En otra ocasión ya mencione a esta Carmelita Descalza florentina en el blog. Hoy, día 1 de Septiembre, es el día en que el Carmelo la recuerda y celebra su fiesta, y no quiero dejar la ocasión de recordarla yo también en el blog.
Descendiente de la noble familia de los Redi, vio la luz en Arezo (Toscana) el año 1747. Entró en el monasterio de las carmelitas descalzas de Florencia el 1 de septiembre de 1764. Enriquecida con la singular experiencia contemplativa del enunciado joánico: «Dios es amor», sintió hondamente la llamada a la vida oculta por el camino del amor y la inmolación de sí misma. Consumó en breve su vocación y la consolidó con la práctica heroica de la caridad fraterna. Descansó en el Señor en Florencia el año 1770.
Teresa Margarita es quizá la única Carmelita Descalza que ha pasado a la historia sin haber dejado un sólo escrito. Ella fue una Carmelita sencilla, que vivió esa vida escondida, propia del Carmelo. Con razón la única biografía que conozco en castellano, y que es ya muy antigua, tiene por título "Abscondita", y creo que la elección del título define muy bien a esta Carmelita.
¿Qué nos puede enseñar hoy Teresa Margarita? En primer lugar la primacía del amor en la vida cristiana, y aun me atrevería a decir, en la vida humana. Teresa Margarita, no tuvo grandes visiones, ni experiencias mísiticas sensibles, pero quedó traspasada por la frase de san Juan "Dios es Amor". Ese es quizá el mejor resumen de la fe cristiana, y que esta sencilla hermana, grabó con fuego sobre su corazón y sobre su mente.
En el plano vital, Teresa Margarita nos enseña a vivir la fe cristiana desde esa frase. No llamó nunca la atención, vivió y se desvivió para sus hermanas, sin hacerse notar. Solamente una vez muerta sus hermanas se dieron cuenta cuantos servicios hacía Teresa Margarita sin decirlo, y sin hacerse notar. En un momento de gran individualismo, de necesidad de hacernos notar, de sobresalir, de imponer nuestras opiniones, Teresa Margarita nos enseña una vida cristiana hecha toda de servicio generoso, de caridad fraterna exquisita, pero al modo del grano de trigo, que cae en tierra y sin hacer ruído produce fruto.
¡Cuántas rivalidades, murmuraciones, juicios, faltas de amor en nuestras comunidades cristianas! Teresa Margarita nos recuerda con su vida, frases lapidarias del Evangelio, que hoy nos son muy necesarias en nuestras comunidades: "Dichosos los que trabajan por la paz! ¡Bienaventurados los humildes y sencillos! "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos", "Un nuevo mandamiento os doy". Y sobetodo, la frase que movió siempre su vida: "Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él"
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