domingo, 27 de mayo de 2012

Ven, austro, que recuerdas los amores.


El austro es otro viento, que vulgarmente se llama ábrego. Este aire apacible causa lluvias y hace germinar las yerbas y plantas y abrir las flores y derramar su olor. Tiene los efectos contrarios a cierzo. Y así, por este aire entiende el alma al Espíritu Santo, el cual dice que recuerda los amores; porque cuando este divino aire embiste en el alma, de tal manera la inflama toda y la regala y aviva y recuerda la voluntad, y levanta los apetitos, que antes estaban caídos y dormidos, al amor de Dios, que se puede bien decir que recuerda los amores de Él y de ella ,Por tanto, mucho es de desear este divino aire del Espíritu Santo y que pida cada alma aspire por su huerto para que corran divinos olores de Dios. Que, por ser esto tan necesario y de tanta gloria y bien para el alma, la esposa lo deseó y pidió, por los mísmos términos que aquí, en los Cantares, diciendo: "Levántate de aquí, cierzo, y ven, ábrego, y aspira por mi huerto, y correrán sus olorsas y preciosas especias" (Ct 4, 16) Y esto todo lo deesea el alma, no por el deleite y gloria que de ello se le sigue, sino por lo que en esto sabe que se deleita su Esposo y porque esto es disposición y preanuncio para que el Hijo de Dios venga a deleitarse en ella (San Juan de la Cruz,  C 17, 5, 9)

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