
Unos siglos después, una hija de Teresa, santa Teresa de Lisieux, perfeccionará incluso a la propia Teresa, experimentando que ya no se trata de dividir acción ni contemplación, ni siquiera que la acción y la contemplació caminen juntas, sino que a lo que realmente está llamado el cristiano, es a unificarse en el amor. Es la puesta en práctica de la intiución Teresiana de que sea Marta o María, "todo es servir al Señor", y no olvidemos que en el lenguaje Teresiano, "servir" es un sinónimo de amar.
No me entretengo más y aquí os dejo los textos:
"Santa era santa Marta, aunque no dicen era contemplativa. Pues ¿qué más queréis que poder llegar a ser como esta bienaventurada, que mereció tener a Cristo nuestro Señor tantas veces en su casa y darle de comer y servirle y comer a su mesa? Si se estuviera como la Magdalena, embebidas, no hubiera quien diera de comer a este divino Huésped. Pues pensad que es esta congregación la casa de santa Marta y que ha de haber de todo. Y las que fueren llevadas por la vida activa, no murmuren a las que mucho se embebieren en la contemplación, pues saben ha de tornar el Señor de ellas, aunque callen, que, por la mayor parte, hace descuidar de sí y de todo .
Acuérdense que es menester quien le guise la comida, y ténganse por dichosas en andar sirviendo con Marta. Miren que la verdadera humildad está mucho en estar muy prontos en contentarse con lo que el Señor quisiere hacer de ellos, y siempre hallarse indignos de llamarse sus siervos. Pues si contemplar y tener oración mental y vocal y curar enfermos y servir en las cosas de casa y trabajar -sea en lo más bajo-, todo es servir al Huésped que se viene con nosotras a estar y a comer y recrear, ¿qué más se nos da en lo uno que en lo otro?" (CV 17,5)
No hay comentarios:
Publicar un comentario