Junto a la dimensión experiencial que se traduce en la praxis hay una dimensión interior de la fe que ha sido cultivada plenamente por los que llamamos místicos.
El hombre puede despreocuparse de sí, desconocer su propia subjetividad, no tener un núcleo unificante que coordine su mundo interior con el exterior. Entonces se produce la dispersión, el desconocimiento de sí, la falta de personalidad, de convicciones, la masificación, y en definitiva, el vacío.
Nuestra cultura se caracteriza por esta tendencia: produce más hombres-masa que personas. Es una cultura en la que las personas no soportan el silencio, la contemplación y la quietud.
Por eso, el hombre actual necesita sofocar su vacío engañándose: ponemos rápidamente el apararo de radio o el televisor porque no soportamos encontrarnos con nosotros mismos, porque nos asusta el silencio y la soledad. Buscamos estar con los otros, aunque nuestras relaciones sean tan impersonales como superficiales. Muchas veces el trabajo se convierte en una fuga de la vaciedad de nuestra vida privada.; y nos aturdimos con la bebida el consumo y la actividad desenfrenada que es la fuente del stress y de muchas de nuestras tensiones. Vivimos en una sociedad despersonalizante y despersonalizada, embrutecida por el consumo y muy atareado en huir de nosotros mismos.
Y evidentemente un hombre que no se conoce dificilmente puede conocer a otro, como uno no comienza a aceptar a los otros hasta que ha hecho lo más costoso: aceptarse a sí mismo. Y un hombre así disperso, vacío, incapaz de unificarse y estar consigo es muy dificil que pueda encontrarse con Dios y que tenga una experiencia interior en la que Dios pueda hacerse presente.
Las conclusiones, la semana que viene.........
Muy interesante... espero con avidez las conclusiones. Un abrazo
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta entrada, las sigo todas, ¡un abrazo!
ResponderEliminarHola Gonzalo, al respecto y del ruido es muy interesante la carta de BXVI con motivo del día de las comunicaciones sociales que habla precisamente de comunicar con el silencio. Supongo que estará en la página del Vaticano. Un abrazo. Espero verte estos días por Madrid. Miguel.
ResponderEliminarGracias MIguel; sí conozco la carta. Yo también espero poder verte. Un abrazo grande
EliminarQué necesario el silencio en nuestras vidas... silencio exterior...silencio interior.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo