miércoles, 30 de mayo de 2012

Dejar a Dios ser Dios


No es sólo un juego de palabras. Hay una palabra muy querida entre los espirituales: abandono. Porque el creyente tiene el peligro de confundir sus aspiraciones con lo que Dios quiere. O lo que es peor. Podemos creer que Dios es lo que nosotros pensamos que es. O que dice lo que nosotros creemos que dice. Porque a veces los creyentes decimos y creemos cosas de Dios que no nos atreveríamos a decir ni creer de ninguna persona decente.

Por eso los místicos nos invitan a entrar en una relación con Dios en que él conduce nuestra vida. A dejar nuestra tierra y a nuestro dios, para entrar en una relación nueva, en una tierra nueva, donde Dios se manifiesta. Esa es la oscuridad Teresiana y la noche sanjuanista: encontrarnos con un Dios que nada tiene que ver con lo que nosotros esperábamos, porque es mucho más grande, más bueno y amoroso de lo que podíamos imaginar.En que entra en el camino espiritual tiene que estar dispuesto a dejarse sorprender por Dios.A dejar que el Dios de Jesús oscurezca nuestras falsas imágenes a veces tan dañinas, nuestras ideas a veces tan perversas sobre Dios, y nos encontremos con el Dios vivo y verdadero.

Abandonarse en Dios es no querer nada espiritual, ni siquiera cumplir la voluntad de Dios, que demasiadas veces coincide sospechosamente con nuestra voluntad, nuestros intereses... Abandonarse en Dios es no saber nada,ni siquiera darse cuenta de la acción de Dios en la persona; abandonarse en Dios es no tener nada, ni siquera un espacio en sí mismo donde Dios ha de obrar.

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