Teresa, como Juan de la Cruz, como todos los místicos, denuncia energicamente el espíritu posesivo como el obstáculo principal para el encuentro con Dios (con todas las connotaciones de su tiempo: puntos de honra, dependencias afectivas, etc.) y hace del paso del espíritu de posesión al de desprendimiento o gratuidad la clave para la entrada en el camino de la contemplación: "Aquí puede entrar la verdadera humildad, porque esta virtud y estotra (el desasimiento) paréceme andan juntas: son dos hermanas que no hay para qué las apartar. Verdad es que estas virtudes tienen tal propiedad, que se esconden de quien las posee, de manera que nunca las ve ni acaba de creer que tiene ninguna, aunque se lo digan; más tiénelas en tanto que siempre anda procurando tenerlas" (CV 10,3)
martes, 24 de julio de 2012
"Desasimiento de todo lo criado" (II)
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