
La meditación en Juan de la Cruz, no es sólo paa reformar la vida, sino que es un camino hacia la contemplación, paa llegar al conocimiento amoroso de Dios: "el fin de la meditación y discurso en las cosas de Dios es sacar alguna noticia y amor de Dios" (2S 14,2)
En la meditación está claro que se piensa; pero no se piensa para hacerse más sabio, sino para amar más al Señor. Santa Teresa ya avisaba: " No está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho" (4M, 7). Por eso, san Juan de la Cruz sólo habla de la meditación para enseñara desprenderse gradualmente de ella y pasar cuanto antes,o, mejor dicho, disponerse a la contemplación, que es don de Dios.
El santo nos enseña que la meditación ha de ir dando paso a una mirada intuitiva con que contemple a Cristo, sin reflexiones ni consideraciones. Es lo que el santo llama "atención amorosa". Esta atención amorosa es un lenguaje silencioso de la persona, que mira afectuosamente a Dios. En la atención amorosa Dios ilumina al alma y la atrae, como el pastor atrae a las ovejas con su silvo. Por eso, santa Teresa dice que en la oración: "no os pido más de que le miréis"
La contemplación es un don de Dios, pero san Juan de la cruz nos invita a que trabajemos adquiriendo una actitud contemplativa, a que nos acostumbremos a la mirada contemplativa. La meditación nos hace caer en la cuenta del amor que Dios nos tiene; nos hace ver el camino para llegar a Dios que es vivir, sentir y actuar como vivió, sintió y actuó Jesús, y nos ayuda a entrar en la negación, el desasimiento.
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