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jueves, 13 de septiembre de 2012

Los santos ayunos


Guardad ayuno todos los días, menos los domingos, desde la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz hasta el día de la Resurrección del Señor, a no ser que la enfermedad o debilidad física u otra causa razonable aconseje su dispensa, pues la necesidad no está sujeta a ley (Regla 14)
Hoy, 14 de Septiembre, con la fiesta de la exaltación de la santa Cruz, comienzan en la tradición del Carmelo los santos ayunos. Es la gran cuaresma monástica que va desde este día hasta la celebración de la Pascua. Es un tiempo de mayor recogimiento, porque la oración exige la purificación profunda del corazón y del alma, para que la unión con Dios no se ponga en algún “gusto o sentimiento sensible”, ni en suavidad espiritual, sino en pureza de fe (Cf. Noche 1, 5-6)

El carmelita recuerda de forma especial en este tiempo que “no solo de pan vive el hombre”, y que en su camino hacia Dios ha de reconocer su debilidad y su dependencia total de Aquel que lo llama a una íntima comunión de amor. Para tal empresa de vida espiritual nos prepara la ascesis teresiana que es toda evangélica, impregnada de amor y alegría espiritual. Sí, alegría, porque no se crean que el carmelita vive este tiempo con tristeza o pesadumbre. Más al contrario, es un tiempo en que su corazón permanece en vela, en tensión hacia Dios; y al mismo tiempo puede ayudar con su austeridad a las necesidades de sus hermanos los hombres, que padecen necesidad.

Pero el ayuno no sólo consiste en comer menos, en sentir la necesidad del alimento, sino que el ayuno también es romper todo yugo, es compartir el pan con el hambriento, es acoger en su casa y en su vida a los pobres sin hogar,y a tantos pobres de todo tipo del mundo moderno: pobres de compañía, de soledad, de sufrimiento, cubrir al prójimo cuando lo ves desnudo y en no esconderse de quien es de tu propia carne.

lunes, 10 de septiembre de 2012

De señoras principales y otras dignidades


El camino espiritual lleva a Santa Teresa a ir descubriendo la falta de libertad que ella misma tenía y la que tenían otras personas. El apego a los propios criterios que lleva al juicio de los demás,la honra, y tantas esclavitudes que acechan la vida de un cristiano las va desenmascarando Teresa.

Ahora le toca el turno a aquellos que la mayoría de la gente considera importantes, privilegiados, y así los trata. Santa Teresa se da cuenta de la esclavitud en que viven, y termina con una frase de las suyas: "una de las mentiras que dice el mundo es llamar señores a las personas semejantes, que no me parece son sino esclavos de mil cosas" (V. 34, 4)

Santa Teresa es enviada por el provincial a consolar a un señora de las más principales del reino, que se había quedado viuda. Allí Teresa se da cuenta de la sujección en que vive una de las mujeres más envidiadas y poderosos de la España del momento. Y de ella dice Teresa:

"Saqué una ganancia muy grande, y decíaselo. Vi que era mujer y tan sujeta a pasiones y flaquezas como yo, y en lo poco que se ha de tener el señorío, y cómo, mientras es mayor, tienen más cuidados y trabajos, y un cuidado de tener la compostura conforme a su estado, que no las deja vivir; comer sin tiempo ni concierto, porque ha de andar todo conforme al estado  y no a las complexiones. Han de comer muchas veces los manjares más conformes a su estado que no a su gusto. Es así, que de todo aborrecí el desear ser señora. ¡Dios me libre de mala compostura!, aunque ésta, con ser de las principales del Reino, creo hay pocas más humildes y de mucha llaneza. Yo la había lástima, y se la he, de ver como va muchas veces no conforme a su inclinación por cumplir con su estado. Pues con los criados es poco lo que hay que fiar, aunque ella los tenía buenos. No se ha de hablar más con uno que con otro, sino al que se favorece ha de ser el malquisto. Ello es una sujección, que una de las mentiras que dice el mundo es llamar señores a personas semejantes, que no me parece son, sino esclavos de mil cosas" (V34, 5)

El cristiano de hoy ha de preguntarse también por su esclavitud a las modas, en el vestir, el el comportarse, en su acepción de personas. Encontrarse con Dios, es entrar en nun camino de libertad, aunque a veces la liberta es de las cosas que más teme el hombre. Pero ya dice san Pablo que "donde hay Espíritu de Dios, hay libertad"


jueves, 26 de julio de 2012

"Verdadera humildad" (II)


La humildad es la lucidez propia del amor, es lo que hace que un bien sea un bien: un amor sin humildad no ama de verdad; una esperanza sin humildad, no es sino presunción, capaz de tornarse en desaliento ante la mínima prueba; un perdón sin humildad no es más que otra vuelta en el círculo de la venganza, y así con todo. Más que una virtud la humildad es la esencia, la verdad de todas ellas, por eso "es la principal y las abraza a todas" (CV 4, 4). Y de ahí el principio de Teresa: "espíritu que no vaya comenzado en verdad, yo más le querría sin oración" (V 13, 16). Pues lo que hace que una virtud sea buena, es que sea humilde.

La humildad es condición de todos los dones divinos, pues es el primero de sus dones y nunca deja de serlo, como confirma Teresa con su propia experiencia: "es muy ordinario, cuando alguna particular merced recibo del Señor, haberme primero deshecho a mí misma, para que vea más claro cuan fuera de merecerlas yo, son" (V 38, 17). Por eso, lejos de reducirse a una primera etapa, la humildad es la raíz permanente de toda vida espiritual, como la raíz del árbol que no deja de profundizar a medida que éste crece. Y por esto, concluye Teresa: "como este edificio todo va fundado en humildad, mientras más allegados a Dios, más adelante ha de ir esta vitud, y si no, todo va perdido" (V 12, 4; 7M 4, 8).

Tenemos que tener cuidado con nuestra supuesta humildad. La virtud se prueba y se fortalece en la prueba. Santa Teresa lo recordaba a sus monjas: "Adonde el demonio puede hacer gran daño sin entenderle, es haciéndonos creer que tenemos virtudes no las teniendo, que esto es pestilencia" (CV 38, 5). Y no desanimarmos por los altibajos en la vida cristiana y en la práctica de las virtudes. La misma Santa Teresa experimentó esto: "unas veces me parece que estoy muy desasida, y en hecho de verdad, venida la prueba lo estoy; otra vez me hallo tan asida, y de cosas que por ventura el día de antes burlara yo de ello, que casi no me conozco. Otras veces me parece tengo mucho ánimo y que a cosa que fuere servir a Dios, no volvería el rostro; y probado es así que le tengo para algunas; otro día viene que no me hallo con ánimo para matar una hormiga por Dios, si en ello halláse contradición. Así, unas veces me parece que de ninguna cosa que murmurasen ni dijesen de mí, no se me da nada, y probado, algunas veces es así, que antes me da contento. Vienen días que sólo una palabra me aflige y querría irme del mundo, porque me parece me cansa en todo. Y en esto, no sola yo, que lo he mirado en muchas personas mejores que yo, y sé que pasa así"(CV 38, 6). 

martes, 24 de julio de 2012

"Desasimiento de todo lo criado" (II)


Para santa Teresa, desasirse, es optar por la libertad y la gratuidad, no estar atado a nada ni a nadie.: "No consintamos, ¡oh hermanas!, que sea esclava de nadie nuestra voluntad, sino del que la compró por su sangre" (CV 4, 8). Pues el asimiento a cosas y personas, o a sí mismo, impiden cualquier actitud de entrega, y sin la entrega total, la oración se queda en buenas palabras, en deseos ineficaces: "¿Pensáis hermanas, que es poco bien procurar este bien de darnos todas al Todo sin hacernos partes?" (CV 8, 1). "Más creanme una cosa, que si hay punto de honra o de hacienda ( y esto también puede haberlo en los monasterios como fuera, aunque más quitadas están las ocasiones y mayor sería la culpa), que, aunque tenga muchos años de oración (o, por mejor decir, consideración, porque oración perfecta, en fin, quita esos resabios), que nunca medarán mucho ni llegarán a gozar el verdadero fruto de la oración" (CV 12, 5)

Teresa, como Juan de la Cruz, como todos los místicos, denuncia energicamente el espíritu posesivo como el obstáculo principal para el encuentro con Dios (con todas las connotaciones de su tiempo: puntos de honra, dependencias afectivas, etc.) y hace del paso del espíritu de posesión al de desprendimiento o gratuidad la clave para la entrada en el camino de la contemplación: "Aquí puede entrar la verdadera humildad, porque esta virtud y estotra (el desasimiento) paréceme andan juntas: son dos hermanas que no hay para qué las apartar. Verdad es que estas virtudes tienen tal propiedad, que se esconden de quien las posee, de manera que nunca las ve ni acaba de creer que tiene ninguna, aunque se lo digan; más tiénelas en tanto que siempre anda procurando tenerlas" (CV 10,3)

lunes, 23 de julio de 2012

"Desasimiento de todo lo criado" (I)


La segunda virtud que Teresa propone al que quiere ser contemplativo es "desasirse de todo lo criado". No se trata de negar las realidades mundanas o de carecer de las cosas, sino de eliminar en el sujeto el apego de ellas, entendiendo por apego la afección desordenada que convierte la realidad mundana y finita en un ídolo, en una falso dios, que decepciona el deseo depositado en ella. San Juan de la Cruz describe maravillosamente el desasimiento cuando dice: "no hablamos aquí del carecer de las cosas, porque eso no desnuda al alma si tiene apetito de ellas, sino de la dejadez del gusto y apetito de ellas, que es lo que deja al alma libre y vacía de ellas, aunque las tenga. Porque no ocupan el alma las cosas de este mundo ni la dañan, sino la voluntad y apetito de ellas que moran en ella" (1S 3, 4; D 48)

Dificilmente podrá realizar la experiencia contemplativa, y cristiana, el hombre que vive "atesorando para sí", volcado en sus posesiones y con una voluntad dominadora, adorador de sí o de objetos aúun inferiores a sí mismo. Cuando el hombre se hace posesivo, todo lo reduce a objeto de posesión: cosas, personas, la religión, el amor, la fe, Dios mismo. Un hombre así ha pervertido su condición personal, y necesita pasar del espíritu de posesión a la pobreza espiritual.

miércoles, 18 de julio de 2012

Virtudes "teresianas"


El proyecto de vida contemplativa que propone Teresa en su libro Camino de Perfección se sustenta en unas sólidas báses que es el amor, el desasimiento y la humildad. Virtudes que en palabras suyas "paréceme andan siempre juntas" (CV 10,3) y que "son necesarias tener las que pretenden llevar camino de oración", de manera que "es imposible, si no las tienen, ser muy contemplativas, y, cuando pensaren lo son, están muy engañadas" (CV 4, 3).

Teresa dedica en este libro, dedicado totalmente a la oración, doce capítulos a tratar de estas virtudes. Porque Teresa está convencida que no hay verdadera contemplación, sin el fundamento teologal de las virtudes: "Diréis, mis hijas, que para qué os hablo en virtudes, que hartos libros tenéis que os las enseñan, que no queréis sino contemplación... Mas contemplación es otra cosa, hijas; que este es el engaño que todos traemos, que en llegándose uno un rato cada día a pensar sus pecados (que está obligado a ello si es cristiano de más que nombre), luego dicen es muy contemplativo..." (CE 24, 3-4) Pero santa Teresa es clara, y no tiene dudas, de que el camino de oración ha de ir asentado en las virtudes: "espíritu (persona quiere decir) que no vaya asentado en verdad yo más le quería sin oracíón" (V 13, 16).

Por la importancia que Madre Teresa da a estas virtudes vamos a dedicar a ellas los siguientes post, intentando desgranarlas y aplicarlas a la vida actual.

martes, 3 de julio de 2012

Pedagogía teresiana: camino de libertad


Santa Teresa en el camino de la oración nos propone una frase que parece muy fuerte: "En el desasimiento está el todo si va con perfección" Si nos entregamos del todo a Cristo, a su proyecto, a su estilo de vida y actitudes, todo lo demás vendrá por añadidura.

Teresa nos dice que para caminar en el camino de la oración, tenemos que aligerar el equipaje. Por eso nos invita a liberarnos "del mundo"; es decir, todas esas cosas, esas realidades que nos atan.

También nos invita a liberarnos de los "deudos", que son todas aquellas personas a las que debemos, algo; a las que queremos caer bien, a las que hacemos "la pelota".

El liberarse de uno mismo es el reto más importante que Teresa nos va a plantear. Ser libre frente a uno mismo.Libertad primero frente a la propia voluntad. La mayor esclavitud es cuando el "yo quiero" termina siendo el dueño de nuestras vidas. Liberarnos de la propia razón, de nuestros puntos de vista. Aprender a pasar de la imposición al diálogo, el compartir.

También nos invita a liberarnos de la "honra"; es decir, el miedo a que los otros nos conozcan tal como somos. Nos pasamos la vida angustiados, intentanto parecer lo que no somos, con miedo a que conozcan nuestros pecados, nuestras partes oscuras. Teresa nos invita a liberarnos de la "maldita honra" y a entrar en el campo de la gratuidad, de dar lo que somos.

Todo esto hace que el camino orante que nos propone santa Teresa esté centrado en las virtudes humanas. Teresa quiere el crecimiento de la persona, que en definitiva es lo que hace posible el camino de la oración. Y, al mismo tiempo, el camino de la oración va sanando nuestra humanidad.

viernes, 29 de junio de 2012

La oración es un camino de amor.


Cuando las monjas de Teresa le piden que escriba algo sobre la oración, se pone a redactar el libro"Camino de Perfección". Pacticamente el 80% del libro está dedicado a las virtudes humanas y a la vida comunitaria. Pues para Teresa la vida de oración y la vida cristiana tiene que tener la base de las virtudes humanas. Oración sin virtudes es una quimera.

Los demás van a formar parte inherente en todo el proceso orante de la persona. El camino de la oración es un camino de amor, y lo que manifiesta el amor cristiano es el servicio. Para Teresa el equipaje para llegar a la meta son las virtudes: amor de unas con otras, desasimiento, humildad, amor comprometido.

Para ser orante hay que crecer en el amor de unos con otros, estar liberado de otros intereses que no sea el bien de los demás. Pero el amor es una condición para la oración, pero también un efecto: pues la oración nos va a ir haciendo crecer en el amor, en libertad, en humildad.

Una vida auténtica de oración se va a medir no por las muchas horas de oración, sino por lo que la persona crezca en amor a los demás, en libertad, en desasimiento.

La oación es una aventura, no un camino extático o monótono. Es una realidad abierta al crecimiento, en movimiento. Teresa es una aventurera: "fémina inquieta y andariega" la llamaban sus detractores. Y nos quiere introducir en un proceso con un dinamismo que nos abre al misterio de la propia persona y al de Dios.

viernes, 22 de junio de 2012

!oh noche dichosa!


Ayer me confesaba un amigo, que no entendía la noche oscura de la que habla san Juan de la Cruz. Y lo curioso es que en el fondo todos hemos experimentado, con mayor o menos intensidad, esa noche. Porque todos hemos tenido que experimentar el romper con tantas cosas, tantas ideas, y tantas concepciones de Dios, de una forma más o menos dolorosa.

Pero voy a tratar de explicar de una manera un poco más bíblica, lo que es y lo que significa la noche oscura.

La noche es una lucha encarnizada entre dos adversarios. Hay oposición entre la imagen de sí mismo, del mundo y de Dios que tiene el hombre, por una parte, y Dios, que quiere entrar en el alma desocupada, por otra. Juan de la Cruz conoce muy bien al hombre, y sabe, que la imagen propia y la imagen de Dios en el hombre caminan siempre juntas. Por eso no es raro que el hombre proyecte en Dios sus ansias de poder y de grandeza, normalmente ocultas, en la grandiosidad de los ritos o en los lujos sacrales, por ejemplo. O por el contrario, su poca autoestima o sus frustraciones en la imagen de un Dios que le controla, lo domina y le da miedo.

La Biblia entera es una lucha entre los ídolos y el Dios verdadero. La vida misma de Jesús se puede entender entre una lucha entre el Dios de los sacerdotes, que serán los que lo lleven a la muerte, y la manifestación de Dios-Abba en Jesús.

Cuando la persona, dejadas las propias ideas que tiene de Dios, y le deja manifestársele, este Dios, el Dios verdadero, le resulta extraño, pues de este Dios, no sabe nada, es simplemente "un no sé qué" que el alma siente que le falta (II, 7, 6). "Es estraño y ajeno a toda humana manera" (II 9, 5). Pero esto se nota, cuando desaparece la anterior imagen de Dios que era un ídolo y la imagen que el hombre tenía de sí.

La consecuencia, es al principio, una absolluta tiniebla de Dios junto con el sentimiento de la propia aniquilación, pues "nadie puede ver a Dios y quedar con vida" (Exodo). La persona, al quedarse sin las imágenes que le hacían poseer y en parte adueñarse de Dios, no tiene claro donde está Dios y quién es (II, 8, 2). Lo único que está sucediendo es que el Dios verdadero expulsa al antiguo ídolo, y el hombre se siente entonces inseguro y al mismo tiempo experimenta una gran reverencia ante el Dios vivo y verdadero que se le manifiesta.

La noche nos lleva al encuentro con un Dios extraño, al distinguirlo de todo lo obvio y natural, incluída la posesión de Dios, incluído el tener a Dos. La lucha del poder idolátrico contra el Dios verdadero, testificada a lo largo de la Biblia, continúa en las tribulaciones de los buscadores espirituales.

La noche oscura es, un estar en suspenso en el aire, sin sostén. En la noche oscura, el hombre se encuentra con el Dios de la Biblia, el Abba de Jesús, que no quiere tener otros dioses junto a sí

martes, 12 de junio de 2012

Optar por Dios


En el camino cristiano, cuando uno se encuenta con Jesucristo, debe tomar una decisión de optar sólo por Dios. Y optar por Dios es optar por los valores del reino de Dios.

Santa Teresa pasó muchos años de su vida sufriendo hasta que tomó la "determinada determinación" de optar por Dios y sus caminos: "Por una parte me llamaba Dios; por otra yo seguía al mundo. Dábanme gran contento todas las cosas de Dios; teníanme atada las del mundo (Santa Teresa de Jesus, V 7, 17)". Así nos puede pasar a muchos de nosotros. Nos entusiasma el Evangelio, la persona de Jesús, pero no acabamos de entregar la vida.

La sociedad nos ha enseñdo que vivir en los valores del Reino(la justicia, la compasión, la entrega y el servicio a los últimos, la relación íntima y personal con Dios, la vida fraterna...) es perder la vida, despersonalizarnos, renunciar a nuestra felicidad. Los mísitcos nos hablan de lo que ellos han vivido. Una experiencia en la que cuanto más han abierto sus vidas a la acción de Dios, han encontrado su plena felicidad.

Para ser "espirituales de veras" como dice santa Teresa, tenemos que dar un paso franco en el deseo de Dios. Los místicos nos animan en este camino, describiéndonos el gozo y la plenitud que trae este dejar todo lo que no es Dios y entrar en la experiencia de una vida basada en la comunión con Dios.

Tenemos que esperar poseer a Dios, pues "tanto alcanza de Él cuanto la persona de Él espera" (II Noche 21,8).

viernes, 8 de junio de 2012

Desasimiento (IV)


Ya termino este tema del desasimiento dando una definición del desasimiento tal como lo propone san Juan de la Cruz: Desasirse es mirar a Jesús, fijar los ojos en Él. Es ponerse en el camino, siguiendo a Cristo; es decir, identificarse con Él, vivir con los sentimientos y actitudes de Jesús.

Aparentemente el seguimiento puede parecer una renuncia al propio ser para perderlo en Cristo. En realidad esta entrega tiene un secreto: la vida entregada por amor se encuentra en el mismo amor. Por eso san Juan de la Cruz propone al contemplativo un camino que parece, y es, muy arduo, y a veces puede echar para atrás. Pero el fin de ese camino en la comunión con Dios y con los hermanos. Cuando uno se acerca al Cántico Espiritual o a Llama de amor Viva donde Juan de la CRuz nos describe la donación total de Dios al hombre que le busca, uno se siente animado a entrar en este camino de encuentro con Él, a dejar nuestras pequeñas glorias y poderes, para entrar en ese camino llevado por el amor, y que culmina en el amor.

Por eso, el desprendimiento sólo no vale. Dar lo que se tiene, es el inicio. Pero lo decisivo es comprometer la vida. Si no tengo caridad; o sea, sino vivo la incondicionalidad del amor. Si el desprendimiento se convierte en una ley o en unas formas, pero no entrego mi corazón, entonces la ley y las formas no valen para nada. Lo peligroso de la vida cristiana, y la vida espiritual, es que podemos cumplir muchas cosas, sin despertar nunca a amar. San Juan de la Cruz nos invita al amor, pero al amor comprometido, que es el amor evangélico.

Termino ya este tema del desasimento con esta frase lapidaria de san Juan de la Cruz. Es una frase llena de compasión hacia las personas que se pasan la vida amando lo que no merece ser amado, aquello que nos esclaviza, que no nos deja ser personas. Y al mismo tiempo es una frase profética, de denuncia, que nos invita a levantar los ojos y el coazón a un amor sincero: "Oh almas criadas para esas grandezas y para ellas llamadas!, ¿qué hacéis?, ¿en qué os entretenéis? Vuestras pretensiones son bajezas y vuestras posesiones miserias. ¡Oh miserable ceguera de los ojos de vuestra alma, pues para tanta luz estáis ciegos y para tan grandes voces sordos, no viendo que, en tanto que buscáis grandezas y glorias, os quedáis miserables y bajos, de tantos bienes hechos ignorantes e indignos! " (C, 39,7)

miércoles, 6 de junio de 2012

Desasimiento (III)


¿Qué he de hacer para conseguir una vida plena? Juan de la Cruz con el Evangelio en la mano, responde que la vida plena es Dios mismo; por eso, la pregunta auténtica que debería hacerse un cristiano para ser feliz, debería ser: ¿Cómo puedo encontrarme con Dios?, o ¿cuáles son las disposiciones que permiten que yo me encuentre con Dios?

El primer paso para seguir a Jesús que es donde encontramos a Dios es negativo: saber por donde no hay que ir, deshacerse de los ídolos que el evangelio identifica con el poder, la riqueza, la nación, la familia, el padre.

Para conseguir una vida plena, para encontrarnos con el Dios de Jesús, será necesario corregir muchas falsas imágenes que no se corresponden con el Dios que Jesús nos anuncia.

Juan de la Cruz nos propone un camino que nos saca de nosotros mismos y nos abre a una dimensión inesperada. Es el mismo camino que Jesús propone al joven rico, que se fue triste "porque tenía muchos bienes" a los que estaba apegado y no estaba dispuesto a dejarlos.

El camino espiritual cristiano es un dejar de mirarse a sí mismo para estar en disposición de encontrar al Otro, a Dios y al otro, al hermano. El camino cristiano es la disposición a encontrarnos con lo nuevo, con un Dios que desborda nuestras imágenes, siempre pobres y pequeñas. Entar en la espiritualidad cristiana es un abrirse a lo inesperado, romper con lo antiguo, en fin, estar dispuesto a nacer de nuevo, a una vida nueva.

Para Juan de la Cruz, la búsqueda de la felicidad pasa por la búsqueda de la felicidad de los demás. Por eso, esa insistencia en el desasimiento, en salir de nuestro ego, de buscar nuestro sólo placer. El desasimiento cristiano no es un narcisismo camuflado de una perfección mal entendida.No es despreciarse a sí mismo, o estar continuamente culpabilizándonos de lo malos que somos. No es tampoco un machacarnos para purgar no sé que ocultos pecados.Porque no se puede ser feliz perjudicando a los demás. Sino que es la afirmación de que en la búsuqeda de nosotros mismos, de nuestro placer, del poseer, del poder no es posible ninguna felicidad. En esas cosas, sólo es posible satisfacer pasiones, pero esa stisfacción dura poco y deja un gran vacío.

martes, 5 de junio de 2012

Desasimiento (II)


Cuando habla del desasimiento, Juan de la Cruz no habla de no usar las cosas, sino del desapego. El que es rico, sea en bienes materiales o espirituales, está convencido de que no necesita de nadie ni de nada; su corazón está puesto en sus bienes, en esas riquezas encuentra la vida y por ellas la pierde; y así se imposibilita para poner su corazón en Dios.

El desasimiento que Juan nos propone es la pobreza evangélica. Las riquezas en sus dos vertientes (material y espiritual) no puede interponerse entre Dios y la persona. No puede constituir para el sujeto humano la garantía suprema y definitiva de su vida, porque eso sólo puedo serlo Dios.

La pobreza evangélica se convierte así en un modo de ser, de situarse ante la vida, ante Dios y ante los demás.

La riqueza impide la humildad, el situarse adecuadamente delante de Dios. El desasirnos de los bienes es una demostración fáctica, con hechos y no con palabras, que nuestros intereses no están en el dinero o el poder, que de verdad lo esperamos todo de Dios, y qué sólo en Él queremos poner nuestro corazón.

Por eso el contemplativo está llamado a desprenderse de sus bienes. A no poner su relación con Dios en sus logros espirituales o morales. Pero está llamado también a desprenderse de de sus poderes, "considerando a los demás como superiores a uno mismo", como nos recuerda Pablo.

Dinero y poder son las dos grandes pasiones del ser humano. Incluso a veces en la vida espiritual, se usa a Dios, para adquirir un poder muy sútil que es el poder de la buena conciencia, del juicio sobre los demás. Y no hay peor poder, que el poder religioso.

La riqueza y el poder son dos grandes ídolos de hoy y de siempre que seducen a toda persona, incluso a las más espirituales. Por eso, importa desde el principio dejar claro su caracter idolátrico, para así despejar el camino que nos permite entrar en la vía del seguimiento.

lunes, 4 de junio de 2012

Desasimiento (I)


Una de las palabras que más usa san Juan de la Cruz es la palabra "desasimiento". San Juan de la Cruz propone al contemplativos desasirse, desprenderse podíamos decir hoy, de todo lo que no sea Dios.

Lo que san Juan de la Cruz propone es la concreción de una máxima evangélica: "vende lo que tienes, da el dínero a los pobres, y sígueme" San Juan de la Cruz propone al contemplativo que venda todo lo que tiene, que entre en el ámbito de la confianza incondicional en Dios, no poniendo su corazón en los bienes y poderes de este mundo, ni tampoco en las cosas espirituales por muy santas que parezcan, para poder seguir a Jesús en la gratuidad.

El espiritual suele centrar más su vida en una pobreza ascética,pero a veces se queda anclado en los bienes espirituales: sus devociones, su forma de ver y entender a Dios, sus logros, su plan de vida orante, sus tiempos de oración. Juan de la CRuz va al fondo de esos apegos que parecen tan santos.

Pero la pobreza, el desasimiento es una condición ineludible del seguimiento. La riqueza, también la espiritual al hacer que uno se sienta poderoso y seguro de sí mismo impide el acceso a Dios. Cuando esta riqueza es espiritual, el orante se suele volver crítico, juzga a los demás y termina convertido en un soberbio, que no agunta más perfección que la suya.

Porque este tema es importante lo seguiremos tratando... quede esto como inicio de un camino que espero nos cree a todos un poco mal sabor de boca....