martes, 7 de agosto de 2012

La vida contemplativa es fuente de humanización


La vida contemplativa constituye una forma eminente de realización de la condición humana. Ser contemplativo no es más que ejercer, vivir, poner en práctica la capacidad de infinito, la condición de imagen de Dios presente en cada persona. De este ejercicio de lo mejor, de lo más sublime que hay en el hombre, se sigue una capacidad humanizadora, una fuente inestimable de lo humano.

El amor de Dios, es más ensanchador que ocupador; no viene a llenar el corazón del hombre como si se tratara de una carencia, sino a dilatarlo en la medida misma de Dios; y desde ahí, gracias  a esa dilatación de sus posibilidades que le confiere la inserción en la generosa corriente del amor de Dios, le capacita para amar a los demás, destinatarios naturales del amor de Dios, y al mundo creado por Dios como medio de su realización. Aceptar el amor originario de Dios no consiste en encerrarlo dentro de nosotros, sino en hacernos sus mediadores prolongándolo en nuestro amor universal a todo lo que existe. De ahí la estrecha relación del amor de Dios con el amor a lo hermanos que lleva al Nuevo Testamento a afirmar expresamente: "Quien no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor"; "en esto sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, en que amamos a nuestros hermanos"; y " quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve" (1Jn 4, n8.20) Esto ha llevado a los místicos de todas las tradiciones a mostrar el amor a los hermanos como manifestación y garantía de la verdad del amor de Dios.

De ello ofrece Teresa incontables testimonio en sus escritos. En las Moradas por ejemplo, repite una y otra vez: " Entendamos, hijas mías, que la perfección verdadera es amor de Dios y del prójimo, y mientras con más perfección guardemos estos dos mandamientos, seremos más perfectas" (1M 2, 17). "Acá solas estas dos cosas nos pide el Señor, amor de su Majestad y del prójimo, es en lo que hemos de trabajar" (5M 3, 7). "Que no, hermanos, no; obras quiere el Señor, y que si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio, no se te de nada perder esa devoción y te compadezcas de ella" (5M 3, 11) "Para esto es la oración, hijas mías; de esto sirve este matrimonio espiritual, de que nazcan siempre obras, obras" (7M 4,6)

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