especialmente dedicado a la oración.

En las quintas moradas, estas almas tiene dos tentaciones. La primera es querer aparentar lo que no son. La soberbia, les hace buscar formas estravagantes para que la gente sepa lo mucho que rezan. Les gusta pasar muchas horas de rodillas, que se sepa lo mucho que ayunan, y andar cabizbajos y mirando al suelo. Pero a la hora de la verdad fallan: "Yo gusto algunas veces de ver unas almas, que, cuando están en oración, les parece querrían ser abatidas y públicamente afrentadas por Dios, y después una falta pequeña encubrirían si pudiesen, o que si no la han hecho y se la cargan, Dios nos libre" (5M 3,10)

Estas personas han perdido el camino. No buscan a Dios, sino a sí mismas y la tranquilidad y los gustos que encuentran en el recogimiento. Por eso, santa Teresa prosigue describiendo a estas almas encapotadas: "Cuando yo veo almas muy diligentes a entender la oración que tienen y muy encapotadas cuando están en ella, que parece no se osan bullir ni menear el pensamiento porque no se les vaya un poquito de gusto y devoción que han tenido, háceme ver cuán poco entienden del camino por donde se alcanza la unión, y piensan que allí está todo el negocio".( 5M 3, 11)

Para Santa Teresa el camino de la unión con Dios, está muy claro y no hay otro. No hay más camino para llegar a Dios, que el camino de Jesús, el camino del Evangelio:" Que no, hermanas, no; obras quiere el Señor, y que si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio, no se te dé nada de perder esa devoción y te compadezcas de ella; y si tiene algún dolor, te duela a tí; y si fuere menester, lo ayunes, porque ella lo coma, no tanto por ella, como porque sabes que tu Señor quiere aquello. Esta es la verdadera unión con su voluntad, y que si vieres loar mucho a una persona te alegres más mucho que si te loasen a tí. Esto, a la verdad, fácil es, que si hay humildad, antes tendrá pena de verse loar. Mas esta alegría de que se entiendan las virtudes de las hermanas es gran cosa, y cuando viéremos alguna falta en alguna, sentirla como si fuera en nosotras y encubrirla" (5M 3, 11). Y no quiero dejar este post, sin recalcar esto último que la santa comenta: alegrarnos de que se sepan las cosas buenas de los demás y encubrir las faltas de nuestros hermanos. ¡Cuánto necesitamos esto en nuestras comunidades!!

5 Moradas: ¿Cómo se llega a la unión?


El cristiano llega a la unión cuando desde lo hondo de su voluntad se conforma con la voluntad de Dios. Ocurrirá esto cuando sea capaz de decir, no sólo con los labios, sino con la vida y los hechos, el "hágase tu voluntad".

Al cristiano seguirán doliéndole tantos acontecimientos adversos de la vida, permitidos a  dispuestos por la misteriosa, y , a veces, incomprensible voluntad de Dios. Pero a través de ellos deberá lograr la sumisión del corazón, por amor.

Para la unión se requiere "amor de Dios y de los hermanos", porque el amor es unitivo; y por eso, ella nos avisa: " la más cierta señal que hay si guardamos estas dos cosas ( el amor a Dios y al prójimo) es guardando bien la del amor al prójimo;porque si amamos a Dios no se puede saber, aunque hay indicios grandes para entender que le amamos; mas el amor del prójimo, sí" (5M 3,8). Y esto, porque en Dios, está la fuente del amor humano. Lo que Teresa ha anhelado toda su vida, que es amar y entregarse a Dios, lo encuentra en el amor a los hermanos, para hacer así la voluntad de Él.

Santa Teresa se muestra exigente en el amor del prójimo, como buena espiritual. Ella, que ha comenzado viviendo una espiritualidad intimista, centrada en su propia santidad, y en sus relaciones espirituales con Dios, a medida que va avanzando en su camino hacia Dios, o más bien, el encuentro con Dios, le va haciendo descubrir que a Dios sólo lo puede encontrar en el amor al prójimo: "¡Oh hermanas, cómo se ve claro adónde está de veras el amor del prójimo en algunas de vosotras, y en las que no está con esta perfección! Si entendieseis lo que nos importa esta virtud, no traeríais otro estudio" (5M 3, 10)

lunes, 24 de septiembre de 2012

5 Moradas


"¡Oh hermanas!, ¿cómo os podría yo decir la riqueza y tesoros y deleites que hay en las quintas moradas? Creo fuera mejor no decir nada de las que faltan, pues no se ha de saber decir ni el entendimiento lo sabe entender ni las comparaciones pueden servir de declararlo, porque son muy bajas las cosas de la tierra para este fin.
Enviad, Señor mío, del cielo luz para que yo pueda dar alguna a estas vuestras siervas, pues sois servido de que gocen algunas de ellas tan ordinariamente de estos gozos, porque no sean engañadas, transfigurándose el demonio en ángel de luz, pues todos sus deseos se emplean en desear contentaros. Y aunque dije «algunas», bien pocas hay que no entren en esta morada que ahora diré
". (5M 1,1)

Estamos ya en las quintas moradas. Teresa ha vivido, no sin sorpresa, un proceso de cambio en la propia vida, remodelada por una fuerza superior, operando una misteriosa reinserción de su persona entera -cuerpo y alma- en la esfera trascendente de la vida de Dios. Pero la unión del hombre con Dios pasa a través de la muerte: una manera de muerte radical a la anterior forma de vida humana, tan arraigada a lo terrestre, tan limitada por el lastre del mal y del pecado.

Este paso por la muerte es para renacer a otra manera de vivir, con horizontes nuevos, con psicología nueva, con nueva apertura a lo trascendente. Quien hace esta obra es Dios; y es una actuación absolutamente gratuita.

Para Teresa, el hombre "pobre gusano, grande y feo", nace para convertirse en mariposa, blanca y maravillosa. Una mariposa nacida para volar y ser libre. Así entiende ella el sentido profundo de su existencia. Pero de la misma manera que el feo gusano de seda tiene que pasar por la oscuridad del caparazon, así la persona ha de pasar por la muerte al hombre viejo, para nacer lleno de la vida nueva en Dios. Las quintas moradas, es el comienzo de una nueva vida; la fuerza de Dios actúa incluso en las zonas interiores de la persona que se resisten a la vida nueva, y eso provoca a veces sufrimiento, un sufrimiento que es el presagio de una vida nueva en libertad y amor.

viernes, 21 de septiembre de 2012

4 Moradas: el nacimiento de un contemplativo


Una de las grandes convicciones de santa Teresa es que la oración plasma la vida. Por eso, ella insistirá tanto en la práctica de la oración, y anima continuamente a vivir cada vez más la amistad con Jesucristo. En las cuartas moradas, que estamos viviendo, en que se dan los inicios de la oración mísitca, estas gracias, cambian la fisonomía del orante. Esto se debe a que la amistad posee una dinámica secreta que tiende a igualar las condiciones de los dos amigos. El trato de amistad con Dios acerca al orante a la manera de ser del amigo fuerte que es Dios. La asiduidad en la oración, especialmente el ingreso y progreso en la oración contemplativa, va marcando en el orante los rasgos que lo configuran con Jesús.

Al comenzar las cuartas moradas, la oración contemplativa mística, es normal que la iniciativa de Dios y la infusión de luz y amor en el orante "dejan mejores efectos". Efectos que no sólo se patentizan en los esporádicos momentos de recogimiento de la mente, sino que se desbordan en la vida total del contemplativo, condicionando su conducta fraterna, configurando sus coordenadas psicológicas, y sobretodo, marcando más y mas en él, la dimensión teologal y cristológica, el primado de Dios en la vida y en la acción. Por eso, todo contemplativo pasa a ser un enamorado, con cierta dosis de "amor loco".

En el contemplativo se unifica la vida. Cesa la inevitable dicotomía entre oración y acción, entre atención a lo trascendente y presencia a las tareas de lo cotidiano, incluso en las aparentemente más rastreras y vulgares: "Marta y María andan juntas". Cuidado que aquí se juega la verdadera contemplación. El contemplativo no es un hombre de ojos en blanco y pies sin pisar tierrra. El contemplativo es un enamorado, que por la acción de Dios, hace presente en su vida en la de los demás el reino de Dios.

El contemplativo es un renacido. Estrena vida nueva. Pero la comienza como un niño. Por eso es una vida frágil. Está en dependencia total de la Madre-Dios. Está llamado a crecer, pero con el riesgo de la atrofia y de la involución. No se le dispensa de hacer, servir, trabajar y crecer, pero en cualquier etapa del proceso, es y vive más, por lo que recibe que por lo que hace.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

La oración en las 4 Moradas

Agua y fuego simbolizan la nueva forma de oración que ahora caracteriza la relación del hombre con Dios en ternura y ardor de la voluntad. Es la voluntad la que por mnomentos se une a Dios. El ingreso en la experiencia mística se hace desde la voluntad; es decir, desde el amor de Dios, que penetra y fecunda el corazón del hombre.


En la vida de fe y en nuestra relación con Dios hay zonas de gratuidad absoluta, pendientes de la pura iniciativa divina, vivencias que acontecen en la misteriosa lógica del amor trascendente, fuera del alcance y más allá de las horas marcadas por el relog de la madurez humana. Estamos en la esfera de la gracia. Las otorga Él al hombre "porque quiere y no por más", como dice la santa.

El ingreso en las moradas cuartas, y consiguientemente en la experiencia mística, no está marcado por un cambio de conducta ética por parte del hombre. Es obra de un nuevo tipo de gratuidad amorosa por parte de Dios. En la estructura misma del hombre, hay unas capas profundas que ahora se vuelven hontanar misterioso bajo la iniciativa de El. En la progresiva relación del hombre con Dios juegan un papel decisivo el amor y la voluntad. El hombre comienza a amar de una forma absolutamente nueva, precisamente porque experimenta el amor que Dios derrama sobre él.

Hay unas formas de oración en las que actuamos y oramos nosotros. Hay otras en que es el Espíritu de Jesús el que ora en nosotros y nos asocia a su oración. Estas dos dimensiones se manifiestan en la oración de recogimiento. Hay una educación de los sentidos, o una pedagogía del recogimiento con la que logramos interiorizarnos y contemplar amorosamente la Palabra de Dios. Pero hay también otra forma de recogimiento que está más allá de la pedagogía y de las técnicas humanas, y entra en la dinámica del amor que se derrama en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es otorgado.

En las cuartas moradas entramos en la esfera de la pura gratuidad. A veces le es difícil al hombre entender esto. Por eso, cuando entra en esta esfera, nace una nueva forma de amar, gratuita, sin posesiones ni posesionados. Es el amor puro, que sólo puede venir de Dios, y que se derrama gratuitamente en nosotros.

lunes, 17 de septiembre de 2012

San Alberto de Jerusalen, legislador de la Orden


rule.preview.jpgNacido hacia la mitad del siglo XII en la ciudad de Castel Gualtieri en Emilia (Italia), ingresó en los Canónicos Regulares de la Santa Cruz de Mortara (Pavía), y fue su prior en 1180. Obispo de Bobbio en 1184, es trasladado al año siguiente a Vercelli, donde gobernó durante veinte años.

Fue elegido en 1205 Patriarca de Jerusalén y poco después nombrado legado papal para la provincia eclesiástica de Jerusalén. Llegó a Palestina a principios de 1206 y fijó su residencia en Accon (Acre), al estar Jerusalén ocupada por los sarracenos. En Palestina desarrolló una notable actividad de pacificación no sólo entre los cristianos, sino también entre éstos y los no cristianos, y realizó su misión con gran energía. Durante su patriarcado, reunió en comunidad a los ermitaños del Monte Carmelo y les dió una Regla. El 14 de septiembre de 1214, durante una procesión, Alberto fue asesinado a puñaladas por el Maestro del Hospital del Espíritu Santo, al cual había reprendido y depuesto de su cargo por su mala vida.

Por los años 1206-1209, a petición de los eremitas que moraban en el Monte Carmelo, entregó al "hermano  Brocardo y compañeros" una Norma de vida o Regla, que llamamos "Regla de San Alberto".

Alberto codificó en breves trazos, ricos en citas bíblicas, la tradición monástica del Carmelo. Son normas concretas y prescripciones disciplinares. insiste, sobre todo, en la meditación de la Palabra de Dios para mejor servir a Jesucristo, en la oración, silencio, mortificación y trabajo.

La norma de vida de San Alberto, dada a los Carmelitas entre los años de 1206 y 1214, y aprobada definitivamente como verdadera y propia Regla del Carmen por Inocencio IV en el año 1247, ha tenido algunas mitigaciones no incluídas en el texto. Santa Teresa en el siglo XVI, intenta volver a la pureza original de la Regla, suprimiendo las mitigaciones, pero acepta plenamente la vida comunitaria y fraterna, aun conservando el espíritu eremítico.
 
La Regla Carmelita afirma que es fundamental: "vivir en obsequio de Jesucristo y servirle fielmente con corazón puro y buena conciencia" (n.2). Para vivir siguiendo las huellas de Jesucristo los Carmelitas se dedican más especialmente a:
     • desarrollar la dimensión contemplativa del ser humano abriéndose al diálogo con Dios
     • tratarse como hermanos con caridad plena
     • meditar día y noche la Palabra del Señor
     • orar juntos o solos muchas veces al día
     • celebrar cada día la eucaristía, no como rito, sino con lo que está significa: actualizar la entrega de Cristo, en una comunidad de hermanos sentados a una misma mesa.
     • trabajar con las propias manos, como el apóstol Pablo para ganarse el sustento y ayudar a los necesitados.
     • purificarse de toda mancha de pecado
     • vivir pobremente, poniendo en común los pocos bienes
     • amar la Iglesia y a todas las gentes
     • conformar la propia voluntad con la de Dios buscada en la fe con diálogo y discernimiento

La Regla Carmelita es la más breve entre las Reglas conocidas, y compuesta casi exclusivamente de preceptos bíblicos. Aun hoy es rica de inspiración para la vida.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Los santos ayunos


Guardad ayuno todos los días, menos los domingos, desde la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz hasta el día de la Resurrección del Señor, a no ser que la enfermedad o debilidad física u otra causa razonable aconseje su dispensa, pues la necesidad no está sujeta a ley (Regla 14)
Hoy, 14 de Septiembre, con la fiesta de la exaltación de la santa Cruz, comienzan en la tradición del Carmelo los santos ayunos. Es la gran cuaresma monástica que va desde este día hasta la celebración de la Pascua. Es un tiempo de mayor recogimiento, porque la oración exige la purificación profunda del corazón y del alma, para que la unión con Dios no se ponga en algún “gusto o sentimiento sensible”, ni en suavidad espiritual, sino en pureza de fe (Cf. Noche 1, 5-6)

El carmelita recuerda de forma especial en este tiempo que “no solo de pan vive el hombre”, y que en su camino hacia Dios ha de reconocer su debilidad y su dependencia total de Aquel que lo llama a una íntima comunión de amor. Para tal empresa de vida espiritual nos prepara la ascesis teresiana que es toda evangélica, impregnada de amor y alegría espiritual. Sí, alegría, porque no se crean que el carmelita vive este tiempo con tristeza o pesadumbre. Más al contrario, es un tiempo en que su corazón permanece en vela, en tensión hacia Dios; y al mismo tiempo puede ayudar con su austeridad a las necesidades de sus hermanos los hombres, que padecen necesidad.

Pero el ayuno no sólo consiste en comer menos, en sentir la necesidad del alimento, sino que el ayuno también es romper todo yugo, es compartir el pan con el hambriento, es acoger en su casa y en su vida a los pobres sin hogar,y a tantos pobres de todo tipo del mundo moderno: pobres de compañía, de soledad, de sufrimiento, cubrir al prójimo cuando lo ves desnudo y en no esconderse de quien es de tu propia carne.