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domingo, 21 de octubre de 2012

La Verdad de Dios


En la historia personal de Teresa, hay un momento en que ella misma tuvo la sensación de haber llegado a la verdad de Dios. Pues para entrar en las moradas séptimas, hay que liberarse de la mentira. Porque en el fondo de todo hombre anida algo de mentira y debe de caer en la cuenta de que Dios es la verdad donde no cabe lugar la mentira. Por eso, el allegarnos a Dios, en ente camino interior no sólo nos libera de nuestras mentiras e ilumina nuestras oscuridades, sino que nos introduce en el espacio focal de la verdad divina. Mentiras y males nuestros deben de quedar aniquilados por esa luz de la verdad que es Él.

De esta iluminación por la verdad de Dios, viene esa oscuridad, que experimenta el creyente. Es la noche oscura sanjuanista, y la noche de la fe que han experimentado muchos de los grandes seguidores de Jesús. A veces parece incluso que se ha perdido la fe, porque la verdad de Dios derrumba nuestras pobres imágenes de Dios, nuestras verdades sobre Él, el mundo y nosotros mismos.

La experiencia radical de la verdad de Dios, que hace libre al hombre, culmina en la humildad. Humildad es el gesto existencial de caminar en la verdad delante de Dios y de los otros, no queriendo que nos tengan en lo que no somos. Ser nada es nuestra radical condición de origen.Nuestro ser es pura deuda: lo hemos recibido. Por eso, Dios está tan implicado en el conocimiento verdadero del hombre. Por eso, la luz de su verdad es indispensable para librarnos de la mentira y andar en verdad.

Santa Teresa lo describe así: "También acaece, así muy de presto y de manera que no se puede decir, mostrar Dios en sí mismo una verdad, que parece deja oscurecidas todas las que hay en las criaturas, y muy claro dado a entender que El solo es verdad que no puede mentir; y dase bien a entender lo que dice David en un salmo, que todo hombre es mentiroso, lo que no se entendiera jamás así, aunque muchas veces se oyera. Es verdad que no puede faltar. Acuérdaseme de Pilatos lo mucho que preguntaba a nuestro Señor cuando en su Pasión le dijo qué era verdad , y lo poco que entendemos acá de esta suma Verdad.
Yo quisiera poder dar más a entender en este caso, mas no se puede decir. Saquemos de aquí, hermanas, que para conformarnos con nuestro Dios y Esposo en algo, será bien que estudiemos siempre mucho de andar en esta verdad. No digo sólo que no digamos mentira, que en eso, gloria a Dios, ya veo que traéis gran cuenta en estas casas con no decirla por ninguna cosa; sino que andemos en verdad delante de Dios  y de las gentes de cuantas maneras pudiéremos, en especial no queriendo nos tengan por mejores de lo que somos, y en nuestras obras dando a Dios lo que es suyo y a nosotras lo que es nuestro, y procurando sacar en todo la verdad, y así tendremos en poco este mundo, que es todo mentira y falsedad, y como tal no es durable"(6M 10, 5-7).

miércoles, 10 de octubre de 2012

¿Qué hacer en las sextas moradas?

Una vez pasada esta prueba será necesario escuchar de nuevo su Palabra. Su llamada será luz que estalla en nuestro interior y lo ilumina para conocer más al Jesús histórico y experimentar su Humanidad. La consigna será “Poner los ojos en Cristo” y esto requiere atención, cuidado, empeño, afición y cariño. Necesitamos una compañía estable en las pruebas de nuestra vida. Dejó que Dios aumente mi amor y mis deseos de Él. Sentirme profundamente amado por Dios. “Te quiero entrañablemente. Te quiero siempre. Hagas lo que hagas en mi compañía y mi amor nunca se separaran de Ti”. Dios nos enseña a amar amándonos. Todo lo anterior ha sido una preparación para esto. Cuando alguien se siente tan profundamente amado le dan ganas de lanzarse a los brazos del Amado con profundo agradecimiento.

Mirando lo que Su Majestad hace con ella y tornándose a mirar así, cuán poco sirve para lo que está obligada, y eso poquillo que hace lleno de faltas y quiebras y flojedad, que por no se acordar de cuán imperfectamente hace alguna obra, si la hace, tiene por mejor procurar que se le olvide y traer delante sus pecados y meterse en la misericordia de Dios, que, pues no tiene con qué pagar, supla la piedad y misericordia que siempre tuvo con los pecadores.(6 M, 5, 5)
Creedme que es lo más seguro no querer sino lo que quiere Dios, que nos conoce más que nosotros mismos y nos ama. Pongámonos en sus manos, para que sea hecha su voluntad en nosotras, y no podemos errar, si con determinada voluntad nos estamos siempre en esto. (6,M, 9, 10)

Recuerdo las Palabras de Dios más fuertes escuchadas en mi vida y me pregunto: ¿Qué me revelan de mí misma, de mi identidad, de Dios, de la misión que me encomienda? ¿Quién es Jesús para mí? Tomo conciencia de mis deseos más profundos ¿Estos se centran y apuntan al deseo de Dios? Le doy gracias porque pone en mí sed de Él.

lunes, 8 de octubre de 2012

La humanidad de Jesús


En tiempos de Teresa, había entre los espirituales una corriente muy fuerte y muy influyente, que decía que para llenar a la unión con la divinad en los estados más superiores, había que prescindir de los corpóreo, e incluso de la humanidad de Jesús. Teresa, que los leyó con fluidez, siguió este camino al comienzo, pero pronto se dió cuenta que ese camino era errado.

¿Qué entiende Teresa por humanidad de Cristo? Humanidad de Jesús para ella, es el Jesús de la historia de la Salvación. Ante todo, el Jesús histórico, enmarcado en tiempo y lugar, y personas y modales: su ser, su hacer, su padecer. Sentimientos interiores y acontecimientos exteriores. Sus palabras y su amor. Su cercanía a los pobres, y su intimidad con los discípulos.

Presta atención especial al misterio Pascual de Jesús, que sufre la Pasión y Resucita glorioso. Y también con expresa ampliación al Jesús del Sacramento Eucarístico. Pero a la vez, humanidad que se integra en el misterio de su persona, en la que "divino y humano junto" constituyen el entramado misterioso de su ser y de su historia.

Para ella, la humanidad de Jesús constituye el centro insuplantable de la vida cristiana. Por eso, sostendrá que  la más alta contemplación mística tiene por objeto normal los misterios de Jesús y de su humanidad. Por eso, el creyente, lo mismo que el orante contemplativo, llega a las gracias sumas de la experiencia cristiana, a través de la humanidad de Cristo, sacramento frontal de todas las gracias, único camino hacia Dios.

Teresa no tuvo miedo a la humanidad de Cristo. Cristo era para ella "buen amigo", "Esposo", "modelo", "consuelo en los trabajos". Y por eso, unvitará una y otra vez a mirararle, a contemplar su vida para saber imitarlo.


martes, 2 de octubre de 2012

6 moradas (I)


En este periodo el místico vive intensamente las realidades terrestres, pero en vigilante espera del encuentro definitivo con Cristo; por eso, podemos hablar de un periodo de tensión escatológica. En las sextas moradas, hay un predominio claro de la vida teologal, con grandes impulsos de amor.

Cristo se hace presente de una manera admirable "adonde divino y humano junto es siempre compañía". Estas moradas sextas son las vividas por Teresa en el castillo de su propia alma. Por eso, nos dará todo un arsenal de datos de alta vida espiritual: heridas de amor, éxtasis y otros fenómenos místicos.

El ingreso en las sextas moradas trae consigo la noche: entrada y travesía de una larga escalada de "grandes trabajos" y pruebas purificadoras. La noche es para Teresa una prueba dolorosa y total, a que es sometido el místico de forma exhaustiva: desde fuera y desde dentro de sí mismo. La relación con Dios se vuelve un sentimiento de ausencia y desamparo.

Pero la función de la noche es aquilatra los ojos para entrar en la luz del amanecer. El hombre viejo no puede ver a Dios y quedar con vida. Teresa está convencida que para recibir las joyas que al alma se le han de dar indipensable un lavado profundo del espíritu, desarraigándolo de tanta escoria como normalmente le aqueja.

"Por cierto que algunas veces lo considero y que temo que si se entendiesen antes, sería dificultosísimo determinarse la flaqueza natural para poderlo sufrir, ni determinarse a pasarlo, por bienes que se le representasen, salvo si no hubiese llegado a la séptima morada, que ya allí nada no se teme de arte que no se arroje muy de raíz el alma a pasarlo por Dios. Y es la causa que está casi siempre tan junta a Su Majestad, que de allí le viene la fortaleza. Creo será bien contaros algunos de los que yo sé que se pasan con certidumbre. Quizá no serán todas las almas llevadas por este camino, aunque dudo mucho que vivan libres de trabajos de la tierra de una manera o de otra las almas que a tiempos gozan tan de veras de cosas del cielo". (6M 1, 2)