miércoles, 13 de junio de 2012

La meditación


Hasta ahora las entradas que he ido poniendo se han centrado en las disposiciones de la persona. También en los peligros que podemos tener los espirituales, y en los pecados que con mucha frecuencia camuflamos con sutilezas espiritualistas. Quiero entrar ahora en una parte más práctica: el acto de oración. Aunque el acto de oración incluirá también propuestas de vida, pues como he repedido desde el principio, la oración para los místicos del Carmelo, más que un acto, es un estilo de vida.

La meditación en Juan de la Cruz, no es sólo paa reformar la vida, sino que es un camino hacia la contemplación, paa llegar al conocimiento amoroso de Dios: "el fin de la meditación y discurso en las cosas de Dios es sacar alguna noticia y amor de Dios" (2S 14,2)

En la meditación está claro que se piensa; pero no se piensa para hacerse más sabio, sino para amar más al Señor. Santa Teresa ya avisaba: " No está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho" (4M, 7). Por eso, san Juan de la Cruz sólo habla de la meditación para enseñara desprenderse gradualmente de ella y pasar cuanto antes,o, mejor dicho, disponerse a la contemplación, que es don de Dios.

El santo nos enseña que la meditación ha de ir dando paso a una mirada intuitiva con que contemple a Cristo, sin reflexiones ni consideraciones. Es lo que el santo llama "atención amorosa". Esta atención amorosa es un lenguaje silencioso de la persona, que mira afectuosamente a Dios. En la atención amorosa Dios ilumina al alma y la atrae, como el pastor atrae a las ovejas con su silvo. Por eso, santa Teresa dice que en la oración: "no os pido más de que le miréis"

La contemplación es un don de Dios, pero san Juan de la cruz nos invita a que trabajemos adquiriendo una actitud contemplativa, a que nos acostumbremos a la mirada contemplativa. La meditación nos hace caer en la cuenta del amor que Dios nos tiene; nos hace ver el camino para llegar a Dios que es vivir, sentir y actuar como vivió, sintió y actuó Jesús, y nos ayuda a entrar en la negación, el desasimiento.

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