La humildad: para Teresa, la humildad lo abarca todo. La humildad es la reina que hace que Dios se rinda. Pero ¿cómo entendía Teresa la humildad? Humildad implica andar en verdad; esto, es hacer todo un camino donde vamos abriendo los ojos hacia quienes somos verdaderamente. A veces ni nosotros mismos nos damos cuenta de tantas actitudes viciadas que tenemos, de tanto egocentrismo, y también de tantas cosas buenas y dones que Dios ha puesto en nuestras vidas y nuestras personas. Humildad para Teresa es reconocer lo que somos, con nuestras oscuridades y nuestras luces.
"Animosos y determinados en el padecer": padecer teresianamente significa empeñarse en servir. Pues el servicio, que es ejercicio de amor, implica renuncias. Animosos en servir, y por lo tanto, animosos en padecer. Por eso santa Teresa, nos anima a ser animosos en el padecer, para más servir.
La obediencia: en el camino de la oración no se trata de hacer lo que a cada uno le da la gana. El seguir a Cristo implica configurarse con la voluntad de Dios. El problema, siguen siendo nuestras imágenes de Dios; un Dios a la carta, creado a nuestra imagen y semejanza. Teresa, cuando habla de obediencia, nos invita a entrar en el camino del seguimiento de Jesús con todas las consecuencias.
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