miércoles, 26 de septiembre de 2012

5Moradas: Peligros


El gran espejismo que, en estas moradas, puede ocurrirle al espiritual, es pensar que tiene verdadero amor a Dios, sin mojarse las manos en el amor a los hermanos. Es algo que fácimente puede ocurrirle al hombre espiritual, o, al especialmente dedicado a la oración.

En las quintas moradas, estas almas tiene dos tentaciones. La primera es querer aparentar lo que no son. La soberbia, les hace buscar formas estravagantes para que la gente sepa lo mucho que rezan. Les gusta pasar muchas horas de rodillas, que se sepa lo mucho que ayunan, y andar cabizbajos y mirando al suelo. Pero a la hora de la verdad fallan: "Yo gusto algunas veces de ver unas almas, que, cuando están en oración, les parece querrían ser abatidas y públicamente afrentadas por Dios, y después una falta pequeña encubrirían si pudiesen, o que si no la han hecho y se la cargan, Dios nos libre" (5M 3,10)

Estas personas han perdido el camino. No buscan a Dios, sino a sí mismas y la tranquilidad y los gustos que encuentran en el recogimiento. Por eso, santa Teresa prosigue describiendo a estas almas encapotadas: "Cuando yo veo almas muy diligentes a entender la oración que tienen y muy encapotadas cuando están en ella, que parece no se osan bullir ni menear el pensamiento porque no se les vaya un poquito de gusto y devoción que han tenido, háceme ver cuán poco entienden del camino por donde se alcanza la unión, y piensan que allí está todo el negocio".( 5M 3, 11)

Para Santa Teresa el camino de la unión con Dios, está muy claro y no hay otro. No hay más camino para llegar a Dios, que el camino de Jesús, el camino del Evangelio:" Que no, hermanas, no; obras quiere el Señor, y que si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio, no se te dé nada de perder esa devoción y te compadezcas de ella; y si tiene algún dolor, te duela a tí; y si fuere menester, lo ayunes, porque ella lo coma, no tanto por ella, como porque sabes que tu Señor quiere aquello. Esta es la verdadera unión con su voluntad, y que si vieres loar mucho a una persona te alegres más mucho que si te loasen a tí. Esto, a la verdad, fácil es, que si hay humildad, antes tendrá pena de verse loar. Mas esta alegría de que se entiendan las virtudes de las hermanas es gran cosa, y cuando viéremos alguna falta en alguna, sentirla como si fuera en nosotras y encubrirla" (5M 3, 11). Y no quiero dejar este post, sin recalcar esto último que la santa comenta: alegrarnos de que se sepan las cosas buenas de los demás y encubrir las faltas de nuestros hermanos. ¡Cuánto necesitamos esto en nuestras comunidades!!

5 Moradas: ¿Cómo se llega a la unión?


El cristiano llega a la unión cuando desde lo hondo de su voluntad se conforma con la voluntad de Dios. Ocurrirá esto cuando sea capaz de decir, no sólo con los labios, sino con la vida y los hechos, el "hágase tu voluntad".

Al cristiano seguirán doliéndole tantos acontecimientos adversos de la vida, permitidos a  dispuestos por la misteriosa, y , a veces, incomprensible voluntad de Dios. Pero a través de ellos deberá lograr la sumisión del corazón, por amor.

Para la unión se requiere "amor de Dios y de los hermanos", porque el amor es unitivo; y por eso, ella nos avisa: " la más cierta señal que hay si guardamos estas dos cosas ( el amor a Dios y al prójimo) es guardando bien la del amor al prójimo;porque si amamos a Dios no se puede saber, aunque hay indicios grandes para entender que le amamos; mas el amor del prójimo, sí" (5M 3,8). Y esto, porque en Dios, está la fuente del amor humano. Lo que Teresa ha anhelado toda su vida, que es amar y entregarse a Dios, lo encuentra en el amor a los hermanos, para hacer así la voluntad de Él.

Santa Teresa se muestra exigente en el amor del prójimo, como buena espiritual. Ella, que ha comenzado viviendo una espiritualidad intimista, centrada en su propia santidad, y en sus relaciones espirituales con Dios, a medida que va avanzando en su camino hacia Dios, o más bien, el encuentro con Dios, le va haciendo descubrir que a Dios sólo lo puede encontrar en el amor al prójimo: "¡Oh hermanas, cómo se ve claro adónde está de veras el amor del prójimo en algunas de vosotras, y en las que no está con esta perfección! Si entendieseis lo que nos importa esta virtud, no traeríais otro estudio" (5M 3, 10)

lunes, 24 de septiembre de 2012

5 Moradas


"¡Oh hermanas!, ¿cómo os podría yo decir la riqueza y tesoros y deleites que hay en las quintas moradas? Creo fuera mejor no decir nada de las que faltan, pues no se ha de saber decir ni el entendimiento lo sabe entender ni las comparaciones pueden servir de declararlo, porque son muy bajas las cosas de la tierra para este fin.
Enviad, Señor mío, del cielo luz para que yo pueda dar alguna a estas vuestras siervas, pues sois servido de que gocen algunas de ellas tan ordinariamente de estos gozos, porque no sean engañadas, transfigurándose el demonio en ángel de luz, pues todos sus deseos se emplean en desear contentaros. Y aunque dije «algunas», bien pocas hay que no entren en esta morada que ahora diré
". (5M 1,1)

Estamos ya en las quintas moradas. Teresa ha vivido, no sin sorpresa, un proceso de cambio en la propia vida, remodelada por una fuerza superior, operando una misteriosa reinserción de su persona entera -cuerpo y alma- en la esfera trascendente de la vida de Dios. Pero la unión del hombre con Dios pasa a través de la muerte: una manera de muerte radical a la anterior forma de vida humana, tan arraigada a lo terrestre, tan limitada por el lastre del mal y del pecado.

Este paso por la muerte es para renacer a otra manera de vivir, con horizontes nuevos, con psicología nueva, con nueva apertura a lo trascendente. Quien hace esta obra es Dios; y es una actuación absolutamente gratuita.

Para Teresa, el hombre "pobre gusano, grande y feo", nace para convertirse en mariposa, blanca y maravillosa. Una mariposa nacida para volar y ser libre. Así entiende ella el sentido profundo de su existencia. Pero de la misma manera que el feo gusano de seda tiene que pasar por la oscuridad del caparazon, así la persona ha de pasar por la muerte al hombre viejo, para nacer lleno de la vida nueva en Dios. Las quintas moradas, es el comienzo de una nueva vida; la fuerza de Dios actúa incluso en las zonas interiores de la persona que se resisten a la vida nueva, y eso provoca a veces sufrimiento, un sufrimiento que es el presagio de una vida nueva en libertad y amor.

viernes, 21 de septiembre de 2012

4 Moradas: el nacimiento de un contemplativo


Una de las grandes convicciones de santa Teresa es que la oración plasma la vida. Por eso, ella insistirá tanto en la práctica de la oración, y anima continuamente a vivir cada vez más la amistad con Jesucristo. En las cuartas moradas, que estamos viviendo, en que se dan los inicios de la oración mísitca, estas gracias, cambian la fisonomía del orante. Esto se debe a que la amistad posee una dinámica secreta que tiende a igualar las condiciones de los dos amigos. El trato de amistad con Dios acerca al orante a la manera de ser del amigo fuerte que es Dios. La asiduidad en la oración, especialmente el ingreso y progreso en la oración contemplativa, va marcando en el orante los rasgos que lo configuran con Jesús.

Al comenzar las cuartas moradas, la oración contemplativa mística, es normal que la iniciativa de Dios y la infusión de luz y amor en el orante "dejan mejores efectos". Efectos que no sólo se patentizan en los esporádicos momentos de recogimiento de la mente, sino que se desbordan en la vida total del contemplativo, condicionando su conducta fraterna, configurando sus coordenadas psicológicas, y sobretodo, marcando más y mas en él, la dimensión teologal y cristológica, el primado de Dios en la vida y en la acción. Por eso, todo contemplativo pasa a ser un enamorado, con cierta dosis de "amor loco".

En el contemplativo se unifica la vida. Cesa la inevitable dicotomía entre oración y acción, entre atención a lo trascendente y presencia a las tareas de lo cotidiano, incluso en las aparentemente más rastreras y vulgares: "Marta y María andan juntas". Cuidado que aquí se juega la verdadera contemplación. El contemplativo no es un hombre de ojos en blanco y pies sin pisar tierrra. El contemplativo es un enamorado, que por la acción de Dios, hace presente en su vida en la de los demás el reino de Dios.

El contemplativo es un renacido. Estrena vida nueva. Pero la comienza como un niño. Por eso es una vida frágil. Está en dependencia total de la Madre-Dios. Está llamado a crecer, pero con el riesgo de la atrofia y de la involución. No se le dispensa de hacer, servir, trabajar y crecer, pero en cualquier etapa del proceso, es y vive más, por lo que recibe que por lo que hace.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

La oración en las 4 Moradas

Agua y fuego simbolizan la nueva forma de oración que ahora caracteriza la relación del hombre con Dios en ternura y ardor de la voluntad. Es la voluntad la que por mnomentos se une a Dios. El ingreso en la experiencia mística se hace desde la voluntad; es decir, desde el amor de Dios, que penetra y fecunda el corazón del hombre.


En la vida de fe y en nuestra relación con Dios hay zonas de gratuidad absoluta, pendientes de la pura iniciativa divina, vivencias que acontecen en la misteriosa lógica del amor trascendente, fuera del alcance y más allá de las horas marcadas por el relog de la madurez humana. Estamos en la esfera de la gracia. Las otorga Él al hombre "porque quiere y no por más", como dice la santa.

El ingreso en las moradas cuartas, y consiguientemente en la experiencia mística, no está marcado por un cambio de conducta ética por parte del hombre. Es obra de un nuevo tipo de gratuidad amorosa por parte de Dios. En la estructura misma del hombre, hay unas capas profundas que ahora se vuelven hontanar misterioso bajo la iniciativa de El. En la progresiva relación del hombre con Dios juegan un papel decisivo el amor y la voluntad. El hombre comienza a amar de una forma absolutamente nueva, precisamente porque experimenta el amor que Dios derrama sobre él.

Hay unas formas de oración en las que actuamos y oramos nosotros. Hay otras en que es el Espíritu de Jesús el que ora en nosotros y nos asocia a su oración. Estas dos dimensiones se manifiestan en la oración de recogimiento. Hay una educación de los sentidos, o una pedagogía del recogimiento con la que logramos interiorizarnos y contemplar amorosamente la Palabra de Dios. Pero hay también otra forma de recogimiento que está más allá de la pedagogía y de las técnicas humanas, y entra en la dinámica del amor que se derrama en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es otorgado.

En las cuartas moradas entramos en la esfera de la pura gratuidad. A veces le es difícil al hombre entender esto. Por eso, cuando entra en esta esfera, nace una nueva forma de amar, gratuita, sin posesiones ni posesionados. Es el amor puro, que sólo puede venir de Dios, y que se derrama gratuitamente en nosotros.

lunes, 17 de septiembre de 2012

San Alberto de Jerusalen, legislador de la Orden


rule.preview.jpgNacido hacia la mitad del siglo XII en la ciudad de Castel Gualtieri en Emilia (Italia), ingresó en los Canónicos Regulares de la Santa Cruz de Mortara (Pavía), y fue su prior en 1180. Obispo de Bobbio en 1184, es trasladado al año siguiente a Vercelli, donde gobernó durante veinte años.

Fue elegido en 1205 Patriarca de Jerusalén y poco después nombrado legado papal para la provincia eclesiástica de Jerusalén. Llegó a Palestina a principios de 1206 y fijó su residencia en Accon (Acre), al estar Jerusalén ocupada por los sarracenos. En Palestina desarrolló una notable actividad de pacificación no sólo entre los cristianos, sino también entre éstos y los no cristianos, y realizó su misión con gran energía. Durante su patriarcado, reunió en comunidad a los ermitaños del Monte Carmelo y les dió una Regla. El 14 de septiembre de 1214, durante una procesión, Alberto fue asesinado a puñaladas por el Maestro del Hospital del Espíritu Santo, al cual había reprendido y depuesto de su cargo por su mala vida.

Por los años 1206-1209, a petición de los eremitas que moraban en el Monte Carmelo, entregó al "hermano  Brocardo y compañeros" una Norma de vida o Regla, que llamamos "Regla de San Alberto".

Alberto codificó en breves trazos, ricos en citas bíblicas, la tradición monástica del Carmelo. Son normas concretas y prescripciones disciplinares. insiste, sobre todo, en la meditación de la Palabra de Dios para mejor servir a Jesucristo, en la oración, silencio, mortificación y trabajo.

La norma de vida de San Alberto, dada a los Carmelitas entre los años de 1206 y 1214, y aprobada definitivamente como verdadera y propia Regla del Carmen por Inocencio IV en el año 1247, ha tenido algunas mitigaciones no incluídas en el texto. Santa Teresa en el siglo XVI, intenta volver a la pureza original de la Regla, suprimiendo las mitigaciones, pero acepta plenamente la vida comunitaria y fraterna, aun conservando el espíritu eremítico.
 
La Regla Carmelita afirma que es fundamental: "vivir en obsequio de Jesucristo y servirle fielmente con corazón puro y buena conciencia" (n.2). Para vivir siguiendo las huellas de Jesucristo los Carmelitas se dedican más especialmente a:
     • desarrollar la dimensión contemplativa del ser humano abriéndose al diálogo con Dios
     • tratarse como hermanos con caridad plena
     • meditar día y noche la Palabra del Señor
     • orar juntos o solos muchas veces al día
     • celebrar cada día la eucaristía, no como rito, sino con lo que está significa: actualizar la entrega de Cristo, en una comunidad de hermanos sentados a una misma mesa.
     • trabajar con las propias manos, como el apóstol Pablo para ganarse el sustento y ayudar a los necesitados.
     • purificarse de toda mancha de pecado
     • vivir pobremente, poniendo en común los pocos bienes
     • amar la Iglesia y a todas las gentes
     • conformar la propia voluntad con la de Dios buscada en la fe con diálogo y discernimiento

La Regla Carmelita es la más breve entre las Reglas conocidas, y compuesta casi exclusivamente de preceptos bíblicos. Aun hoy es rica de inspiración para la vida.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Los santos ayunos


Guardad ayuno todos los días, menos los domingos, desde la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz hasta el día de la Resurrección del Señor, a no ser que la enfermedad o debilidad física u otra causa razonable aconseje su dispensa, pues la necesidad no está sujeta a ley (Regla 14)
Hoy, 14 de Septiembre, con la fiesta de la exaltación de la santa Cruz, comienzan en la tradición del Carmelo los santos ayunos. Es la gran cuaresma monástica que va desde este día hasta la celebración de la Pascua. Es un tiempo de mayor recogimiento, porque la oración exige la purificación profunda del corazón y del alma, para que la unión con Dios no se ponga en algún “gusto o sentimiento sensible”, ni en suavidad espiritual, sino en pureza de fe (Cf. Noche 1, 5-6)

El carmelita recuerda de forma especial en este tiempo que “no solo de pan vive el hombre”, y que en su camino hacia Dios ha de reconocer su debilidad y su dependencia total de Aquel que lo llama a una íntima comunión de amor. Para tal empresa de vida espiritual nos prepara la ascesis teresiana que es toda evangélica, impregnada de amor y alegría espiritual. Sí, alegría, porque no se crean que el carmelita vive este tiempo con tristeza o pesadumbre. Más al contrario, es un tiempo en que su corazón permanece en vela, en tensión hacia Dios; y al mismo tiempo puede ayudar con su austeridad a las necesidades de sus hermanos los hombres, que padecen necesidad.

Pero el ayuno no sólo consiste en comer menos, en sentir la necesidad del alimento, sino que el ayuno también es romper todo yugo, es compartir el pan con el hambriento, es acoger en su casa y en su vida a los pobres sin hogar,y a tantos pobres de todo tipo del mundo moderno: pobres de compañía, de soledad, de sufrimiento, cubrir al prójimo cuando lo ves desnudo y en no esconderse de quien es de tu propia carne.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

4 Moradas


Al comienzo de las cuartas moradas, Teresa nos escribe: "Para comenzar a hablar de las cuartas moradas bien he menester lo que he hecho, que es encomendarme al Espíritu Santo y suplicarle de aquí adelante hable por mí, para decir algo de las que quedan de manera que lo entendáis; porque comienzan a ser cosas sobrenaturales , y es dificultosísimo de dar a entender, si Su Majestad no lo hace, como en otra parte que se escribió hasta donde yo había entendido, catorce años ha, poco más o menos. Aunque un poco más luz me parece tengo de estas mercedes que el Señor hace a algunas almas, es diferente  el saberlas decir. Hágalo Su Majestad si se ha de seguir algún provecho, y si no, no" (4M 1,1). Ella sabe por experiencia que aquí se comienza una nueva vida. Estamos todavía en un periodo de transición entre una fase más ascética de lucha, y el preludio de los estados místicos, caracterizado por el predominio de la acción de Dios en nosotros.

En estas moradas brota la fuente interior que da paso a la experiencia mística Pero esto se da a sorbos e intermitentemente: con momentos de lucidez infusa en que la mente se recoge de una forma totalmente pasiva; es decir, que la concentración aquí no hace nada; y momentos de amor pasivo recibido; es decir, que el alma siente el amor de Dios, sin provocarlo, sino más bien, como si Dios cogiera su voluntad, su capacidad de amar y la llenara.

Se abren pues posibilidades nuevas de la relación con Dios en la oración. Y por efecto de estas gracias se va remodelando el talante teologal y ético de la persona. Hoy día nos cuente entender y aun creer la acción de Dios en nuestras vidas, de una manera real, y hasta física. Pero la experiencia dice a Teresa, que Dios no es alguien inmutable, allá arriba en el Cielo, sino que está actuante  ¡y mucho! en nuestras vidas, de una manera real y efectiva. No estamos hablando de visiones, raptos, y extasis, ¡no! estamos hablando de la acción de Dios, de su amor, dándose a la persona que se ha ido dejando preparar para este encuentro real y maravilloso.

Santa Teresa quiere engolosinarnos el gusto para que caminemos adelante hacia estas moradas, por eso nos dice: "Como ya estas moradas se llegan más adonde está el Rey, es grande su hermosura y hay cosas tan delicadas que ver y que entender, que el entendimiento no es capaz para poder dar traza cómo se diga siquiera algo que venga tan al justo que no quede bien oscuro para los que no tienen experiencia; que quien la tiene muy bien lo entenderá, en especial si es mucha. Parecerá que para llegar a estas moradas se ha de haber vivido en las otras mucho tiempo; y aunque lo ordinario es que se ha de haber estado en la que acabamos de decir, no es regla cierta, como ya habréis oído muchas veces; porque da el Señor cuando quiere y como quiere y a quien quiere, como bienes suyos, que no hace agravio a nadie" (4M 1, 2)

La vida mística, la experiencia amorosa de Dios actuando en nuestras vidas, y a traves de nuestras vidas, en el mundo entero, no es algo reservado para personas privilegiadas, ¡ni mucho menos!. Es la vocación genuina de todo cristiano que ha conocido el amor de Dios, que se ha derramado en nuestros corazones por el fe. "Mirad que convida el Señor a todos" nos repite Teresa. Descubrir el amor de Dios, y dejarlo actuar en nuestra vida, es lo más maravilloso que le puede pasar a una persona. No, Dios no quita nada al hombre. Dios se da al hombre todo; y, en el darse de Dios y el recibirlo del hombre, encuentra este último su felicidad plena.

lunes, 10 de septiembre de 2012

De señoras principales y otras dignidades


El camino espiritual lleva a Santa Teresa a ir descubriendo la falta de libertad que ella misma tenía y la que tenían otras personas. El apego a los propios criterios que lleva al juicio de los demás,la honra, y tantas esclavitudes que acechan la vida de un cristiano las va desenmascarando Teresa.

Ahora le toca el turno a aquellos que la mayoría de la gente considera importantes, privilegiados, y así los trata. Santa Teresa se da cuenta de la esclavitud en que viven, y termina con una frase de las suyas: "una de las mentiras que dice el mundo es llamar señores a las personas semejantes, que no me parece son sino esclavos de mil cosas" (V. 34, 4)

Santa Teresa es enviada por el provincial a consolar a un señora de las más principales del reino, que se había quedado viuda. Allí Teresa se da cuenta de la sujección en que vive una de las mujeres más envidiadas y poderosos de la España del momento. Y de ella dice Teresa:

"Saqué una ganancia muy grande, y decíaselo. Vi que era mujer y tan sujeta a pasiones y flaquezas como yo, y en lo poco que se ha de tener el señorío, y cómo, mientras es mayor, tienen más cuidados y trabajos, y un cuidado de tener la compostura conforme a su estado, que no las deja vivir; comer sin tiempo ni concierto, porque ha de andar todo conforme al estado  y no a las complexiones. Han de comer muchas veces los manjares más conformes a su estado que no a su gusto. Es así, que de todo aborrecí el desear ser señora. ¡Dios me libre de mala compostura!, aunque ésta, con ser de las principales del Reino, creo hay pocas más humildes y de mucha llaneza. Yo la había lástima, y se la he, de ver como va muchas veces no conforme a su inclinación por cumplir con su estado. Pues con los criados es poco lo que hay que fiar, aunque ella los tenía buenos. No se ha de hablar más con uno que con otro, sino al que se favorece ha de ser el malquisto. Ello es una sujección, que una de las mentiras que dice el mundo es llamar señores a personas semejantes, que no me parece son, sino esclavos de mil cosas" (V34, 5)

El cristiano de hoy ha de preguntarse también por su esclavitud a las modas, en el vestir, el el comportarse, en su acepción de personas. Encontrarse con Dios, es entrar en nun camino de libertad, aunque a veces la liberta es de las cosas que más teme el hombre. Pero ya dice san Pablo que "donde hay Espíritu de Dios, hay libertad"


viernes, 7 de septiembre de 2012

De "cristianos burgueses" y otras especies


Como hemos recordado a lo largo de estos capítulos, el cristiano de las terceras moradas, está en un estado de batalla. Otro de los peligros que tienen es construirse castillos en el aire, pensando en lo mucho que serían capaces de hacer por Dios, de crear grandes empresas para anunciar el Evangelio y obras de caridad sin cuento. Pero cuando se encuentran con su propia realidad, y sobretodo, con su poca virtud se desaniman,. A la menos contradicción se sienten sin fuerzas, y desanimados. Santa Teresa alerta a estos que parecen dispuesto a comerse el mundo y aconsejar con ardor a los demás: “Yo he conocido algunas almas, y aun creo puedo decir hartas, de las que han llegado a este estado, y estado y vivido muchos años en esta rectitud y concierto, alma y cuerpo, a lo que se puede entender, y después de ellos que ya parece habían de estar señores del mundo, al menos bien desengañados de él, probarlos Su Majestad en cosas no muy grandes, y andar con tanta inquietud y apretamiento de corazón, que a mí me traían tonta y aun temerosa harto. Pues darles consejo no hay remedio, porque, como ha tanto que tratan de virtud, paréceles que pueden enseñar a otros y que les sobra razón en sentir aquellas cosas” (3M 2,1). Son estos los que se creen que lo saben todo sobre Dios, y no han entendido lo principal: la cruz


El cristiano de las terceras moradas, se encuentra muy a gusto practicando la religión, siguiendo una moral a veces rígida, que lleva al juicio, pero descuida elementos fundamentales como el desprendimiento. El dinero es el caballo de Troya de muchos cristianos piadosos. Y lo peor es que incluso camuflamos nuestro amor al dinero, bajo pretextos piadosos y de caridad. Santa Teresa es categórica: “Viene a una persona rica, sin hijos ni para quién querer la hacienda, una falta de ella, mas no es de manera que en lo que le queda le puede faltar lo necesario para sí y para su casa, y sobrado. Si éste anduviese con tanto desasosiego e inquietud como si no le quedara un pan que comer, ¿cómo ha de pedirle nuestro Señor que lo deje todo por El?  Aquí entra el que lo siente porque lo quiere para los pobres. ­ Yo creo que quiere Dios más que yo me conforme con lo que Su Majestad hace y, aunque lo procure, tenga quieta mi alma, que no esta caridad. Y ya que no lo hace, porque no ha llegádole el Señor a tanto, enhorabuena; mas entienda que le falta esta libertad de espíritu, y con esto se dispondrá para que el Señor se la dé, porque se la pedirá. Tiene una persona bien de comer, y aun sobrado; ofrécesele poder adquirir más hacienda: tomarlo, si se lo dan, enhorabuena, pase; mas procurarlo y, después de tenerlo, procurar más y más, tenga cuan buena intención quisiere (que sí debe tener, porque ­como he dicho­ son estas personas de oración y virtuosas), que no hayan miedo que suban a las moradas más juntas al Rey” (3M 2, 4)

Y después la maldita honra. Son cristianos a lo que les gusta aparentar lo que no son, que lo tengan por buenos y alaben sus obras. Viven pendientes de lo que la gente pueda decir, y hacen aparecer sus obras para que sean conocidas. Teresa los describe así: “De esta manera es si se les ofrece algo de que los desprecien o quiten un poco de honra; que, aunque les hace Dios merced de que lo sufran bien muchas veces (porque es muy amigo de favorecer la virtud en público porque no padezca la misma virtud en que están tenidos, y aun será porque le han servido, que es muy bueno este Bien nuestro), allá les queda una inquietud que no se pueden valer, ni acaba de acabarse tan presto.
¡Válgame Dios! ¿No son éstos los que ha tanto que consideran cómo padeció el Señor y cuán bueno es padecer y aún lo desean?”
(3M 2, 5)

Son cristianos cumplidores, pero muy en razón. No están dispuestos a dar la vida. Viven un cristianismo muy razonable, muy al estilo de los criterios del mundo. Cuidan mucho la salud del cuerpo. En definitiva son como el joven rico, que no están dispuestos a dejar sus cosas, todo, para seguir al Maestro. “Las penitencias que hacen estas almas son tan concertadas como su vida; quiérenla mucho para servir a nuestro Señor con ella, que todo esto no es malo, y así tienen gran discreción en hacerlas porque no dañen a la salud. No hayáis miedo que se maten, porque su razón está muy en sí; no está aún el amor para sacar de razón; mas querría yo que la tuviésemos para no nos contentar con esta manera de servir a Dios, siempre a un paso paso, que nunca acabaremos de andar este camino. Y como a nuestro parecer siempre andamos y nos cansamos (porque creed que es un camino abrumador),harto bien será que no nos perdamos. Mas ¿paréceos, hijas, si yendo a una tierra desde otra pudiésemos llegar en ocho días, que sería bueno andarlo en un año por ventas y nieves y aguas y malos caminos? ¿No valdría más pasarlo de una vez?.... Como vamos con tanto seso, todo nos ofende, porque todo lo tememos; y así no osamos pasar adelante, como si pudiésemos nosotras llegar a estas moradas y que otros anduviesen el camino. Pues no es esto posible, esforcémonos, hermanas mías, por amor del Señor; dejemos nuestra razón y temores en sus manos; olvidemos esta flaqueza natural, que nos puede ocupar mucho. El cuidado de estos cuerpos ténganle los prelados; allá se avengan; nosotras de sólo caminar a prisa para ver este Señor; que, aunque el regalo que tenéis es poco o ninguno, el cuidado de la salud nos podría engañar” (3M 2, 7-8).

Santa Teresa quiere cristianos locos por el Evangelio, personas que se jueguen la vida, que se atrevan a dejarlo todo por el Reino de Dios. Titubeantes, cristianos que vuelven la vista atrás, los que aman su vida y sus cosas por encima de todo, los miedosos que no arriesgan,  no pasaran al interior del castillo. Como el joven rico, se quedaran pesarosos….

miércoles, 5 de septiembre de 2012

De "beatas intrigantes" y otras especies


María Magdalena el la película "La Pasión" de Mel GibsonUsando la terminología y los grados que usa Santa Teresa,  podemos decir, que en las terceras moradas viven la mayoría de los cristianos que “cumplen” los mandamientos, y se toman un poco en serio su vida cristiana.  Santa Teresa los llama “personas concertadas” porque tanto su vida de oración como su vida diaria de trabajo y de relaciones personales las tienen muy bien organizada y medida. Son estos cristianos de cumplir normas y de querer que otros las cumplan. El problema de estos creyentes, no son las normas, que en muchos casos son medios para lograr un fin. El problema es que estos creyentes viven muy seguros en ellas, pensando que haciéndolas son buenos cristianos. Santa Teresa cala muy bien a estos creyentes: “En las personas que digo, no es así sino que canonizan ­como he dicho­  en sus pensamientos estas cosas, y así querrían que otros las canonizasen” (3M 2, 3). Suelen ser personas malhumoradas, hipercríticas, que no aguantan más perfección que la suya. ¿Quién es un buen cristiano? Responden: “el que es como yo”.

El que esto escribe se sorprende de los comentarios que hacen muchos “buenos cristianos” en foros y páginas religiosas, que están llenos de violencia y agresividad. A estos cristianos santa Teresa los compadece diciendo que “Querrían a todos tan concertados como ellos traen sus vidas, y plega a Dios que no piensen que la pena que tienen es de la culpa ajena y la hagan en su pensamiento meritoria” (3M 2, 5) Por eso, como explicábamos en capítulos anteriores, santa Teresa quiere la amistad espiritual, que ayuda a ver las faltas propias y a discernir en comunidad los caminos de Dios. Este es el sentido de la obediencia que propone santa Teresa a todos, “aunque no sean religiosos”

El caso es que estos cristianos de las terceras moradas, tienen el peligro de caer en la crítica despiadada y de convertirse en auténticas “beatas intrigantes”. Es un poco el pecado de los fariseos, que centrándose en las normas y el culto, olvidan lo importante: el amor. Son personas que están llenas de celo porque los demás conozcan y amen a Jesús, pero no se dan cuenta que su corazón aun está lejos del amor del Evangelio. Les falta paciencia, y sobretodo necesitan todavía un camino de conversión.  Se dejan llevar por el celo malo que tan bien describe san Benito; este celo mal, nace de personas con corazón de piedra y hielo: “Así como hay un mal celo de amargura que separa de Dios y lleva al infierno,  hay también un celo bueno que separa de los vicios y conduce a Dios y a la vida eterna.  Practiquen, pues, los monjes este celo con la más ardiente caridad,  esto es, "adelántense para honrarse unos a otros"; tolérense con suma paciencia sus debilidades, tanto corporales como morales; obedézcanse unos a otros a porfía; nadie busque lo que le parece útil para sí, sino más bien para otro; 8 practiquen la caridad fraterna castamente; teman a Dios con amor;  amen a su abad con una caridad sincera y humilde;  y nada absolutamente antepongan a Cristo,  el cual nos lleve a todos juntamente a la vida eterna” (R. B. 72)

Santa Teresa también nos da un consejo lapidario: “Miremos nuestras faltas y dejemos las ajenas, que es mucho de personas tan concertadas espantarse de todo; y por ventura de quien nos espantamos, podríamos bien deprender en lo principal; y en la compostura exterior y en su manera de trato le hacemos ventajas; y no es esto lo de más importancia, aunque es bueno, ni hay para qué querer luego que todos vayan por nuestro camino, ni ponerse a enseñar el del espíritu quien por ventura no sabe qué cosa es; que con estos deseos que nos da Dios, hermanas, del bien de las almas podemos hacer muchos yerros; y así es mejor llegarnos a lo que dice nuestra Regla: «en silencio y esperanza procurar vivir siempre», que el Señor tendrá cuidado de sus almas” (3 M 2, 13)

lunes, 3 de septiembre de 2012

3 Moradas (III)


Teresa nos presenta algunas consignas para este tiempo de prueba. Son ayudas, para una etapa que como hemos ido comentando es compleja, dificil y hasta agotadora.

Lo primero que Teresa nos recomienda es la humildad. Para Teresa, ésta es una consigna básica, y sobre ella volverá hasta el final del libro. Santa Teresa nos recomienda humildad en la sequedad en la oración, cuando nos vemos sin fuerzas, cansados de obrar el bien, inclinados a lo malo. De aquí no debe de nacer la desesperación, sino la confianza de que la obra es de Dios y Él la llevará a su termino. Por eso nos dice: " El Señor os lo dará a entender, para que saquéis de las sequedades humildad y no inquietud, que es lo que pretende el demonio; y creed que adonde la hay de veras, que, aunque nunca dé Dios regalos, dará una paz y conformidad con que anden más contentas que otros con regalos; que muchas veces ­como habéis leído­  los da la divina Majestad a los más flacos; aunque creo de ellos que no los trocarían por las fortalezas de los que andan con sequedad". Para Teresa siempre es más segura vida cristiana con sequedad, es decir, sin fervores ni sentimientos, que una vida cristiana que se basa en gustos, revelaciones, y que se mueve por el placer que le provoca el bien, la piedad o los actos de la religión. La humildad es la que nos ayudará a no desanimarnos, y a dejar a Dios hacer su obra: "humildad, que es el ungüento de nuestras heridas; porque, si la hay de veras, aunque tarde algún tiempo, vendrá el cirujano, que es Dios, a sanarnos". El tiempo de consuelos pasa, y, después sólo nos queda vivir en la fe, hacer cada día la voluntad de Dios, aunque con frecuencia nos sintamos inclinados a lo contrario.

Otra consigna elemental es la obediencia. Es una consigna inesperada para el lector común. Pero para Teresa es fundamental la amistad, el compartir la vida cristiana con otros, especialmente con los que han hecho ya un camino. Teresa hablará de los cinco "que nos amamos en Cristo". De "hacerse espaldas unos a otros. Y "no es tiempo de seguir a todos, sino a aquellos que lleven la  vida de Cristo". En realidad se trata de evitar el aislamiento y la autosuficiencia: hacer amistad con quien esté ya en las moradas superiores. E insiste Teresa en que no busquemos aquellos que son de nuestra cuerda, los que nos alaban todo lo que hacemos, sino aquellos que de verdad llevan una vida consecuente con el seguimiento de Jesús.

La tercera consigna es poner los puntos sobre las íes. Teresa no se anda con rodeos, ni le gusta el folclore, aunque sea religioso. La vida cristiana no se juega en las cosas externas, ni siquiera en las piadosas; sino que la vida cristiana se juega en cumplir la voluntad de Dios, en practicar las virtudes sobre todo el amor: "Y creedme que no está el negocio en tener hábito de religión o no, sino en procurar ejercitar las virtudes y rendir nuestra voluntad a la de Dios en todo, y que el concierto de nuestra vida sea lo que Su Majestad ordenare de ella, y no queramos nosotras que se haga nuestra voluntad, sino la suya".


sábado, 1 de septiembre de 2012

Santa Teresa Margarita Reddi


En otra ocasión ya mencione a esta Carmelita Descalza florentina en el blog. Hoy, día 1 de Septiembre, es el día en que el Carmelo la recuerda y celebra su fiesta, y no quiero dejar la ocasión de recordarla yo también en el blog.

Descendiente de la noble familia de los Redi, vio la luz en Arezo (Toscana) el año 1747. Entró en el monasterio de las carmelitas descalzas de Florencia el 1 de septiembre de 1764. Enriquecida con la singular experiencia contemplativa del enunciado joánico: «Dios es amor», sintió hondamente la llamada a la vida oculta por el camino del amor y la inmolación de sí misma. Consumó en breve su vocación y la consolidó con la práctica heroica de la caridad fraterna. Descansó en el Señor en Florencia el año 1770.

Teresa Margarita es quizá la única Carmelita Descalza que ha pasado a la historia sin haber dejado un sólo escrito. Ella fue una Carmelita sencilla, que vivió esa vida escondida, propia del Carmelo. Con razón la única biografía que conozco en castellano, y que es ya muy antigua, tiene por título "Abscondita", y creo que la elección del título define muy bien a esta Carmelita.

¿Qué nos puede enseñar hoy Teresa Margarita? En primer lugar la primacía del amor en la vida cristiana, y aun me atrevería a decir, en la vida humana. Teresa Margarita, no tuvo grandes visiones, ni experiencias mísiticas sensibles, pero quedó traspasada por la frase de san Juan "Dios es Amor". Ese es quizá el mejor resumen de la fe cristiana, y que esta sencilla hermana, grabó con fuego sobre su corazón y sobre su mente.

En el plano vital, Teresa Margarita nos enseña a vivir la fe cristiana desde esa frase. No llamó nunca la atención, vivió y se desvivió para sus hermanas, sin hacerse notar. Solamente una vez muerta sus hermanas se dieron cuenta cuantos servicios hacía Teresa Margarita sin decirlo, y sin hacerse notar. En un momento de gran individualismo, de necesidad de hacernos notar, de sobresalir, de imponer nuestras opiniones, Teresa Margarita nos enseña una vida cristiana hecha toda de servicio generoso, de caridad fraterna exquisita, pero al modo del grano de trigo, que cae en tierra y sin hacer ruído produce fruto.

¡Cuántas rivalidades, murmuraciones, juicios, faltas de amor en nuestras comunidades cristianas! Teresa Margarita nos recuerda con su vida, frases lapidarias del Evangelio, que hoy nos son muy necesarias en nuestras comunidades: "Dichosos los que trabajan por la paz! ¡Bienaventurados los humildes y sencillos! "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos", "Un nuevo mandamiento os doy". Y sobetodo, la frase que movió siempre su vida: "Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él"