martes, 29 de mayo de 2012

Saciar nuestra sed en Dios


En un modo único y especial, la persona humana, hecha a imagen de Dios, aspira a la alegría, a la paz, al amor; en definitiva aspira a realizarse plenamente, a la felicidad.Todos experimentamos esa necesidad.

Los místicos del Carmelo al inicio del camino espiritual, quieren manifestar su experiencia más genuina, aquello que han vivido y experimentado: Dios es la fuente de la vida; separarse de esta fuente equivale a privarse de la plenitud y alegría. Es perder aquello que más profundamente nos caracteriza.

Por eso los místicos del Carmelo nos llevan a tener una relación de amistad, más bien esponsal con Dios. No hay servilismos, ni miedos, ni una reverencia llena de miedo. Los místicos del Carmelo nos adentran en una relación personal con Dios, una relación que nos revela nuestra identidad, y una relación donde la vida crece y se realiza en plenitud.

Los místicos nos llevan a tener una relación personal con Dios, que no es, sino una experiencia del amor de Dios por cada uno de nosotros. Este amor nos libera de tantas cosas que atan nuestra vida, y no permiten nuestra felicidad; este amor, no sólo creído sino vivido, nos lleva a amar a todos, incluso a los enemigos; y este amor abre nuestra vida a la donación, y a compartir este amor con los hermanos, sobretodo con los más pobres y en dificultad.

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