lunes, 10 de septiembre de 2012

De señoras principales y otras dignidades


El camino espiritual lleva a Santa Teresa a ir descubriendo la falta de libertad que ella misma tenía y la que tenían otras personas. El apego a los propios criterios que lleva al juicio de los demás,la honra, y tantas esclavitudes que acechan la vida de un cristiano las va desenmascarando Teresa.

Ahora le toca el turno a aquellos que la mayoría de la gente considera importantes, privilegiados, y así los trata. Santa Teresa se da cuenta de la esclavitud en que viven, y termina con una frase de las suyas: "una de las mentiras que dice el mundo es llamar señores a las personas semejantes, que no me parece son sino esclavos de mil cosas" (V. 34, 4)

Santa Teresa es enviada por el provincial a consolar a un señora de las más principales del reino, que se había quedado viuda. Allí Teresa se da cuenta de la sujección en que vive una de las mujeres más envidiadas y poderosos de la España del momento. Y de ella dice Teresa:

"Saqué una ganancia muy grande, y decíaselo. Vi que era mujer y tan sujeta a pasiones y flaquezas como yo, y en lo poco que se ha de tener el señorío, y cómo, mientras es mayor, tienen más cuidados y trabajos, y un cuidado de tener la compostura conforme a su estado, que no las deja vivir; comer sin tiempo ni concierto, porque ha de andar todo conforme al estado  y no a las complexiones. Han de comer muchas veces los manjares más conformes a su estado que no a su gusto. Es así, que de todo aborrecí el desear ser señora. ¡Dios me libre de mala compostura!, aunque ésta, con ser de las principales del Reino, creo hay pocas más humildes y de mucha llaneza. Yo la había lástima, y se la he, de ver como va muchas veces no conforme a su inclinación por cumplir con su estado. Pues con los criados es poco lo que hay que fiar, aunque ella los tenía buenos. No se ha de hablar más con uno que con otro, sino al que se favorece ha de ser el malquisto. Ello es una sujección, que una de las mentiras que dice el mundo es llamar señores a personas semejantes, que no me parece son, sino esclavos de mil cosas" (V34, 5)

El cristiano de hoy ha de preguntarse también por su esclavitud a las modas, en el vestir, el el comportarse, en su acepción de personas. Encontrarse con Dios, es entrar en nun camino de libertad, aunque a veces la liberta es de las cosas que más teme el hombre. Pero ya dice san Pablo que "donde hay Espíritu de Dios, hay libertad"


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