miércoles, 5 de septiembre de 2012

De "beatas intrigantes" y otras especies


María Magdalena el la película "La Pasión" de Mel GibsonUsando la terminología y los grados que usa Santa Teresa,  podemos decir, que en las terceras moradas viven la mayoría de los cristianos que “cumplen” los mandamientos, y se toman un poco en serio su vida cristiana.  Santa Teresa los llama “personas concertadas” porque tanto su vida de oración como su vida diaria de trabajo y de relaciones personales las tienen muy bien organizada y medida. Son estos cristianos de cumplir normas y de querer que otros las cumplan. El problema de estos creyentes, no son las normas, que en muchos casos son medios para lograr un fin. El problema es que estos creyentes viven muy seguros en ellas, pensando que haciéndolas son buenos cristianos. Santa Teresa cala muy bien a estos creyentes: “En las personas que digo, no es así sino que canonizan ­como he dicho­  en sus pensamientos estas cosas, y así querrían que otros las canonizasen” (3M 2, 3). Suelen ser personas malhumoradas, hipercríticas, que no aguantan más perfección que la suya. ¿Quién es un buen cristiano? Responden: “el que es como yo”.

El que esto escribe se sorprende de los comentarios que hacen muchos “buenos cristianos” en foros y páginas religiosas, que están llenos de violencia y agresividad. A estos cristianos santa Teresa los compadece diciendo que “Querrían a todos tan concertados como ellos traen sus vidas, y plega a Dios que no piensen que la pena que tienen es de la culpa ajena y la hagan en su pensamiento meritoria” (3M 2, 5) Por eso, como explicábamos en capítulos anteriores, santa Teresa quiere la amistad espiritual, que ayuda a ver las faltas propias y a discernir en comunidad los caminos de Dios. Este es el sentido de la obediencia que propone santa Teresa a todos, “aunque no sean religiosos”

El caso es que estos cristianos de las terceras moradas, tienen el peligro de caer en la crítica despiadada y de convertirse en auténticas “beatas intrigantes”. Es un poco el pecado de los fariseos, que centrándose en las normas y el culto, olvidan lo importante: el amor. Son personas que están llenas de celo porque los demás conozcan y amen a Jesús, pero no se dan cuenta que su corazón aun está lejos del amor del Evangelio. Les falta paciencia, y sobretodo necesitan todavía un camino de conversión.  Se dejan llevar por el celo malo que tan bien describe san Benito; este celo mal, nace de personas con corazón de piedra y hielo: “Así como hay un mal celo de amargura que separa de Dios y lleva al infierno,  hay también un celo bueno que separa de los vicios y conduce a Dios y a la vida eterna.  Practiquen, pues, los monjes este celo con la más ardiente caridad,  esto es, "adelántense para honrarse unos a otros"; tolérense con suma paciencia sus debilidades, tanto corporales como morales; obedézcanse unos a otros a porfía; nadie busque lo que le parece útil para sí, sino más bien para otro; 8 practiquen la caridad fraterna castamente; teman a Dios con amor;  amen a su abad con una caridad sincera y humilde;  y nada absolutamente antepongan a Cristo,  el cual nos lleve a todos juntamente a la vida eterna” (R. B. 72)

Santa Teresa también nos da un consejo lapidario: “Miremos nuestras faltas y dejemos las ajenas, que es mucho de personas tan concertadas espantarse de todo; y por ventura de quien nos espantamos, podríamos bien deprender en lo principal; y en la compostura exterior y en su manera de trato le hacemos ventajas; y no es esto lo de más importancia, aunque es bueno, ni hay para qué querer luego que todos vayan por nuestro camino, ni ponerse a enseñar el del espíritu quien por ventura no sabe qué cosa es; que con estos deseos que nos da Dios, hermanas, del bien de las almas podemos hacer muchos yerros; y así es mejor llegarnos a lo que dice nuestra Regla: «en silencio y esperanza procurar vivir siempre», que el Señor tendrá cuidado de sus almas” (3 M 2, 13)

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