Lo primero es determinada determinación de empezar la oración, o si se ha empezado no dejarla. Teresa nos dice: "Quien la ha comenzado no la deje. Y quien no la ha comenzado, por amor del Señor le ruego yo, no carezca de tanto bien. No hay aquí qué temer, sino qué desear".
![](http://blogcreamor.files.wordpress.com/2011/09/nino-orando.jpg)
Nos puede ayudar la oración de recogimeinto: recoger y concentrar los sentidos en nuestro interior. Reconocer la presencia de Cristo en nosotros. Habla sencillamente con él, déjate mirar por Cristo y mírale tu también. Acostúmbrate a su compañía. Aprende a escucharle: se comunica sin necesidad de palabras.
No olvides nunca que la oración es una relación de amor: "tratar de amistad"
La oración nos acostumbra a vivir en el amor, verdad y libertad, es decir, a recuperar la unidad y la armonia interior, a caminar derechos en el segumiento de Jesús.
Santa Teresa nos garantiza que practicándola estamos en el buen camino, y que los resultados no se harán esperar.
"Son las almas que no tienen oración como un cuerpo con perlesía o tullido que, aunque tiene pies y manos, no los puede mandar: que hay almas tan enfermas y mostradas a estarse en cosas exteriores, que no hay remedio y parece que no pueden entrar dentro de sí ... y con ser de natural tan rica y poder tener su conversación nada menos que con Dios, no hay remedio. Y, si estas almas no procuran entender y remediar su gran miseria, quedarse han hechas estatuas de sal por no volver la cabeza hacia sí, así como le quedó la mujer de Lor por volverla. Porque a cuanto yo puedo entender, la puerta para entrar en este castillo es la oración... (1M 1, 6-7)
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