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miércoles, 19 de septiembre de 2012

La oración en las 4 Moradas

Agua y fuego simbolizan la nueva forma de oración que ahora caracteriza la relación del hombre con Dios en ternura y ardor de la voluntad. Es la voluntad la que por mnomentos se une a Dios. El ingreso en la experiencia mística se hace desde la voluntad; es decir, desde el amor de Dios, que penetra y fecunda el corazón del hombre.


En la vida de fe y en nuestra relación con Dios hay zonas de gratuidad absoluta, pendientes de la pura iniciativa divina, vivencias que acontecen en la misteriosa lógica del amor trascendente, fuera del alcance y más allá de las horas marcadas por el relog de la madurez humana. Estamos en la esfera de la gracia. Las otorga Él al hombre "porque quiere y no por más", como dice la santa.

El ingreso en las moradas cuartas, y consiguientemente en la experiencia mística, no está marcado por un cambio de conducta ética por parte del hombre. Es obra de un nuevo tipo de gratuidad amorosa por parte de Dios. En la estructura misma del hombre, hay unas capas profundas que ahora se vuelven hontanar misterioso bajo la iniciativa de El. En la progresiva relación del hombre con Dios juegan un papel decisivo el amor y la voluntad. El hombre comienza a amar de una forma absolutamente nueva, precisamente porque experimenta el amor que Dios derrama sobre él.

Hay unas formas de oración en las que actuamos y oramos nosotros. Hay otras en que es el Espíritu de Jesús el que ora en nosotros y nos asocia a su oración. Estas dos dimensiones se manifiestan en la oración de recogimiento. Hay una educación de los sentidos, o una pedagogía del recogimiento con la que logramos interiorizarnos y contemplar amorosamente la Palabra de Dios. Pero hay también otra forma de recogimiento que está más allá de la pedagogía y de las técnicas humanas, y entra en la dinámica del amor que se derrama en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es otorgado.

En las cuartas moradas entramos en la esfera de la pura gratuidad. A veces le es difícil al hombre entender esto. Por eso, cuando entra en esta esfera, nace una nueva forma de amar, gratuita, sin posesiones ni posesionados. Es el amor puro, que sólo puede venir de Dios, y que se derrama gratuitamente en nosotros.

jueves, 12 de julio de 2012

Oración de recogimiento pasivo (Textos)


"Hagamos cuenta que estos sentidos y potencias..., que se han ido fuera y andan con gente extraña, enemiga del bien de este castillo, días y años; y que ya se han ido, viendo su perdición, acercandose a él, aunque no acaban de estar dentro. Visto ya al gran rey, que está en la morada de este castillo, su buena voluntad, por su gran misericordia quiérelos tornar a Él, y como buen pastor, con un silvo tan suave, que casi ellos mesmos no lo entienden, hace que conozcan su voz y no anden tan perdios, sino que se tornen a su morada, y tiene tanta fuerza este silbo del Pastor, que desamparan las cosas exteriores en que estaban enajenados, y métense en el castillo" (4M 3, 2-3).

"Un recogimiento que también me parece sobrenatural, porque no es estar en oscuro, ni cerrar los ojos, ni consiste en cosa exterior, puesto que, sin quererlo, se hace esto de cerrar los ojos y desear soledad, y sin artificio, parece que se va labrando el edificio para la oración que queda dicha".( 4M 3, 1)

"Y no penséis que es por el entendimiento adquirido, procurando pensar dentro de sí a Dios, ni por la imaginación, imaginándole en sí. bueno, es esto, y excelente manera de meditación. Más lo que digo es en diferente manera; y que algunas veces, antes que se comienza a pensar en Dios, ya esta gente está en el castillo, que no sé como por dónde ni cómo oyó el silbo de su pastor, que no fue por los oídos...., más siéntese notablemente un encogimiento suave a lo interior" (4M 3,3)

martes, 10 de julio de 2012

Pedagogía teresiana: oración de recogimiento activo


El recogimiento activo es un movimiento hacia el interior, y es querido por nosotros, por eso es activo. En él, no desaparece la reflexión, pero sí queda marginada. Es ahora la imaginación la que cobra la importancia. A través de ella, el orante cambia de dirección: se vuelve hacia el interior. Ahora, si ha de pensar o decir algo lo hará al Cristo que se imagina dentro de sí. Con esta técnica se quiere orientar la oración hacia un nivel más profundo. Se pretende, además, centrar más la atención en un punto, aminorando la divagación que puede venir como consecuencia de un pensar excesivo. Ya no habrá una reflexión de escenas evangélicas como realidades externas a nosotros; ahora toda imagen estará dentro de nuestro ámbito; ya no somos meros observadores, sino participantes en la escena que se ora.

La invitación aquí, para favorecer esta interioridad, es la de ir abandonando la reflexión, que siempre exterioriza. La oración, pues se simplifica; ha dejado de ser un discurso para convertirse en una visión: ya no hablo, sino miro; y miro que me miran. Es un lenguaje más de enamorados y más afectivo aun que el anterior.

Santa Teresa lo describe así: "No sabía cómo proceder en la oración, ni como recogerme, y así ... determinéne a seguir aquel camino con todas mis fuerzas... Procuraba lo más que podía traer a Jesucristo, nuestro bien y Señor, dentro de mí presente, y esta era mi manera de oración; si pensaba en algún paso, lo representaba en lo interior" (V. 4, 6-8)