lunes, 5 de noviembre de 2012

7Moradas (II)


Para Teresa la santidad cristiana es la plena comunión del hombre con Dios. Un hombre que por desobediencia, engañado por su propio ego, se ha ido alejando cada vez más de este diálogo abierto y libre con el Creador, que a través de su historia no deja de llamarlo a una vida de intimidad con Él.Teresa sabe que sólo Dios es santo. Y por lo tanto, toda posible santidad humana es derivación de, y comunión con la santidad de Él.

En última instancia, la vida cristiana no consiste en imitación o seguimimiento de Jesús, sino en la compenetración de las dos vidas, la de Él y la nuestra; y eso, no por simple empatía, sino por la unión misteriosa de ambas vidas y de ambas personas.

Para Teresa, el talante de quien ha llegado a esta última étapa de la vida cristiana es el resultado de lo que en Él brota de la Trinidad que lo habita y la Humanidad de Cristo que lo santifica. La etapa final consiste en el sumo grado de relación del hombre con Dios en Cristo.

La vida del cristiano, o de todo hombre, no es una jornada a la aventura de lo que en ella suceda, sino que lleva inscrita una tácita pretensión de Dios. Y que al final, tras la suma de grandes mercedes recibidas por el hombre, resulta patente que es lo que Dios pretendió al otorgarle la vida. N se trata de la exposición de un derrotero programado, sino la misteriosa presencia de lo divino en la entraña mismo de lo humano. Esto es lo que ha vivido y experimentado Teresa.

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