lunes, 29 de octubre de 2012

Séptimas moradas


"Pareceros ha, hermanas, que está dicho tanto en este camino espiritual, que no es posible quedar nada por decir. Harto desatino sería pensar esto; pues la grandeza de Dios no tiene término, tampoco le tendrán sus obras. ¿Quién acabará de contar sus misericordias y grandezas?" Así comienza Santa Teresa las séptimas moradas, centro del castillo, del alma, centro de uno mismo. Y es que por mucho que Teresa intente expresar lo que ella ha vivido, las palabras se le quedan pequeñas, para expresar este auténtico matrimonio espiritual entre Dios y la persona.

Hay algunas notas psicológicas y éticas, que caracterizan estas moradas: "Olvido de lo criado", "gran gozo interior, "deseo de servir, paz profunda" "Cesan los arrebatos místicos. Y sí, cesan, porque aquí, el hombre se ha hecho ya a la acción de Dios en él, y ni la psique, ni la naturaleza ponen ya obstáculo, a esta auténtica recreación.. En estas moradas: " se comunica el alma con las tres divinas personas" pues "nunca más se fueron de con ella".

¿Qué es para Teresa la santidad de un cristiano? Primero es un hecho trinitario, porque Dios es Padre, Hijo y Espíritu, un diálogo trinitario, que no se encierra en sí mismo, sino que entra en diálogo con el hombre que acoge este amor compartido. Pero la santdad es un hecho de plenitud humana: es la adultez y el desarrollo del hombre nuevo. La santidad es algo que desborda los estrechos límites del sujeto: es gracia para los otros, para la comunidad humana, para asumir en pleno la condición de "Siervo de Yahvé" que caracterizó la existencia de Jesús, que fue el hombre para los otros, que "pasó haciendo el bien, y liberando a los oprimidos por el mal". Es decir, la santidad cristiana, no es para uno mismo, sino que entraña un carisma de servicio a los hermanos: "¡Oh hermanas mías, qué olvidado debe tener su descanso, y qué poco se le debe de dar de honra, y qué fuera debe estar de querer ser tenida en nada el alma adonde está el Señor tan particularmente! Porque si ella está mucho con El, como es razón, poco se debe de acordar de sí; toda la memoria se le va en cómo más contentarle, y en qué o por dónde mostrará el amor que le tiene.
Para esto es la oración, hijas mías; de esto sirve este matrimonio espiritual: de que nazcan siempre obras, obras
". (7M 4,6)

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